Milton Martínez Estrada

Entiendo cómo les hierve la sangre a los habitantes de Puerto Peñasco por el hallazgo de un maestro de primaria abusador sexual.

Apenas el mediodía del sábado 7 de octubre la Fiscalía General de Justicia del Estado de Sonora (FGJE), capturó al maestro Juan, por su probable responsabilidad por el delito de violación agravada en perjuicio de un menor de 8 años de identidad reservada, en hechos ocurridos en Puerto Peñasco.

El informe oficial nos dice que la carpeta de investigación del caso establece que el imputado cometió el delito en contra del menor de edad, la tarde del 26 de septiembre para lo cual, aprovechó la confianza que se le brindaba por ser profesor de la escuela primaria.

¡Qué inhumano maestro!

La captura de Juan “N” se realizó el viernes 6 de octubre derivado de una orden de aprehensión y fue puesto en prisión preventiva en espera de la audiencia de vinculación a proceso.

Al final del comunicado la FGJE reitera su compromiso en actuar con toda firmeza para sancionar a quienes atentan en contra de niñas, niños y adolescentes.

Para contarles sobre esto indago sobre la situación que se vive en las escuelas de Sonora y me topo con la noticia que el 18% de los alumnos sonorenses sufrió algún tipo de abuso sexual durante el 2022.

Sí. Esto lo aseguró la directora de Formación con Perspectiva de Género, adscrita a la Secretaría de Educación y Cultura, América Montoya Espinoza.

Aún más preciso. Los datos a conocer por la funcionaria los obtuvo de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) de Inegi.

Entiendo a la perfección lo que está pasando porque en 2015 encontré el caso deI director Ernesto G. V. a quien se le impuso una orden de alejamiento de la primaria Abelardo L. Rodríguez, localizada en Baviácora, por presuntamente abusar sexualmente de seis niños.

Sí. Fueron seis  

Y todavía peor: Este mismo director fue detenido en mayo de 2013, por agentes municipales de San Luis Río Colorado, al encontrársele desnudo en el interior de un automóvil con un menor de 14 años, quien padece discapacidad motriz y era alumno de la escuela Esther Miranda.

Esta detención se logró luego que la madre del menor afectado se percató que su hijo salía constantemente por las noches y volvía con dinero.

De acuerdo con información de la prensa sanluisina el agresor sexual, detenido en flagrancia, salió bajo fianza a los cinco días de ser aprehendido.

El director Gurrola Valenzuela aplicó el mismo modus operandi en el municipio ribereño de Baviácora hasta que un grupo de 100 padres de familia organizaron una reunión general para exigirle una explicación por la conducta mostrada con seis alumnos de sexto grado llamados “especiales”.

Estos niños “especiales” recibían diariamente unos 30 pesos de parte del director, además de tener “cuenta abierta” en la tiendita escolar y acompañarlo a las diligencias fuera del plantel, pese a que el reglamento lo prohíbe.

A cambio, los niños “especiales” tenían que besar en la boca al docente, así como dejarse acariciar.

Entrevisté a una de las madres afectadas quien me relató que los primeros días de enero, de aquel 2015, su hijo le confesó que el director tenía cuidados “especiales” con él y otros cinco compañeros, de una edad entre los 11 y 12 años.

“Mi hijo dejó de desayunar por mucho tiempo porque si comía por la mañana tendría que ir al baño de la escuela por donde se encuentra la dirección y al pasar por ahí, este señor les pedía como premio un beso”, lamentó.

También los mandaba llamar a su oficina, dijo la señora, para revisar si portaban el cinturón del uniforme y aprovechaba para acariciarlos.

“Ahora, ya no sé qué decir a mi hijo porque siempre lo mandaba a la escuela con la orden que hiciera caso a los maestros y al director y resulta que este último lo ofendió”, sollozó la madre de familia.

Esta misma versión de los hechos fue confirmada por otros cinco padres de familia, pero sólo tres interpusieron las denuncias correspondientes ante la Agencia del Ministerio del Fuero Común, con sede en Aconchi, en donde los menores emitieron una completa declaración de los hechos, asentada en la averiguación previa CI33/15.

Pero no dejé ahí la investigación. Estando yo en Hermosillo viajé hasta Baviácora para entrevistar al director señalado.

A continuación, un breve extracto de una entrevista que se prolongó por hora y media:

Ernesto Gurrola Valenzuela, de 53 años, negó cada una de las acusaciones en su contra, no obstante, seis niños que no se conocen entre sí, desde San Luis Río Colorado a Baviácora, lo acusen por los mismos abusos cometidos.

“Los padres de familia y alumnos me miraron con otros ojos desde que unas muchachitas de sexto grado buscaron mi nombre en Google y supieron de mi asunto en San Luis”, defendió.

Esa falsa acusación del 28 mayo de 2013, recalcó, trajo consigo la orden de alejamiento de parte de la SEC .

No obstante, dos años después, en 2015, empezó con sus cuidados “especiales”, pero en Baviácora, Sonora, el corazón de la Ruta del Río Sonora.

Me dijo en aquella entrevista que los niños “especiales” necesitaban “un poquito” de mayor atención debido a la indisciplina de los pequeños y dejó la cuenta “abierta” en la cafetería porque algunos de ellos no desayunaban antes de asistir a clases.

“Algunos de ellos ocasionalmente me acompañaban a la tienda; a uno de ellos se le trozó el pantalón y lo llevé con su mamá; uno más se enfermó y lo llevé al doctor; y a otro le regalé un celular para que mejorara calificaciones”, confesó.

El director, en sus ánimos de desviar la atención, me dijo que un maestro de sexto grado, de nombre Manuel Andrade, fue sorprendido observando material pornográfico en una tableta electrónica del programa “Micompu.mx”.

“El maestro señalado negó los hechos con el pretexto que las tabletas están encriptadas o bloqueadas para mirar estos contenidos, sin embargo tres alumnas lo denunciaron por esta causa en el presente ciclo escolar (el de 2015)”, manifestó.

Y pese a todas aquellas acusaciones, el entonces director Gurrola Valenzuela enfatizó que tenía la calidad moral para estar al frente de otra primaria, “en donde no despierte suspicacias”. Aún le faltaban dos años para jubilarse y se decía tranquilo porque su familia, radicada en San Luis, no se había enterado de este nuevo incidente en Baviácora.

Lean con atención lo siguiente:

Le pregunté directamente si se sentía atraído por los menores de edad y me respondió apenas con un vacilante y agónico “no”.

Ufff… Nos leemos el otro lunes.

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