Lorenza Sigala / MO
“Mi nombre es Yoltzi Martínez Corrales, busco a mi hermana Yatzil, desaparecida el 27 de abril del 2010 en Acapulco, Guerrero”, así comienza el relato de una mujer que, desde hace más de una década, no deja de pronunciar un nombre que duele y que al mismo tiempo la sostiene, mientras se manifiesta en una calle concurrida de Hermosillo.
Yatzil es hermana de Yoltzi. En náhuatl, sus nombres guardan la fuerza de la memoria: Yoltzi significa “amor” y Yatzil, “corazoncito”. Dos hermanas unidas por la sangre y el origen, separadas por la violencia que probablemente arrancó a una de ellas del mapa de la vida. Desde entonces, Yoltzi, que se asume como madre, hermana y buscadora, camina con la fotografía de Yatzil en el pecho y la certeza de que el amor no desaparece.
Han pasado ya 15 años desde aquel 2010. El rastro de Yatzil llevó a su hermana hasta Sonora, a Empalme, donde se abrió una búsqueda con la esperanza de hallarla.
“Nos han querido quitar las medidas de protección. Estamos aquí en una búsqueda también en el estado de Sonora que se está realizando en Empalme. Una búsqueda que por ser disque tóxica, se paró.
¿Tóxica? Tóxica. Lo que pasa es que nosotros no elegimos cómo van a terminar nuestros familiares. Y al parecer, uno de nuestros familiares se da un testigo que estaba dentro de una pileta de aceite.
Entonces, estamos haciendo trabajos de búsqueda por allá. Nos han dejado completamente solos. Las únicas que agarramos pico y pala y que estamos atendiendo han sido las madres, Fiscalía General de la República y la Guardia Nacional con la unidad científica”, explicó con voz quebrada, pero firme.
Esa diligencia se solicitó desde hace seis años, y el mismo tiempo tardó en liberarse una orden de cateo por parte de la Fiscalía General de la República (FGR). Cuando finalmente se logró, la zona fue catalogada como “tóxica”, pues los indicios apuntaban a que los cuerpos habrían sido ocultados dentro de sustancias, incluso aceite.
La búsqueda no ha sido sencilla. Las familias desplazadas de distintos estados —Tabasco, Veracruz, Morelos, Guerrero, Michoacán, Jalisco y Sonora— llegaron sin más recurso que la esperanza. Denuncian que la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas en Hermosillo les ha negado apoyo económico y hasta un trato digno. “Hace dos días, dos compañeras no pudieron comer por no tener dinero. No es justo”, reclama Yoltzi, quien además vive bajo amenaza y porta un botón de pánico tras sufrir atentados por su activismo.
Aun así, las buscadoras permanecen. Han bloqueado calles de Hermosillo para exigir la presencia de las autoridades, con la frente en alto y el rostro cansado, pero con la misma exigencia de siempre: verdad y justicia. “Ustedes llegarán tarde a casa una hora, pero nosotras llevamos 15 años esperando que lleguen los nuestros”, dicen a quienes pasan. Y entre los nombres y rostros que se muestran en cada cartel, permanece el de Yatzil, la hermana que aún falta, el corazoncito que sostiene la lucha de su familia.El corazoncito que busca el amor: “Llevamos 15 años buscando a Yatzil (amor), mi hermana”


