Óscar Félix / MO
Las calles de Torranza entre Alhambra y Misión, de la colonia Santa Fe se han convertido en un escenario dantesco, donde la vida cotidiana de sus residentes es una lucha constante contra la insalubridad y la proliferación de insectos. A lo largo de estas calles, ríos de agua residual corren sin cesar, convirtiendo el vecindario en un caldo de cultivo para moscas y mosquitos.
“Las moscas están por todas partes, se meten en las casas, contaminan la comida, y los mosquitos no nos dejan dormir en paz. Sin contar el mal olor que nos asfixia a diario”, comentó una vecina.
El problema no es nuevo, pero se ha agravado en las últimas semanas al iniciar el calor. Lo que alguna vez fueron pequeñas filtraciones de agua ahora son corrientes incontrolables que arrastran basura y desperdicios por toda la calle. Los residentes están preocupados no solo por las incomodidades, sino también por los posibles riesgos a la salud.
A pesar de las constantes quejas a las autoridades locales, los vecinos aseguran que las respuestas han sido insuficientes. La comunidad ha organizado varias reuniones y enviado peticiones formales, pero hasta ahora, las promesas de reparación se han quedado en el aire.
Al recorrer las calles afectadas, la vista es desoladora. Pequeñas lagunas de agua estancada bordean las aceras, sirviendo como focos de reproducción para los insectos. Las casas, a pesar del esfuerzo de sus dueños por mantenerlas limpias, muestran signos de deterioro debido a la humedad constante.
En un intento por protegerse, algunos vecinos han instalado mosquiteros y utilizan repelentes de manera constante. Sin embargo, estas medidas solo mitigan el problema temporalmente. La falta de una infraestructura adecuada y de un mantenimiento regular del sistema de drenaje agravan la situación día a día.