Martín Alberto Mendoza
CAJEME SE AHOGA EN UNA VIOLENCIA QUE NO SE DETIENE Y QUE YA NO INDIGNA, DUELE, CANSA, ROMPE; LA VIDA AQUÍ SE MIDE POR LOS SOBRESALTOS Y POR LA INCERTIDUMBRE DE SABER SI EL DÍA ALCANZARÁ A TERMINAR SIN OTRA TRAGEDIA; ESTO YA NO ES UN TEMA DE PERCEPCIÓN, ES LA REALIDAD CRUDA QUE GOLPEA A CADA FAMILIA, A CADA COLONIA Y A CADA CALLE; Y MIENTRAS NO SE ACTÚE CON DECISIÓN, CON HUMANIDAD Y CON RESULTADOS REALES, SEGUIREMOS ESCRIBIENDO LO QUE NADIE QUIERE LEER, QUE EN CAJEME LA MUERTE SE VOLVIÓ RUTINA Y LA JUSTICIA UNA PROMESA VACÍA; APREMIA LA SALIDA DE LOS ALTOS MANDOS DE LA SSPM Y DARLES OPORTUNIDAD A PERSONAS QUE SI TENGAN EL DESEO DE SERVIR A LA SOCIEDAD QUE OBSERVA Y CALLA Y AUNQUE SE DICE QUE AUTORIDADES ACTÚAN LO HACEN SIN SINCRONÍA; ES COMO SI EL RELOJ DEL CRIMEN CORRIERA UNOS PASOS ADELANTE DEL RELOJ DEL ESTADO; Y EN MEDIO DE ESA DESCOMPENSACIÓN, LOS CAJEMENSES APRENDEMOS A VIVIR CON MIEDO Y A MORIR CON RESIGNACIÓN; URGE RECUPERAR EL SENTIDO HUMANO DE LA SEGURIDAD: EL QUE SE MIDE NO POR CIFRAS NI POR ARMAS ASEGURADAS, SINO POR VIDAS SALVADAS; APURA QUE SE HAGA UN TRABAJO DE INVESTIGACIÓN QUE LLEGUE A LA VERDAD, QUE LAS ESTRATEGIAS NO SEAN APARATOSAS SINO EFECTIVAS; Y QUE LAS AUTORIDADES NO PERMITAN QUE LA VIOLENCIA IMPONGA SU PROPIA CUOTA, PORQUE LA SANGRE DE LOS INOCENTES NUNCA DEBERÍA SER PARTE DEL COSTO DE GOBERNAR; ES POR DEMÁS LAMENTABLE QUE LA VIOLENCIA EN CAJEME YA NO SOLO SE MIDE POR BALAS O DESAPARICIONES, SINO POR SENSACIÓN DE QUE EN CUALQUIER MOMENTO PUEDE PASAR ALGO QUE ROMPA OTRA VEZ LA CALMA; LO MÁS TRISTE ES QUE CADA HECHO PARECE SORPRENDER MENOS, COMO SI ESTUVIÉRAMOS APRENDIENDO A CONVIVIR CON EL HORROR; AL IGUAL QUE LA CIUDADANÍA CREO QUE ES MOMENTO DE REACCIONAR DISTINTO, CON UNIDAD Y CON CARÁCTER; NO CON DISCURSOS VACÍOS NI CON ESTADÍSTICAS FRÍAS, SINO CON DECISIONES FIRMES, CON PRESENCIA REAL Y CON UNA VOZ CIUDADANA QUE NO SE CALLE
HAY QUE decirlo en su justa dimensión: Cajeme se ahoga en una violencia que no se detiene y que ya no indigna, duele, cansa, rompe. La vida aquí se mide por los sobresaltos y por la incertidumbre de saber si el día alcanzará a terminar sin otra tragedia. Esto ya no es un tema de percepción, es la realidad cruda que golpea a cada familia, a cada colonia y a cada calle. Y mientras no se actúe con decisión, con humanidad y con resultados reales, seguiremos escribiendo lo que nadie quiere leer, que en Cajeme la muerte se volvió rutina y la justicia una promesa vacía. Resulta extremadamente preocupante para familias que al levantarse encuentren algún cadáver ensangrentado como sucedió la mañana de este lunes, en calles Fernando Galaz y Miguel Mexía, en colonia Sonora donde descubrieron el cadáver de un joven que de primer momento temían se tratara de menor de edad. El abatido e inerte cuerpo estaba a pasos de una clínica médica. Más tarde, la víctima fue identificada como Kevin, de 18 años. Hay que destacar que mientras sus restos eran velados cerca de la medianoche en Funeraria Hernández, en Norman Borlaug entre Mariano Escobedo y bulevar Ramírez, aparecieron sicarios y aunque inicialmente se ventiló la versión que habían baleado a dos, solo resultó ser uno. Se trata de José Roberto, de 18 años…DESPUÉS DE esta agresión y ante el asombro y desconcierto de autoridades policíacas y militares, generadores de violencia, se movilizaron a la colonia Rincón del Valle del Valle y protagonizaron balaceras. De ahí se trasladaron a calles Águila y Leandro Soto Galindo, en Villas del Sol y atacaron a balazos a un sujeto identificado como Efraín “El Payin”, a quien dejaron por muerto, pero al ser revisado por socorristas todavía tenía signos vitales y fue llevado a recibir atención a un nosocomio. Todo sucedió en media hora. Y, como siempre los encargados de la seguridad pública volvieron a dar palos de ciegos, al no capturar a ninguno de los presuntos agresores que como fantasmas se esfumaron. Hay que decir que fue un arranque de semana muy violento, porque además en una colonia de la Comisaría de Cócorit fue baleada una mujer en pleno mediodía aprovechando que la vigilancia a cargo de José Eduardo Jaramillo Soto definitivamente no está a la altura de las necesidades del servicio, como tampoco lo está el contralmirante de Marina y Secretario de Seguridad