Martín alberto Mendoza Salazar/MO
RINDEN TRIBUTO A MADRE TIERRA TRABAJADORES A QUIENES SE LES FUE LA VIDA CUMPLIENDO CON SU DEBER; HAY QUE CONTINUAR IMPLORANDO AL BENDITO CREADOR POR LA VIDA DE LUIS CARLOS QUE AL INTENTAR AUXILIARLOS SUFRIÓ GRAVE INTOXICACIÓN; SIGUE LUCHANDO POR SU VIDA EN HOSPITAL DE OBREGÓN; NADIE OLVIDARÁ A YOSIMAR Y SU HERMANO JONATHAN; ERAN GENTE SENCILLA, COMPROMETIDA, QUE HACÍAN SU PARTE PARA QUE LA CIUDAD FUNCIONARA MEJOR; NO ESTABAN BUSCANDO RECONOCIMIENTO NI APLAUSOS, SOLO QUERÍAN CUMPLIR, GANARSE EL PAN Y VOLVER CON LOS SUYOS; SIN EMBARGO, NO REGRESARON; LO QUE DEBÍA SER JORNADA LABORAL SE CONVIRTIÓ EN DESGRACIA; TODO PORQUE ALGUIEN FALLÓ, HUBO UNA OMISIÓN, DESCUIDO O FALTA DE RESPONSABILIDAD QUE TERMINÓ COSTANDO VIDAS; SUS HOGARES HOY GUARDAN SILENCIO DONDE ANTES HABÍA RISAS; ¿POR QUÉ DESPUÉS DE QUE SE ORDENÓ PARALIZAR LA OBRA NO SE DISPUSO DEL RESGUARDO INMEDIATO DEL ÁREA?; NO SE TRATA DE SEÑALAR PERSONAS, SINO DE IDENTIFICAR SI HUBO OMISIÓN OPERATIVA QUE PUDO HABER EVITADO CONSECUENCIAS MAYORES; PORQUE EN ESTOS CASOS LA PREVENCIÓN Y LA PRUDENCIA SON PARTE ESENCIAL DEL DEBER INSTITUCIONAL; QUIZÁS POR ELLO SE RUMORA QUE HUBO JALÓN DE OREJAS PARA TITULAR DE PROTECCIÓN CIVIL; HABRÁ QUE ESTAR ATENTOS DE LO QUE EL FISCAL, GUSTAVO SALAS CHÁVEZ CON SU SAPIENCIA JURÍDICA Y VOZ DURA VUELVA A REPETIR LO QUE TANTAS VECES HA DICHO DE QUE EN SONORA NADIE ESTARÁ POR ENCIMA DE LA LEY; SUMAN 131 DÍAS Y DORA ARMENTA SIGUE SIN SER ATENDIDA EN SU CLAMOR DE JUSTICIA
EN MEDIO de profundo dolor ayer por la tarde rindieron tributo a la madre tierra los hermanos Yosimar y Jonathan L. V., dejando imborrable estigma de suplicio y pena en sus seres queridos. Mientras que el domingo, Flavio M. A., fue llevado a su última morada, en una tragedia que se alojará en las páginas de la historia de Cajeme y, la obra del Órgano Operador Municipal de Agua Potable, Alcantarillado y Saneamiento (Oomapas) quedará marcada con esa desgracia. Las plegarias no deben silenciarse, en virtud de que hay que seguir implorando por la salud y restablecimiento de Luis Carlos R. L., quien se arrojó al pozo para salvar la vida de sus amigos y, resultó gravemente intoxicado. Continúa luchando por su vida en una unidad hospitalaria desde la misma noche del trágico viernes. En tanto, este lunes, muchos regresaron a sus rutinas y la ciudad retomó su ritmo habitual, parece que el eco de esa tragedia se va desvaneciendo entre la costumbre y la indiferencia. Pero hay quienes no podrán olvidar jamás, sus familias, sus hijos y las personas que los aman, porque para ellos el tiempo se detuvo en ese momento en que la vida se les fue cumpliendo con su deber. Ellos eran trabajadores que salieron de casa un día más, convencidos de que regresarían quizás al amanecer. Gente sencilla, comprometida, que hacía su parte para que la ciudad funcionara mejor. No estaban buscando reconocimiento ni aplausos, solo querían cumplir, ganarse el pan y volver con los suyos. Y, sin embargo, no volvieron. Lo que debía ser una jornada de trabajo se convirtió en infortunio, porque alguien falló, porque hubo una omisión, un descuido o una falta de responsabilidad que terminó costando vidas. Sus hogares hoy guardan silencio donde antes había risas. Sin afán de culpar a nadie, pero en aras de comprender con objetividad lo ocurrido, surge una pregunta inevitable: ¿Por qué, después de que se ordenó paralizar la obra no se dispuso del resguardo inmediato del área, considerando que existía un antecedente de suspensión por parte de Protección Civil y un riesgo evidente para quienes se encontraban ahí? No se trata de señalar personas, sino de identificar si hubo omisión operativa que pudo haber evitado consecuencias mayores, porque en estos casos la prevención y la prudencia son parte esencial del deber institucional. Era fundamental que se solicitara el apoyo a la Policía Municipal, debido a que resultaba apremiante la preservación del sitio y la seguridad de las personas. Quizás por ello, ayer se rumoró que le dieron un jalón de orejas a Francisco Mendoza Calderón. ¿Realmente sería cierto? …LO MÁS TRISTE de este episodio es que sucedió justo cuando nos acercamos a una de las épocas más esperadas del año, la Navidad, serán ellos los grandes ausentes. Mientras las calles se llenen de luces y los hogares de abrazos, en tres casas el dolor ocupará el lugar de la alegría. Nada puede reparar eso, pero sí se puede y se debe exigir que no quede impune. Que no se repita. Las autoridades tienen en sus manos la obligación de esclarecer lo ocurrido y de asumir con seriedad las responsabilidades. No se pide venganza, sino verdad, justicia y respeto por la memoria de quienes murieron trabajando por su ciudad. La sociedad no puede permitir que el silencio ni la costumbre borren la indignación, porque cuando el deber se cumple con la vida, lo mínimo que se debe ofrecer es justicia. La comunidad