Martín Alberto Mendoza
ENVUELTO POR LA COSTUMBRE VIVE EL MUNICIPIO; LO QUE ANTES ESTREMECÍA, HOY APENAS PROVOCA UN SUSPIRO RESIGNADO; LOS DISPAROS EN LA MADRUGADA YA NO HACEN SALIR A NADIE DE SU CASA; LAS SIRENAS SE ESCUCHAN Y SE ASUMEN COMO PARTE DEL PAISAJE SONORO DE UNA CIUDAD QUE APRENDIÓ A SOBREVIVIR SIN ESPERANZA; NADIE SE ASOMBRA PORQUE EL MIEDO YA NO GRITA: SE VOLVIÓ PARTE DEL AIRE; Y ESE SILENCIO, EL MÁS PELIGROSO DE TODOS, ES EL QUE MANTIENE VIVA LA IMPUNIDAD; EN CAJEME YA NO HAY SOBRESALTO, SOLO RUTINA EN LA TRAGEDIA; LA GENTE YA NO ESPERA JUSTICIA, SOLO QUE DÍA TERMINE SIN QUE EL NOMBRE DE UN CONOCIDO APAREZCA EN UNA LISTA MÁS; HOY LA JUSTICIA EN SONORA PARECE MEDIRSE EN LIKES; LA FISCALÍA ESTATAL ACTÚA SOLO CUANDO UN VIDEO SE VIRALIZA O UNA DENUNCIA SE VUELVE TENDENCIA; SI NO HAY RUIDO MEDIÁTICO, NO HAY INDAGACIÓN; ES LAMENTABLE QUE LA ACCIÓN INSTITUCIONAL DEPENDA DEL IMPACTO EN REDES Y NO DE LA GRAVEDAD DEL DELITO; AYER EN LA MAÑANA, EN LA COLONIA PRIMAVERA, SE DIO UN ATAQUE ARMADO Y LUEGO UN INCENDIO EN UNA VIVIENDA QUE ERA UTILIZADA COMO “TIRADERO” DE DROGAS; UN HOMBRE DE 68 AÑOS MURIÓ VÍCTIMA DE LOS IMPACTOS DE BALA QUE RECIBIÓ Y OTRO MÁS RESULTÓ LESIONADO; DE NUEVA CUENTA EMPIEZA A ESCALAR VERTIGINOSAMENTE CIFRA DE EJECUTADOS; MÉXICO PARECE CONDENADO A REPETIR SUS TRAGEDIAS; EL ASESINATO DEL ALCALDE CARLOS MANZO EN URUAPAN Y EL DEL ABOGADO Y EX PROCURADOR ABEL MURRIETA EN OBREGÓN, SON DOS HERIDAS ABIERTAS QUE REVELAN UNA VERDAD INCÓMODA: EN ESTE PAÍS, LA VALENTÍA SE PAGA CON LA VIDA Y LA JUSTICIA NO LLEGA; OTRA VEZ LA TRAGEDIA RECORDÓ QUE PROTECCIÓN CIVIL SIGUE OPERANDO MÁS COMO OFICINA DE PAPELEO QUE COMO SISTEMA DE PREVENCIÓN.
