Milton Martínez Estrada
La megaobra del tren en Ímuris
A esta megaobra la han apodado “El tren maya de Sonora”.
Señoras y señores tengo que hablarles de esta obra ferroviaria, de gran calado, que conectaría a Agua Prieta con Nogales, pasando por Cananea, Ímuris y Santa Cruz.
Sinceramente, el proyecto ejecutivo se desconoce a fondo y por tal motivo ha generado una gran controversia.
En el caso de este quien les escribe, desconozco si las vías férreas serán reubicadas en Nogales, ya sea al oriente, al poniente o por debajo de la ciudad.
Hay mucha incertidumbre; sobre todo porque se cree impensable que el proyecto cuente con la aprobación de la contraparte estadunidense.
Sí. La administración pública en Estados Unidos programa crecimiento y desarrollo con 30 a 50 años de antelación y de este proyecto férreo se ha difundido poco en Estados Unidos.
Le contaba a un compañero de la prensa, que la modernización de la garita Mariposa en Nogales, coordinada entre ambos países, llevó como 20 años de pláticas.
Ahora, la reubicación de las vías en Nogales se antoja difícil se traduzca en realidad para octubre de 2024.
En efecto, la megaobra del tren tiene proyectado concluir en 10 meses, a partir de ahora.
Pero bueno, el objeto de este escrito no es hablar de las complejidades administrativas que enfrenta la obra sino de la labor titánica que se realiza para edificarla cuanto antes.
Resulta que el miércoles 29 de noviembre anterior me di una vuelta por donde se erige la obra y quedé gratamente sorprendido.
Solo de pensar los volúmenes de tierra que se han trasladado para crear niveles y desniveles es descomunal.
Ilustraré mi dicho con un par de ejemplos, apreciado lector: Imagine usted, un cerro de mediano tamaño, donde las retroexcavadoras y autos de volteo parecen carritos de juguete, Hot Wheels.
Es más, la modernización de la carretera México 15, de Estación Don a Nogales, jamás en ningún tramo se vio tan imponente como lo que está ocurriendo con esta megaobra.
In-cre-í-ble.
Así como lo leen. La magnitud de la obra se extiende a lo largo de 63 kilómetros y los resultados estarán a la vista de todos.
También son muy impresionantes las perforadoras de más de 20 metros que abren sacan los bocados de tierra por donde se introducirán los pilotes que sostendrán los puentes y pasos a desnivel.
El transporte de varilla, maquinaria pesada y agua no cesa, a ninguna hora del día.
Como ya les escribí en párrafos anteriores, no se conoce a ciencia cierta el proyecto ejecutivo de la obra, pero les compartiré algunos que se han confirmado en conferencias de prensa.
La megaobra costará 7 mil millones de pesos al gobierno federal y su construcción está a cargo de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
En el trayecto que recorrí encontré a dos entidades que desarrollan esta megaobra: Reubicación de las Vías Férreas Nogales, Sonora y Dirección General de Ingenieros, Gerencia de Proyectos, Vías Férreas Nogales, Key Capital.
La revista Forbes nos dice que Key Capital es el consorcio que también construye la “ingeniería básica” del Tren Maya.
La obra está a cargo de Salvador Fernando Cervantes Loza, el recién nombrado General de División, el penúltimo grado más alto dentro de Sedena, solo más abajo del general secretario.
Cervantes Loza fue ascendido a General de División por una pieza indispensable en el construcción de los Bancos Bienestar, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), el Aeropuerto de Tulum, el Tren Maya y el acueducto el Cuchillo II, que podría resolver el desabasto de agua en Monterrey, Nuevo León.
En los últimos días se han registrado manifestaciones por el trazo que siguen las vías del ferrocarril debido a que la población de Ímuris desconoce el Manifiesto de Impacto Ambiental (MIA) con el que se informa de la devastación ambiental de la obra y cómo se repondrán esas pérdida ecológicas.
También sabemos que esta obra afectaría una zona donde se encuentran miles de petrograbados, de una comunidad llamada Himeris, y que dichos vestigios no han sido catalogados por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Asimismo sabemos que el trazado, uno que mostraron a la población de Ímuris y del cual ellos tienen una copia, afectaría directamente a 84 familias porque la obra partiría los predios, prácticamente, a la mitad.
Además, la intensa actividad que suponen estas nuevas vías pondrían en riesgo los restos de la Misión de Cocóspera, la última estación religiosa edificada por el misionero jesuita, Eusebio Francisco Kino.
Hay razones sociales que justifican el enojo colectivo, pero también sabemos que detrás de esa inconformidad pública está el descontento monetario porque a los “afectados” no les han ofrecido el dinero que exigen por sus predios.
Al pan, pan y al vino, vino.
Hasta aquí la voy a dejar por esta semana, pero no se les olvide que los miércoles, en el noticiero del mediodía con LizFaby Navarro y David Morgan, hago una intervención para platicar a profundidad sobre el tema que escribo en esta columna. No me dejen solo.
Gracias por la lectura. Chao.