Becker García
No es ‘tutupiche’, es ‘mal de ojo’
La semana anterior, el presidente, Andrés Manuel López Obrador, apareció en la mañanera con un ojo inflamado. Dijo, que era un tutupiche y que lo había agarrado del polvo, en una gira por Oaxaca.
Para nosotros, los norteños, a esa inflamación se le llama mal de ojo, y suele ser enfadoso, pero no doloroso.
En mis tiempos de niño (uyyyy, ya sé, ya sé, pero, ¿qué quieren?, fui niño), se decía que te había salido, por ver defecar a un perro y, aún cuando muchas veces lo padecí, nunca recuerdo la escatológica acción de estar mirando a un perro en esos menesteres, de por sí, siempre he sido medio asqueroso, pues ni para donde.
Otra teoría es que, en verano, en todos los baldíos crecía una planta de flor anaranjada (nada que ver con fosfo fosfo), la cual, igual si la mirabas mucho, te producía el mal de ojo. Digo, vamos, esto no es cuestión de magia, pero, le voy a que el polen metido en el ojo te provoque esto, pero, por mirarla, no creo.
El caso es que, el ojo, por el lagrimal, suelta eso, lágrimas, que, si bien no duelen, si es enfadoso traer un pañuelo secándolas, aunque habíamos otros que, lo hacíamos con la manga de la camisa y pues ahí seguía la infección, como círculo vicioso.
Había una tercera causa probable, y era que, alguien te mandara embrujar y te apareciera, pero, pues, de chamaco no creo que me quisieran embrujar, aunque ahora sí podría darse el caso, sobre todo de parte de los abajo firmantes. Jeje..
Estoy seguro que a AMLO, no fue ninguna de esas causas, porque, ni lo veo mirando a un perro, ni a las flores naranjas (nananananaaaa) y menos que haya sido embrujado por alguien, aunque, a much@s, ganas no les falta.
La cuestión es que, la semana pasada no necesitaba el presidente de embrujos ni de esas cosas, porque ha sido una de las peores durante su mandato.
A raíz de la publicación de Tim Golden, donde habla de un supuesto apoyo de 2 millones de dólares para su campaña de 2006 de parte del narco, un mote lo ha perseguido en redes sociales sin que pueda (ni él ni sus comunicadores), zafárselo de encima y es #narcopresidente.
Durante los años anteriores, a López Obrador se le resbalaron todos los epítetos y las acusaciones de corrupción de sus cercanos, pero está no, ya lleva mucho.
Loret de Mola, el tan odiado periodista de AMLO, es quizá quien más ha insistido en sus nexos con el narco, pero sin pruebas. El último reportaje, supuestamente su equipo de reporteros entrevista a Celso Ortega, líder del grupo denominado Los Ardillos, quien dice que, en el 2006, la ordenó el Z40 trabajar para la campaña de López, porque la estaban financiando.
En cualquier país del mundo, esto sonaría a un absurdo, hacerle caso a un criminal, pero, acá en México, cuando narcos protegidos como testigos en USA, acusaron a García Luna, el propio presidente AMLO le dio valor a su palabra, luego entonces, con unos sí y con otros no, ¿O cómo?
Es evidente que, mientras más se acerca la sucesión presidencial, las críticas (ciertas o no), le harán más mella al presidente, porque hasta su misma gente cercana, está migrando a la campaña de Claudia Sheinbaum, y eso lo descoloca, a querer y no.
Bueno. ¿Entonces, cómo es que se cura el mal de ojo?… Pues la receta de mi amá era trapos con té de manzanilla, pero también, nos decía que nos untáramos, como los gatos, con nuestra propia saliva y eso ayudaba mucho y, sí, era verdad.
Entonces el caso es que, durante estos ya pasados 5 años, Andrés Manuel ha tenido mucha saliva (de lengua se come varios tacos), la cual lo ha salvado en muchas circunstancias, luego, que alguien le diga que, para la siguiente vez, se ponga salivita en el mal de ojo o tutupiche.
Y vaya que el presidente tiene saliva, por ejemplo, a fin de mes, vendrá a inaugurar el acueducto Yaqui sin estar terminado, quizá el Distrito de Riego 18 y así, como ha inaugurado dos bocas, el tren maya, es decir, de pura saliva, porque para empezar, ni agua hay casi en las presas a menos que, las llene de saliva.
Gracias por leerme.