Después de mantener el Covid-19 a raya durante casi dos años, las autoridades de Hong Kong no han podido controlar un brote impulsado por la variante Ómicron. La cantidad de personas contagiadas es tal que no hay suficientes conductores para los autobuses y el metro de la ciudad. Las restricciones se extienden y aumenta la incertidumbre entre los habitantes sobre un cierre total.
Postal pandémica. Las restricciones del Covid-19 han absorbido gran parte de la energía de Hong Kong, una isla cosmopolita conocida por sus luces de neón y sus densas multitudes.
A medida que un rebrote del virus de la variante Ómicron abruma a la región, es difícil para sus 7,4 millones de residentes saber qué pasará en las próximas semanas.
El último cierre, anunciado por el Gobierno local este miércoles 16 de marzo, abarca a las playas públicas. Y en medio del aumento de contagios junto a las normativas de aislamiento, decenas de tiendas han cerrado temporalmente por no tener suficientes empleados, luego de que sus trabajadores dieran positivo.
Los ciudadanos se encuentran con menos trenes subterráneos y autobuses en funcionamiento ya que cientos de sus conductores también contrajeron la enfermedad.
Las infecciones entre los camioneros interrumpieron los envíos de carne y verduras desde China continental, lo que generó preocupaciones sobre la escasez de algunos productos.
La pandemia ha puesto de rodillas a muchas empresas. Algunas compañías multinacionales se han trasladado fuera de Hong Kong, mientras que otras han enviado temporalmente a altos ejecutivos a otro lugar en medio de la incertidumbre.
Los restaurantes sobreviven con nuevas limitaciones de vender comida para llevar, cuando las entregas a domicilio después de las 6:00 p.m. han vuelto a quedar suspendidas.
A los salones de belleza se les permitió reabrir recientemente, pero se ordenó el cierre de gimnasios y bares en enero y no volverían a abrir hasta al menos después de mediados de abril.