Martín Alberto Mendoza

SEPARAN DE CARGO A COORDINADOR ESTATAL DE PROTECCIÓN CIVIL PARA DAR TRANSPARENCIA A INDAGATORIAS DEL INCENDIO EN WALDO´S; AYER MURIÓ OTRA PERSONA Y ESCALA A 24 CIFRA DE VÍCTIMAS; PARA NADIE ES UN SECRETO QUE HUBO NEGLIGENCIA HUMANA Y ALGUIEN TIENE QUE RESPONDER POR ELLO; FISCALÍA DE SONORA NO PASA POR BUEN MOMENTO; PARA COLMO, LOS VICEFISCALES, TANTO DE CONTROL DE PROCESOS COMO DE INVESTIGACIÓN, PARECEN ESTAR SOLO DE ADORNO; NO SE LES VE EN NINGÚN LADO, NI DIRIGIENDO PESQUISAS DE ALTO IMPACTO NI COORDINANDO ESTRATEGIAS COMO SE HACÍA ANTES; CUANDO LOS DELEGADOS REGIONALES Y VICEFISCALES SE PRESENTABAN EN LOS LUGARES DE LOS HECHOS, OBSERVABAN, ANALIZABAN Y, CON SU EXPERIENCIA; TOMABAN DECISIONES JURÍDICAS FIRMES QUE LOGRABAN RESULTADOS Y HACÍAN QUE LOS CRIMINALES PAGARAN EL PRECIO DE SU HABER; HOY TODO ESO SE PERDIÓ; LA DISTANCIA DE MANDOS, INDIFERENCIA Y EL MIEDO A ASUMIR RESPONSABILIDADES HAN DEJADO A LA FISCALÍA CONVERTIDA EN UN CASCARÓN VACÍO; EL SILENCIO PESA MÁS QUE LA JUSTICIA Y DONDE LA IMPUNIDAD SE VOLVIÓ LA NUEVA NORMA; REMEMORA TROPA JUBILADA QUE EN CAJEME HUBO UNA GENERACIÓN DE POLICÍAS QUE MARCARON ÉPOCA; HOMBRES Y MUJERES QUE DIERON VIDA, ENERGÍA Y VALOR A LOS MOMENTOS MÁS DUROS DE NUESTRA HISTORIA RECIENTE; AQUELLOS AÑOS NO ERAN FÁCILES, PERO TENÍAN ALGO QUE HOY SE EXTRAÑA PROFUNDAMENTE, HABÍA ESPÍRITU DE CUERPO, LEALTAD, SERVICIO Y RESPETO POR LA MISIÓN; COMO SIEMPRE SE HA RESALTADO AQUÍ QUE EL COMANDANTE JESÚS ESTRADA MEDINA FUE UNO DE ESOS PILARES; IMPOSIBLE DEJAR PASAR POR ALTO A LA COMANDANTE MIRNA RAQUEL ESPINOZA OLIVAS, QUE REPRESENTÓ LA FUERZA FEMENINA DE LA CORPORACIÓN DE AQUELLAS FECHAS; RECIA, DECIDIDA, CON CARÁCTER DE HIERRO Y CON UNA VOZ QUE IMPONÍA RESPETO

MUY ACERTADA la decisión del mandatario sonorense, al separar del cargo al coordinador estatal de Protección Civil, Carlos Armando Castañeda Sánchez, para mayor transparencia a la investigación del incendio registrado el sábado en la tienda de importaciones Waldo’s de Hermosillo. Es coherente la postura del jefe del Ejecutivo estatal, al referir que se tiene que evitar que sea juez y parte, pero ojala que igualmente se actúe en caso de imputársele alguna responsabilidad, aunque mientras las indagaciones estén a cargo de la Fiscalía General de Justicia del Estado no creemos que así suceda, otra perspectiva sería si el caso es atraído por la Fiscalía General de la República (FGR) como lo planteó el ex subprocurador de justicia, Héctor Contreras Perez, durante una entrevista radiofónica que se escuchó este miércoles en la ciudad capital, quien a su juicio consideró que las pesquisas deben ser atraídas por FGR y ante ello habría que cuestionar al actual delegado estatal de esa dependencia federal, Francisco Sergio Méndez, en torno a esta propuesta que Contreras Pérez sustentó, luego de destacar que la federación cuenta con mejores equipos técnicos en cuanto a peritos y expertos en la materia. Entonces si creemos que Castañeda Sánchez difícilmente pueda verse favorecido con la condescendencia de la federación. Para nadie es un secreto que hubo negligencia humana y alguien tiene que responder por ello. No pueden, ni deben generar un escenario favorable para aquellos que tenían la responsabilidad de evitar la muerte de las veinticuatro personas y las lesiones de cuatro personas que luchan por su vida; cuatro en hospitales capitalinos y otra en una unidad Shriners del Estado de Arizona, a donde fue