Luis Donaldo Colosio Murrieta, excandidato presidencial del PRI, fue asesinado el 23 de marzo de 1994 en la localidad de Lomas Taurinas, Tijuana, al terminar un mitin.
Mario Aburto Martínez fue identificado desde entonces como el autor intelectual y material del crimen, pese a que diversos fiscales especiales investigaron la hipótesis de un segundo tirador.
Sin embargo, nunca se pudo acreditar este hecho y se dejó en libertad por falta de elementos a quien durante dos años se consideró cómplice de Mario Aburto, Othón Cortés, entonces chofer de Colosio Murrieta y quien, años más tarde, aseguró que fue torturado y acusado injustamente.
Además de haber sido recluido en el Centro Federal de Readaptación Social Número 1 El Altiplano, conocido como Almoloya, en el Estado de México.
En la fecha en que fue privado de la vida, el político sonorense estaba por cumplir cuatro meses de haber sido “destapado” por el entonces Presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari para que lo sucediera en el cargo.
Era el inicio de 1994, cuando estalló el conflicto zapatista en México y entró en vigor el primer acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá.
En ese México convulso se desarrollaba la campaña de Colosio, la cual no tenía los reflectores ni la atención dedicados al Manuel Camacho Solís, exsecretario de Relaciones Exteriores y designado por Salinas de Gortari como comisionado para la paz en Chiapas, al tiempo que se sabía de su interés por convertirse en Presidente de la República.
Fue en ese contexto que el 23 de marzo de 1994, a las cinco de la tarde con 12 minutos, tiempo del Pacífico, fue asesinado Colosio Murrieta, a quien le sobrevivieron sus dos hijos, Luis Donaldo y Mariana.
En tanto, Diana Laura Riojas, quien fuera esposa del candidato presidencial del PRI, falleció meses más tarde a causa del cáncer que padecía desde tiempo atrás.
Al haber sido asesinado Luis Donaldo Colosio, Ernesto Zedillo, su coordinador de campaña, se convirtió en el nuevo candidato presidencial y, posteriormente, en el Presidente de México, de 1994 al año 2000.
A 28 años de distancia del homicidio que generó una crisis sin precedentes en el país, su hijo —abogado y político— es el alcalde de Monterrey, Nuevo León, desde septiembre del año pasado.