Milton Martínez Estrada
Los niños: Las víctimas más inocentes de la narcoviolencia
Es inevitable escribir estas líneas conmovido por la desgracia que sufren los hijos de aquellos padres que fueron narcodesaparecidos en Sonora.
Hace unos cuatro años escribí que estos niños ¡son las víctimas más víctimas de la narcoviolencia en Sonora!, si ustedes apreciados lectores me permitieran esta desafortunada expresión.
Ahora les escribo que estos pequeños, al menos unos 250 niños contabilizados por el colectivo de Madres Buscadoras de Sonora, son las víctimas más inocentes de esta narcoguerra irregular urbana.
El pasado fin de semana, estos 250 menores tuvieron sus posadas en Hermosillo y Bahía de Kino con la noble consigna que la infamia no debe quitarles la alegría de estos días.
Les cuento esto porque 10 de estos niños no tienen a ninguno de sus padres porque la violencia se los arrebató en trágicos episodios de la vida real.
Sin ánimos de revictimizar a alguno de los pequeños, me voy a permitir contarles un caso, el más desgarrador de ellos, para efectos de que ustedes entiendan que no es posible describir la narcoviolencia sonorense sin conmoverse o empatizar profundamente con las víctimas.
Les voy a relatar la historia de María, de apenas nueve años de edad, de quien no voy a utilizar su verdadero nombre por respeto y seguridad.
María, originaria de Bahía Kino, había sido llevada por sus padres a la sierra sinaloense en búsqueda de una vida mejor, pero fue precisamente allá que la alcanzó la tragedia.
A su corta edad, María atestiguó la tortura y ejecución de su madre. El cuerpo de la mujer fue reportado a Las Madres Buscadoras de Sonora, quienes la recogieron sin vida envuelta en un viejo catre y con signos de despiadada tortura.
La pequeñísima María había montado una triste guardia de honor en derredor del catre y fue allí que conoció a Las Madres Buscadoras de Sonora.
Le atendieron las heridas del cuerpo y el alma hasta que encontraron a su padre, quien no le duró mucho tiempo porque en una de sus andanzas también lo lastimaron de muerte.
De esta manera María fue a parar con sus tías, primero, y luego con sus abuelos, no obstante nadie de sus parientes quiso hacerse cargo de ella.
Sí. En apenas 9 años observó calladamente la cruel ejecución de su madre. Recuperó la esperanza al reencontrarse con su padre y unos meses después, lo perdió para siempre. Además ninguno de sus familiares que le sobreviven la quiere cerca.
¿Ahora entienden la consternación e indignación de este quien les escribe ante estos casos que solo causan la indiferencia e indolencia de las autoridades?
Reconozco la incansable labor de Las Madres Buscadoras de Sonora, bajo el firme liderazgo de Ceci Patricia Flores, quien logra una pequeña sonrisa entre los pequeños que casi lo han perdido todo.
Agradezco el desinteresado apoyo de algunas personas para apadrinar estos festejos que realizan Las Madres Buscadoras en el centro de la entidad para estos niños.
Escribo esto porque son muchos los niños que requieren de nuestra ayuda y que nosotros podemos retribuir un poco de lo mucho que recibimos en nuestras vidas.
Los supervivientes a esta narcolucha por el territorio sonorense hemos sido testigos de una sangrienta pugna. Los hijos de los desaparecidos, quienes este fin de semana tuvieron su posada, son las principales víctimas.
Imposible de callar. Imposible de olvidar. Sonora es un rosario de tragedias y no lo que nos dicen los informes oficiales.
Entiendo que no todo se está yendo al carajo, todavía, sin embargo la estrategia de seguridad pública no es la más eficiente en frenar esta narcoviolencia.
Es un problema global y no hay muchas esperanzas de éxito en lo nacional porque la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) da a conocer en su informe anual que “los cárteles de Sinaloa y Jalisco han provocado la peor crisis de drogas en la historia de Estados Unidos”.
La Evaluación Nacional de la Amenaza que representan las Drogas en 2024 precisa que ambos carteles dictan el flujo de casi todas las drogas ilícitas hacia Estados Unidos, en particular de fentanilo y metanfetaminas.
La facilidad y el bajo costo de producir estas drogas a gran escala en México las hace altamente rentables debido a que ahora son más “potentes y más baratas” que en cualquier otro momento de la historia.
Fortuna y Poder fuego ubica en inmejorables condiciones de éxito a los barones de la droga, esa es la realidad.
Hasta aquí mi escrito de hoy. Pasen ustedes una Feliz Navidad y nos leemos el último lunes de 2024.