trasladada, debido a la gravedad de sus quemaduras. Ayer, falleció un hombre de 80 años. Antes de dejar el tema respecto a las averiguaciones de este espantoso siniestro, ayer comentaba que la Fiscalía de Sonora no pasa por buen momento. Y para colmo, los vicefiscales, Ramón Tadeo Gradías Enríquez como Jesús Francisco Moreno Cruz, tanto de Control de Procesos como de Investigación, parecen estar solo de adorno. No se les ve en ningún lado, ni dirigiendo investigaciones de alto impacto ni coordinando estrategias como se hacía antes, cuando los delegados regionales y vicefiscales se presentaban en los lugares de los hechos, observaban, analizaban y, con su experiencia, tomaban decisiones jurídicas firmes que lograban resultados y hacían que los criminales pagaran el precio de su haber. Hoy todo eso se perdió. La distancia de los mandos, la indiferencia y el miedo a asumir responsabilidades han dejado a la Fiscalía convertida en un cascarón vacío, donde el silencio pesa más que la justicia y donde la impunidad se volvió la nueva norma…A RAÍZ de la breve remembranza que hice en la edición de ayer de la imperecedera figura y trayectoria del extinto comandante, don Jesús Estrada Medina, surgió la charla con grandes amigos que ahora son policías jubilados e hicieron recordar inolvidables hechos de tiempos vividos, pero, eso sí, colmadas de nostalgia y remembranzas. En Cajeme hubo una generación de policías que marcaron una época. Hombres y mujeres que dieron vida, energía y valor a los momentos más duros de nuestra historia reciente. Servidores públicos que enfrentaron el peligro con temple, que caminaron bajo la lluvia y el sol con la misma convicción, proteger a las familias cajemenses. Aquellos años no eran fáciles, pero tenían algo que hoy se extraña profundamente, había espíritu de cuerpo, lealtad, servicio y respeto por la misión. Como siempre se ha resaltado aquí que el comandante Jesús Estrada Medina fue uno de esos pilares. Hombre serio, pulcro, de hablar elegante y trato respetuoso con quien debía. Tenía la virtud de entender a las personas con solo mirarlas; sabía cuándo alguien mentía y cuándo el miedo hablaba por la verdad. Era un estratega y un psicólogo natural y práctico. Recuerdo notable hecho que sucedió una noche lluviosa, eran cerca de las nueve, cuando un operativo terminó grabado en la memoria de muchos. Estrada estaba en la acera izquierda, con su .357 Magnum en mano y su fiel metralleta que él le decía “la patona” que lo acompañó en las peores y mejores batallas, recuerdo que durante cuarenta minutos el enfrentamiento se prolongó, el agresor, desde su departamento donde se resguardaba, salía a disparar y se ocultaba de nuevo. El comandante Estrada se mantuvo firme, sin perder la calma, hasta que, con un solo disparo, puso fin al ataque. “Ya cayó el fiambre”, dijo simplemente. El operativo terminó, y con él la amenaza de quien momentos antes había asesinado a una persona por fuera de un cuarto donde se alojaba en la colonia Cortinas. Era la justicia sin discursos, con nervios de acero y convicción absoluta. Como en alguna ocasión comenté, la última vez que lo vi fue en el café Bibi, en la calle Sonora. Desayunaba tranquilo, con esa misma serenidad que lo acompañó toda su vida. Ahí saludé a un hombre que dejó un cúmulo de enseñanzas y una honestidad a prueba de todo…OTRO DE LOS inolvidables amigos fue el comandante Marcos Felipe Quintana Camacho quien también dejó escuela. Hombre capaz, muy cercano