CAJEME vive sitiado por la costumbre. Lo que antes estremecía, hoy apenas provoca un suspiro resignado. Los disparos en la madrugada ya no hacen salir a nadie de su casa; las sirenas se escuchan y se asumen como parte del paisaje sonoro de una ciudad que aprendió a sobrevivir sin esperanza. Las familias adelantan la noche, los jóvenes evitan las calles, los negocios cierran temprano. Nadie se asombra porque el miedo ya no grita: se volvió parte del aire. Y ese silencio, el más peligroso de todos, es el que mantiene viva la impunidad. En Cajeme ya no hay sobresalto, solo rutina en la tragedia. Los cuerpos aparecen, los números crecen y las autoridades repiten el mismo discurso de siempre, como si las muertes fueran parte de una estadística inevitable. No hay presencia policial efectiva, no hay inteligencia operativa, y lo más grave: no hay voluntad real de cambiar el rumbo. La gente ya no espera justicia, solo que el día termine sin que el nombre de un conocido aparezca en una lista más. Hoy la justicia en Sonora parece medirse en likes. La Fiscalía Estatal actúa solo cuando un video se viraliza o una denuncia se vuelve tendencia. Si no hay ruido mediático, no hay investigación. Es lamentable que la acción institucional dependa del impacto en redes y no de la gravedad del delito. El fiscal Gustavo Rómulo Salas Chávez debería entender que no se gobierna desde Facebook ni se imparte justicia desde una publicación. La gente necesita resultados, no boletines. Porque mientras la Fiscalía mide su imagen, el municipio sigue contando muertos…JUSTAMENTE, la mañana de ayer, en la colonia Primavera, se dio un ataque armado y luego un incendio en una vivienda que era utilizada como “tiradero” de drogas. Un hombre de 68 años murió víctima de los impactos de bala que recibió y otro más resultó lesionado. Este cuenta con 93 años de edad. El siniestro se originó, cuando una de las balas impactó la parte posterior de un refrigerador y comenzó a escapar gas y al generarse un corto circuito estallaron las llamas provocando el incendio en la casa ubicada en Las Misiones entre Monasterios y Paseo Miravalle. Hay que recordar que ese mismo sitio ya había sido escenario de mortal agresión que dejó un saldo similar de una persona sin vida y otra más lesionada. Semanas atrás muy cerca de ahí, sobre la Paseo Miravalle casi esquina con Misiones igualmente fue baleado el conductor de un vehículo pick up. Parecieran que sicarios pertenecientes a un grupo rival de la delincuencia al que opera en ese sector mantiene constante presencia y es cuando se originan sangrientos y mortales desencuentros. Tal parece que las víctimas de este viernes eran padre e hijo. Con la muerte del sexagenario se incrementa a cinco el número de homicidios en el comienzo del séptimo día de noviembre. Por lo pronto, el comandante del sector, Daniel Navarro Salas, de seguro que se mantendrá muy expectante con una vigilancia más sólida y robusta para tratar de desalentar la presencia de criminales. Otro que por igual tendrá que hacerlo durante el fin de semana es su homólogo de la Ussi sur, Miguel Roberto Beltrán Cuamea, ya que los cuatro crímenes anteriores se perpetraron en el cuadrante cuatro…EN OTRA VERTIENTE, México parece condenado a repetir sus tragedias. El asesinato del alcalde Carlos Manzo en Uruapan y el del abogado y ex procurador Abel Murrieta en Cajeme, son dos heridas abiertas que revelan una verdad incómoda: en este país, la valentía se paga con la vida y la justicia nunca llega. Ambos hombres desafiaron el poder criminal, ambos denunciaron sin miedo y de frente y los dos fueron silenciados bajo la misma sombra: la de un Estado ausente, incapaz o simplemente indiferente. En Cajeme, Abel Murrieta cayó en plena calle California, en medio de su campaña electoral, mientras repartía volantes y saludaba gente. Ningún escolta, ningún operativo, ninguna prevención. Lo mataron frente a todos y la respuesta institucional fue la de siempre: promesas, comunicados y conferencias de prensa que se olvidan a la semana. Cuatro años después, la investigación sigue sin rostro, y los culpables caminan entre los mismos pasillos donde se decidió mirar hacia otro lado. En