No está tan lejano en el tiempo el discurso que pronunció Alfonso Durazo el 14 de septiembre, apenas han pasado seis meses, pero ya está claro que una cosa es el decir y otra el hacer. Los resultados en generación de empleo centralizado en la capital del estado contrastan por ejemplo con el municipio de Cajeme, la seguridad sigue siendo una asignatura pendiente; en algunos municipios los homicidios dolosos han ido a la baja, pero permea la idea que su gobierno está rebasado por el crimen.
Por cada lámina presentada en el proyector en las conferencias de prensa donde enfatiza “aquí es cuando llegamos nosotros” aparece una balacera en el norte del estado, un asalto a algún comercio, el descubrimiento escandaloso de restos humanos en fosas clandestinas o bebés heridos en balaceras.
Es cierto, a Alfonso Durazo le dejaron Sonora “oliendo a pólvora” como una vez citó refiriéndose al sexenio de Peña Nieto, pero un alto grado de responsabilidad tiene al no entregar buenas cuentas en los dos años y medio que estuvo al frente de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, hoy enfrenta como gobernador las consecuencias de una estrategia fallida tomada desde Palacio Nacional.
“Recibimos un estado arrasado por los malos gobiernos, por décadas Sonora fue botín de voraces jerarcas, el gobierno fue manejado como un rancho encargado a un voraz caporal, gobiernos que se decían distintos en el fondo resultaron idénticos, estuvieron marcados por la corrupción”, claro que después de esa frase vino un aplauso muy generoso para el de Bavispe pero el mensaje contrastó con la inclusión en puestos de su gobierno con funcionarios públicos inhabilitados.
“Aunque de la política nadie se jubila, sí llega el tiempo de retirarse, a quienes se convirtieron en símbolos de saqueo y corrupción les digo que ya les corresponde hacerse a un lado, ayer terminó su sexenio de 30 años y nadie llorará su partida”, soltó Durazo Montaño ante los aplausos de los presentes, la destinataria para quien iba dirigido el mensaje -Claudia Pavlovich Arellano- fue absuelta por el presidente López Obrador, parando en seco todos los adjetivos y frases de reproche de su gran baúl gramatical.
Alfonso Durazo apenas se va acomodando en el puesto, esperar que a seis meses resuelva uno solo de los problemas que se dejaron crecer -e incluso se incubaron- desde el Ejecutivo estatal sería una insensatez, pero ya exhibe como buen político que los logros serán de él y los tropiezos se repartirán en su equipo, la premisa es mantener una imagen de eficacia y repetir de forma obsesiva que desde el 13 de septiembre se le cerró la puerta a la corrupción.
En estos meses, particularmente desde que a Pavlovich se le propuso para cónsul, el discurso contra “quienes se convirtieron en símbolos del saqueo” ha quedado desarticulado y el gobernador lo sabe, sin embargo, queda la esperanza que las 172 auditorías que lleva a cabo Secretaría de la Contraloría General den resultados y se reparen daños al patrimonio estatal en caso de que se puedan fincar responsabilidades.
Aunque consagrado en la Constitución, el libre tránsito en Sonora es letra muerta, el Gobierno del Estado renunció a hacer valer el estado de derecho y permite cobros ilegales a quienes transitan por la carretera México 15, la exigencia monetaria a cambio de conceder un derecho es un indicador del nivel de permisividad hacia algunos grupos para que crucen la línea y se establezcan en la actividad delincuencial. Dice Alfonso Durazo que en ese tema busca una “solución política”, por más agravios ancestrales que acumule la etnia yaqui no es justo para quienes utilizan la carretera someterse a malos tratos, amenazas y vejaciones. No debe ser omisa la autoridad estatal.
En materia de salud, educación y desarrollo de infraestructura parece que Sonora está en vías de retomar el rumbo, son innegables los avances y aunque en el caso de las magnas obras aún están en fase de proyectos, de concretarse habrán de impactar positivamente al estado.
Acostumbrados a contar muertos en vez de nuevos empleos, los cajemenses tienen la esperanza que tantos uniformados en la calle signifiquen una reducción en los homicidios dolosos y que empresarios y productores del sector primario puedan operar sin la amenaza del cobro de piso, problema negado por las autoridades, pero aceptado en corto por comerciantes y agricultores e incluso con casos documentados.
El pasado reciente nos dice que eso de “apaciguar al país” como dice el presidente, a Alfonso Durazo no se le da, su gestión como titular de la SSPC no tuvo los resultados esperados, no hay motivos para ser optimistas con su equipo de Seguridad Pública ni el heredado en la Fiscalía, aun así, los sonorenses no debemos claudicar en la búsqueda de una convivencia armoniosa.
Ya pasaron seis meses de la administración de Alfonso Durazo y debe aprovechar al máximo estos primeros dos años de su ejercicio, por los usos y costumbres de su actual partido todo hace suponer que el proceso de sucesión presidencial será intenso y distraerá a muchos actores de sus funciones en el servicio público así que… ¡No hay tiempo que perder!