habrá de mantenerse muy atenta de lo que el Fiscal del Estado, Gustavo Rómulo salas Chávez con su sapiencia jurídica y voz dura vuelva a repetir lo que tantas ocasiones ha dicho…en Sonora nadie estará por encima de la ley. Esperemos que lo ocurrido con los tres jóvenes que indirectamente trabajaban para Oomapas no termine convirtiéndose en un recuerdo fugaz, como tantas fatalidades que conmueven unos días y luego se diluyen en el olvido…NO HAY QUE omitir que en Sonora hemos visto historias desgarradoras, como la del predio “La Antena”, en el Valle del Yaqui, donde se localizaron restos de veintiséis personas asesinadas y ni qué decir del lugar conocido como Choyudo en Hermosillo, donde fueron hallados decenas de cuerpos y, a pesar del horror, poco cambió después. No podemos permitir que vuelva a suceder lo mismo: que la indignación dure menos que el duelo, que las promesas de justicia se desvanezcan con el tiempo y que la vida de quienes murieron cumpliendo con su trabajo se reduzca a una estadística más. La diferencia entre la memoria y el olvido la marcará la voluntad de las autoridades y de la sociedad para no dejar que este hecho quede impune. Porque cada tragedia que se normaliza, abre la puerta a que se repita otra. Y porque la justicia no se demuestra con palabras, sino con resultados, con verdad y con respeto a los que ya no están. Solo habría que recordar el hallazgo de decenas de cuerpos en el predio del Choyudo no puede quedar reducido a una cifra ni a una nota más en la estadística del horror. Detrás de cada uno hay una historia, una familia que espera respuesta y una deuda moral de la Fiscalía Estatal con quienes buscan a sus desaparecidos y esto lo sabe la líder de las madres buscadoras de Sonora, Ceci Flores Armenta. Las investigaciones deben mantenerse contundentes, transparentes y libres de cualquier manipulación política o mediática. No basta con informar que se hallaron restos; se requiere identificar, esclarecer y sancionar. En Sonora ya no hay margen para la indiferencia institucional: cada omisión es una ofensa a las víctimas y una herida abierta para toda la sociedad. La Fiscalía no puede limitarse a dar comunicados ni a posar para las fotografías de campo. Se necesita un trabajo real, sostenido, respaldado por peritajes serios, tecnología forense y la colaboración de las familias. Si se permite que este caso se diluya, como tantos otros, el mensaje será devastador: que la impunidad sigue siendo el lenguaje oficial. La exigencia es clara: que se actúe con determinación, sin pactos ni simulaciones, hasta llegar a la verdad. Porque cuando la autoridad no garantiza justicia, deja de ser protector para convertirse en cómplice. De esto estaremos hablando pronto…AUNQUE EN menor intensidad, pero siguen los homicidios en calles de Cajeme. La noche del domingo fue asesinado José Guadalupe “El Pío”, en la colonia Cajeme. Quedó por fuera de una vivienda de la Sóstenes Rocha, luego de que uno de dos individuos a bordo de motocicleta le dio muerte, convirtiéndose en el séptimo ejecutado de octubre. Hay que reconocer que los crímenes han disminuido notablemente que, ahora parecieran más aislados. Sin embargo, la ciudadanía insiste en que cuándo habrá de terminarse totalmente, pero esto no va a ser posible, mientras que la Policía Ministerial no haga realmente su trabajo y reduzca el elevado rezago de averiguaciones que están anidadas en el Ministerio Público y esto deben saberlo de manera ineludible el titular de la FGJE, Gustavo Rómulo Salas Chávez, el comisario de la AMIC, Carlos Alberto Flores y el mismo delegado regional, Ricardo Revilla Celaya…DE VERDAD, pero resulta absurdo que ayer se cumplieron 131 días que Dora Armenta Buitimea, está clamando justicia para su hija Armida Guadalupe Romero Armenta, quien murió al ser arrollada por un pick up, cuyo conductor sigue gozando de libertad inmerecida, ante la intransigente postura de los funcionarios de la fiscalía, principalmente, Revilla Celaya que se ha negado a recibirla. El asunto está radicado en la carpeta de investigación SON/COB/FGE/2025/098/33119. Justo es decir que cuando una institución se olvida de las víctimas, se olvida también de su razón de existir. La Fiscalía General de Justicia no fue creada para proteger el prestigio de un funcionario, fue creada para servir a los ciudadanos. Y, sin embargo, hoy está atrapada en su propio laberinto, donde el silencio pesa más que la acción, y el discurso se repite sin voluntad de transformarse en hechos. Cada madre que no recibe respuesta, cada familia que espera en vano, es una prueba de que algo no funciona. El rezago es la muestra más clara de una Fiscalía sin dirección. Un rezago que no avanza, que se convierte en costumbre, que se normaliza hasta volverse parte del paisaje. Pero detrás de cada carpeta empolvada hay una vida truncada, un hogar roto, un derecho pisoteado…Luego seguimos, Dios mediante.


