NUEVA YORK. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, viajó este martes por sorpresa a Irak, casi 20 años después de la invasión que derrocó a Saddam Hussein, y dijo que Washington está comprometido a mantener su presencia militar en el país.
La invasión de 2003 provocó la muerte de decenas de miles de civiles iraquíes y creó una inestabilidad que acabó allanando el camino para el ascenso de los militantes del Estado Islámico después de que Estados Unidos retirara sus fuerzas en 2011.
Austin, el funcionario de más alto rango en el gobierno del presidente Joe Biden que visita Irak, fue el último general al mando de las fuerzas estadounidenses allí tras la invasión.
“Las fuerzas estadounidenses están dispuestas a permanecer en Irak por invitación de su gobierno”, dijo Austin a la prensa tras reunirse con el primer ministro iraquí, Mohammed al-Sudani. “Estados Unidos seguirá reforzando y ampliando su asociación en apoyo de la seguridad, la estabilidad y la soberanía iraquíes”.
Washington tiene en la actualidad 2,500 soldados en Irak -y otros 900 en Siria- para ayudar a asesorar y asistir a las tropas locales en la lucha contra Estado Islámico, que en 2014 se apoderó de franjas de territorio en ambos países.
El Estado Islámico está lejos de ser la fuerza formidable que fue en el pasado, pero las células militantes han sobrevivido en partes del norte de Irak y el noreste de Siria.
Según exfuncionarios y expertos, el viaje también tiene por objeto apoyar la lucha de Sudani contra la influencia iraní en el país.
Las milicias respaldadas por Irán en Irak han atacado ocasionalmente con cohetes a las fuerzas estadounidenses y a su embajada en Bagdad. Estados Unidos e Irán estuvieron a punto de entrar en un conflicto total en 2020, después de que las fuerzas estadounidenses mataran al general Qassem Soleimani, comandante de la Guardia Revolucionaria iraní, en un ataque con drones.