Un día emocionante para Latinoamérica, la comunidad científica y el mundo: la hondureña Maria Elena Bottazzi fue nominada con una carta al Comité Noruego del Nobel por la congresista texana, Lizzie Fletcher, gracias a su gran labor en el desarrollo y distribución de la vacuna Corbevax.
La vacuna, realizada en colaboración con el doctor Peter Hotez y un grupo de científicos, sobresale por ser de bajo costo, sin una patente limitante. Tanto Hotez como Bottazzi, quienes dirigen juntos el Centro de Desarrollo de vacunas en Texas Children’s Hospital y son decanos de la Escuela Nacional de Medicina Tropical del Baylor College of Medicine, se dedicaron arduamente a la labor de hacer una vacuna eficaz contra la Covid-19 original en un 90%, que además fuera accesible para todo el mundo.
“Estamos muy agradecidos con la congresista Fletcher por reconocer nuestro trabajo, y nos sentimos muy halagados de que nos haya nominado para este premio tan prestigioso”, expresó la microbióloga, quien está acompañada en la investigación de las vacunas con otras mujeres en el mundo.
La producción asequible de Corbevax es una buena noticia para los países que no cuentan con los recursos para comprar las vacunas por los precios elevados. ‘Tenemos un equipo de científicos que ha trabajado diligentemente durante años para brindar tecnología de salud apropiada y asequibles a quienes han sido ignorados en todo el mundo.
Cuando llegó la pandemia de Covid, queríamos marcar la diferencia y teníamos una gran confianza en que nuestra tecnología de vacuna contra el coronavirus, desarrollada previamente, podría conducir a una solución global. Con suerte, será un cambio de juego para muchos países’, afirmó la investigadora.
Nacida en Génova, Italia, pero criada en Honduras, Maria Elena Bottazzi, de 56 años, se graduó de la Licenciatura en Microbiología de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, en 1989. Después de eso, tuvo una carrera de estudios impresionante, pues ha pasado por los pasillos la University Of Florida, donde obtuvo un doctorado en 1995 y una Beca Postdoctoral del University Of Miami Hospital And Clinics, tres años después.
Habla con fluidez portugués, italiano y, naturalmente, español, y ha contribuido en más de 57 publicaciones selectas con sus investigaciones. Aunque actualmente su nombre este resonando por haber participado en los estudios de la vacuna contra el coronavirus, también es muy destacable su colaboración en las pruebas clínicas para desarrollar una vacuna contra la enfermedad de Chagas, la Anquilostomiasis humana y la Esquistosomiasis.