La pandemia por el COVID-19 acentuó la desigualdad de género en América Latina agrandando la brecha salarial y laboral.
La tasa de participación laboral femenina en México es del 41 por ciento frente a un 73 por ciento de hombres, esta es menor a la de países de ingresos similares en la región como Brasil o Chile. Además, las mujeres ganan un 25.3 por ciento menos que los hombres, según datos presentados por Pro Mujer.
“Las mujeres fueron las más impactadas por la pandemia, son quienes tienen más trabajos informales y por lo tanto fueron las primeras perjudicadas. A esto se suma toda la carga de ese trabajo no remunerado que tuvieron a consecuencia del confinamiento”, alertó Carmen Correa, nueva CEO de la organización sin fines de lucro.
De acuerdo con un informe de la ONU, las trabajadoras domésticas fueron las más afectadas por despidos sin seguro de desempleo y salarios bajos, siendo ellas quienes dedican 1.7 veces más tiempo al trabajo de cuidados no remunerado que los hombres.
Mientras que la situación en los trabajos remunerados no se vuelve muy alentadora. Pro Mujer expuso que de los 25 a los 44 años, las mujeres ganan un 21 por ciento menos, y tienen menor acceso a créditos financieros: un 29 por ciento frente a 33 por ciento en los varones.
De acuerdo con datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), las mujeres ocupan tan solo 15 por ciento de los cargos directivos en empresas y seis de cada diez organizaciones no otorgan licencias de maternidad más largas que lo estipulado por la ley.
Desde su fundación en 1990, Pro-Mujer ha impulsado acciones para que las mujeres en Latinoamérica logren su autonomía financiera. Lo hace a través de microcréditos, capacitaciones de liderazgo y otorgamiento de recursos financieros y tecnológicos.