a su equipo de homicidios, conocía cada expediente como si fuera personal. No había caso que se quedara sin resolver. Se le veía de madrugada en los operativos, hombro a hombro con sus investigadores. Para ese grupo no existían los horarios, solo la misión cumplida. Era gente muy comprometida con su quehacer. Imposible dejar pasar por alto a la comandante Mirna Raquel Espinoza Olivas, que representó la fuerza femenina de la corporación de aquellas fechas. Recia, decidida, con carácter de hierro y una voz que imponía respeto. Siempre dispuesta a salir al frente, jamás permitió que ningún delincuente se impusiera ante la ley. Su energía contagiaba y su ejemplo quedó grabado en cada operativo que encabezó. El ahora catedrático y abogado Alejandro Valle Jaramillo, junto con su inseparable compañero René López Cervantes, encarnaron la eficacia pura. Durante más de dos décadas fueron el terror de quienes tenían una orden de aprehensión pendiente. No dejaban escapar a nadie. Con disciplina y sagacidad lograban que toda persona con mandamiento judicial terminara donde debía: en el ahora llamado Centro de Reinserción Social (Cereso), cumpliendo su sentencia, misión que realizaban enfundados en sus uniformes primero de Policía Judicial del Estado, después PEI y en el ocaso de su carrera policial activa bajo las siglas de la Agencia Ministerial de Investigación Criminal (AMIC)  Como no mencionar al también catedrático y conferencista penal José Luis Sígala Servín inició sus pasos en 1997, al lado de Estrada Medina y Quintana Camacho, Yaser Apodaca, Armenta Espinoza. Bien recuerdo que, de policía investigador antisecuestros, fue Agente de Ministerio Público, luego delegado regional en Caborca y finalmente director general en la Fiscalía Estatal. Un verdadero servidor público de carrera, entregado a su trabajo, que dignificó cada cargo que ocupó con firmeza, inteligencia y sentido humano. Y junto a ellos, una lista de nombres que merecen memoria y respeto: él como el Teniente José Osorio Torres, el agente desaparecido Juan Pedro Martínez Torres, el comandante Manuel de Jesús Félix Velázquez (QEPD), el Chalito, el Pupis y Carlitos Álvarez. Todos ellos, valientes, leales, formados en la calle, en la acción, en el deber. Siguieron los pasos de aquellos gigantes, enfrentaron la oscuridad de la noche con el coraje que solo da la convicción de servir. Cada uno dejó una historia, una enseñanza y una huella profunda. Fueron policías de los que ya casi no quedan, forjados en la disciplina y el valor. Cuando las instituciones atraviesan un tiempo de sombras, vale la pena recordar a quienes construyeron la verdadera esencia del servicio público. Ellos no buscaban reflectores ni aplausos, buscaban justicia. A esos hombres y mujeres que dieron su vida y su energía por la seguridad de Cajeme les debemos más de lo que imaginamos. Que su legado nos recuerde que la grandeza del uniforme no está en quien lo porta, sino en lo que representa. En honor a los verdaderos y leales servidores públicos que nunca se rindieron. Mucha enseñanza, convicción y mística de servicio que hoy está ausente en las calles de Ciudad Obregón. Un servicio público muy lejano y empañado por la soberbia y arrogancia de quienes han aprendido otros asuntos menos cabalidad e integridad, aunque no todos. Por eso vivimos con una seguridad pública entre el miedo y la simulación…Luego seguimos, Dios mediante.

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