Por su torpeza, cerrazón y terquedad en que siempre él es el dueño y señor de la verdad y la razón, el presidente de la República, ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, incluidos sus incondicionales, nunca van a entender que con sus constantes ataques a los medios de comunicación y a algunos periodistas en lo personal, incentivan, animan, impulsan, empujan y provocan, los crímenes de los periodistas, de los que ya llevamos ocho en los dos meses y medio del 2022, con la ejecución el martes pasado del compañero ARMANDO LINARES LÓPEZ, socio del medio denominado Monitor Michoacán y precisamente el artero asesinato fue en la ciudad de Zitácuaro, en esa entidad, una de las más violentas del país, donde como en otras al Gobierno le ha quedado grande el saco, porque está totalmente rebasado por la delincuencia. Sabido es que, en el país, así como tiene millones de adversarios, también tiene millones de seguidores que por sus programas sociales y algunos otros “favores”, lo ven como Dios, luego entonces, cuando critica a alguien, esos seguidores a su vez toman como su enemigo también al criticado. Y más, cuando no pocos de esos seguidores forman parte de las filas de bandas criminales, se les hace fácil asesinar a cualquier periodista, al fin que ya saben que no pasará nada, porque en este país en los tres años de gobierno de AMLO ha quedado demostrado que el crimen organizado actúa libremente. Y además fuimos testigos que en el pasado proceso electoral el presidente tuvo la desfachatez de darle las gracias al crimen organizado en su conferencia mañanera, por haberse “portado bien” el 6 de junio en las elecciones y después poco a poco nos enteramos con mayores detalles exactamente por qué les dio las gracias. Y es que al señor no le gusta que los medios lo critiquen, pero sí le gustaba que los medios le ayudaran a criticar a Gobiernos de sexenios pasados, cuando él no era Gobierno, pero sí era oposición. Y cómo no criticarle todo el desorden de Gobierno que carga, con la desaparición de instituciones valiosísimas para los mexicanos, que está desapareciendo de un plumazo argumentando corrupción, pero nunca la demuestra, porque es solo un pretexto para desaparecer todo lo que hicieron Gobiernos del pasado, sin importar que sean obras valiosas. Como la desaparición de las estancias infantiles; la cancelación del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México, donde perdimos alrededor de 160 mil millones de pesos para liquidar a las empresas que tenían contratos; la desaparición de los fideicomisos, mucho de los cuales impulsaban y financiaban la educación, la cultura, el deporte y la investigación científica; O como no criticarle la desaparición de las Escuelas de Tiempo Completo, que beneficiaban con educación y alimento, a casi 4 millones de alumnos en 27 mil escuelas ubicadas la mayoría en zonas marginadas del país; Como no criticarle la desaparición del Seguro Popular, que atendía oportunamente a tanta gente, cambiándolo por el INSABI, que a estas alturas del partido no termina de aterrizar; O como no referirnos a la escasez de medicamentos en las instituciones de salud, donde ha muerto tanta gente y especialmente niños con cáncer, por esos cambios torpes que se hicieron de mandar al carajo a los proveedores, sin contar con nuevos laboratorios que surtieran los medicamentos. Y no nos vayamos tan lejos, como no criticarle la inseguridad que ha provocado su gobierno “blandengue”, que ha originado la muerte de más de 115 mil personas, bañando de sangre al país y enlutando a decenas de miles de hogares. Desgraciadamente, el presidente, cuando se le critica por algún error garrafal de todos los que mencionamos, más los que faltan, en lugar de buscar la solución, busca confrontar a los críticos y responder con argumentos débiles, como lo que dijo ayer en la mañanera que si no les responde a los medios se pensaría que el periodismo es como el castillo de la pureza. ¡Qué tontería más grande para un jefe de estado! De ninguna manera somos el castillo de la pureza, pero sí somos el puente entre gobierno y sociedad y por nosotros muchas cosas han cambiado en el país. Es más, aunque nunca lo reconocerá, pero por nosotros como medios, por las redes sociales y por el INE, aunque lo aborrezca, él está de presidente de México. Así de ese tamaño. Y por esas razones de tanto peso, es que ha recibido respuestas contundentes del extranjero, debido al trato que les da a los periodistas, porque no todos estamos dispuestos a seguirle el juego en el “desgarriate” que carga en muchos rubros, como Gobierno, pretendiendo claramente convertir a México en un Venezuela, Nicaragua o Cuba. Uno de los primeros en criticarlo fue el senador TED CRUZ de EU, quien lo acusó de empeorar la situación contra periodistas. O sea, lo que le decíamos en líneas anteriores. Pero el mandatario mexicano le respondió sin el menor dejo de diplomacia, que no anduviera de metiche. Después fue el Parlamento Europeo, el que le dirigió un posicionamiento sobre la situación peligrosa que los periodistas están viviendo en este país, pero el señor presidente se molestó y les respondió con un escrito de lo más corriente que usted se pueda imaginar, un verdadero panfleto, demencial como dijeron algunos críticos, en los que tuvo el atrevimiento de llamar “borregos” a los eurodiputados. Y esto va tomando otras dimensiones porque ya intervino en el tema la alta comisionada de la ONU, MICHELLE BACHELET, quien dijo el martes que la violencia contra los periodistas en México, es alarmante. En la sesión 49 que se llevó a cabo en Ginebra, Suiza, expresó que en casi el 90 por ciento de los casos hay impunidad. Y advirtió que el libre ejercicio del periodismo es fundamental para una democracia sana, sin embargo, reiteró que, en países como México, los periodistas enfrentan niveles alarmantes de violencia. Y es que hay una gran verdad. Si viviéramos en un país donde la inseguridad no estuviera tan desatada, los ataque presidenciales a la prensa no serían problema, pero desgraciadamente hemos llegado al grado que el crimen organizado domina alrededor del 35 por ciento del territorio mexicano y los convoys de gente armada se pasean por calles de pueblos y ciudades como Pedro por su casa, provocando balaceras, rafagueando domicilios y matando cristianos y las fuerzas de seguridad brillan por su ausencia y aparecen hasta que ya no hay más que los destrozos que dejaron los delincuentes. Caso concreto el de Caborca recientemente y muchos más que se suman en estados sumidos en la violencia imparable, como Tamaulipas, Michoacán, Zacatecas, Colima, Guanajuato, entre otros, donde los gobiernos solo se dedican a acordonar el área, levantar casquillos, condenar los hechos y prometer que no habrá impunidad. Ah, y nuestro presidente en las mañaneras repitiendo que “ya estamos trabajando y vamos muy bien”, con su vocera de la seguridad, ROSA ÍCELA RODRÍGUEZ, asegurando que los índices de homicidios dolosos van a la baja, mientras los hechos hablan de una verdad muy diferente. DE ÚLTIMA HORA: Un grupo armado amenazó a reporteros en el velorio del periodista Armando Linares. ¿Y el Gobierno apa? Ahora sí urge la revocación de mandato.