Uruapan, donde el estallido social cada vez cobra más fuerza, el alcalde Carlos Manzo fue ejecutado en público durante una celebración del Día de Muertos. Lo habían amenazado, lo sabían vulnerable y aun así nadie lo protegió. Lo más indignante es que el arma usada ya estaba ligada a otros crímenes y, aún así, nadie la había rastreado. La Fiscalía de Michoacán y las autoridades federales repiten el mismo libreto de siempre: condena, condolencias y olvido. Dos asesinatos distintos, un mismo mensaje: no hay gobierno que proteja, no hay fiscalía que investigue y no hay justicia que valga más que el silencio. En Sonora, el Fiscal del Estado dirige una institución que actúa solo cuando la presión pública la obliga; en Michoacán, el crimen dicta las reglas del poder local. Y mientras las autoridades calculan su imagen y redactan boletines, México sigue enterrando a quienes todavía creen que decir la verdad vale la pena…EN LA PALPITANTE sobrevivencia en nuestra entidad; otra vez la tragedia recordó que Protección Civil en Sonora sigue operando más como oficina de papeleo que como sistema de prevención. El caso Waldo’s exhibió negligencias que pudieron evitarse y hoy retumban con mucha fuerza al advertir que mientras la investigación permanezca en manos de la Fiscalía estatal, la transparencia será una promesa vacía según dicen los expertos juristas. Mientras Hermosillo busca responsables, en Cajeme el silencio también pesa. Han pasado ya días desde la tragedia del Plano Oriente, donde tres trabajadores perdieron la vida en una obra de drenaje y hasta hoy nadie ha respondido. Ni la FGJE ha informado avances ni Protección Civil ha explicado qué medidas correctivas adoptó. Todo se diluye entre comunicados tibios y discursos oficiales que no cambian nada. ¿Están realmente supervisadas las obras que se construyen en Ciudad Obregón? ¿Quién revisa los techos, los andamios, las conexiones eléctricas, los accesos de emergencia? Habrá que preguntárselo a Francisco Mendoza Calderón, Coordinador de la Unidad Municipal de Protección Civil. La memoria todavía duele al recordar aquel accidente del puente peatonal entre Villa Bonita y Nueva Esperanza, la noche del martes 17 marzo del 2015, donde una abuela y su nieta cayeron al canal por el deterioro del puente. La niña, de apenas siete años y de nombre Ana Alejandra, nunca volvió a casa a Villa Bonita ante el insondable dolor de su madre. Cada tragedia en Sonora tiene el mismo sello: omisiones, informes incompletos y silencio institucional. No se trata solo de errores humanos, sino de una cultura de permisividad que permite que la historia se repita. Protección Civil no puede seguir siendo la oficina del después, la que llega cuando todo está perdido y el luto vuelve a teñir la ciudad. Urge que alguien despierte antes de que otra historia se escriba con las mismas lágrimas. Porque detrás de cada tragedia no solo hay cables sueltos, estructuras vencidas o protocolos fallidos, hay también funcionarios que eligieron mirar hacia otro lado. Protección Civil no puede seguir siendo el refugio de la indiferencia ni el escudo de quienes temen asumir responsabilidades. Si quienes la dirigen no entienden que su tarea es prevenir y no administrar el luto, entonces son parte del mismo desastre que dicen combatir…Y, ENTRE TANTAS historias que se apagan en el tiempo, hay nombres que siguen dejando huella por su esfuerzo y constancia. Tal es el caso de Manolo Villarreal de Acha, hijo de mi inolvidable compadre Manuel Villarreal Vázquez, fundador de la empresa Grúas Villarreal, quien supo desde joven absorber los valores y principios de su padre: trabajo, responsabilidad y palabra cumplida. Hoy, ese legado se mantiene firme bajo su conducción, consolidando a Grúas Villarreal como una de las empresas más sólidas y respetadas en Cajeme. Su historia no se cuenta con discursos ni reflectores, sino con hechos, con servicio diario y con la misma visión con la que su padre levantó el nombre de la familia, trabajar bien, servir con lealtad y mantener la frente en alto. No hay más que decirle al tremendo Manolo que siga adelante con la misma fuerza y humildad que lo distinguen…Luego seguimos, Dios mediante.