Pública Municipal, Claudio Cruz Hernández, al igual que el director operativo, Erick Gabriel Campos González. Hay que entender que ninguno de los dos no pudo con el paquete y hay que dejarse de caprichos al tratar de sostenerlos en el cargo bajo el espurio argumento que están dando resultados, cuando los acontecimientos demuestran estrictamente lo contrario. Apremia su salida y darles oportunidad a personas que sí tengan el deseo de servir a la sociedad que observa y calla y aunque se dice que las autoridades actúan lo hacen sin sincronía. Es como si el reloj del crimen corriera unos pasos adelante del reloj del Estado. Y en medio de esa descompensación, los cajemenses aprendemos a vivir con miedo y a morir con resignación. Urge recuperar el sentido humano de la seguridad: el que se mide no por cifras ni por armas aseguradas, sino por vidas salvadas. Apura que se haga un trabajo de investigación que llegue a la verdad, que las estrategias no sean aparatosas sino efectivas, y que las autoridades no permitan que la violencia imponga su propia cuota, porque la sangre de los inocentes nunca debería ser parte del costo de gobernar…ES POR DEMÁS lamentable que la violencia en Cajeme ya no solo se mide por balas o desapariciones, sino por la sensación de que en cualquier momento puede pasar algo que rompa otra vez la calma. Y lo más triste es que cada nuevo hecho parece sorprender menos, como si estuviéramos aprendiendo a convivir con el horror. Al igual que la ciudadanía creo que es momento de reaccionar distinto, con unidad y con carácter. No con discursos vacíos ni con estadísticas frías, sino con decisiones firmes, con presencia real y con una voz ciudadana que no se calle. Porque mientras sigamos viendo hacia otro lado, la violencia seguirá encontrando nuevas formas de hacerse sentir. Mucho se ha insistido en que en el ámbito operativo hay que fortalecer la “Policía de Confianza” y crear un “Mando Limpio” son pasos necesarios para recuperar la credibilidad. Porque la seguridad no se impone con armas, sino con presencia, con comunidad y con esperanza. Cajeme aún puede levantarse, pero requiere acción, inteligencia y voluntad real para volver a creer. Continúa fallando la coordinación, la planeación y la prevención. Falta una inteligencia policial aplicada al territorio, no detrás de los escritorios. Se requiere mapear zonas de riesgo, entender la dinámica de los grupos que operan, y actuar con información, no con improvisación. Pero, sobre todo, falta compromiso político y social: si las autoridades siguen actuando como si esto fuera un ciclo inevitable, la violencia seguirá renovándose con nuevas caras y nuevas víctimas y esto deben entenderlo con mucho énfasis no solo mandos policiacos, sino militares como el nuevo comandante de la 4ta Zona Militar, el General Brigadier del Estado Mayor, José Manuel Guevara Castillo y el vicealmirante de la Secretaria de Marina de la 2da Región Naval con sede en Guaymas, Daniel Escobedo, así como el encargado estatal de la Guardia Nacional en la entidad, comisario general, Anastasio Santos Álvarez, quien tendrá que poner especial atención en Ciudad Obregón considerada como la sexta urbe más violenta e insegura en territorio mexicano…ES INDISPENSABLE insistir en que es tiempo que la GN se sume realmente al combate a la delincuencia en Cajeme y deje de andarse paseando tibiamente por las calles. Cuenta con la preparación necesaria para investigar y escudriñar cada sector en busca de especímenes armados. Su movilidad debe ser más dinámica y acertada para dar con los responsables de la violencia que envuelve al municipio. Lo mismo tendrá que hacer el delegado estatal de la Fiscalía General de la República (FGR) en Sonora, Francisco Sergio Méndez impulsando con fuerza a la Policía Federal Ministerial que forma parte de la Agencia de Investigación Criminal. Desde hace tiempo que debieron haberse sumado a la lucha que diariamente se libra con grupos delincuenciales. Para ello deben recurrir a labores de inteligencia e investigaciones de campo para dar con las madrigueras de esas hordas criminales que día con día siguen tiñendo con el color de la tragedia a la localidad. Es hora que salgan a patrullar e indagar entre la población que vive aterrorizada por lo que ocurre a todas horas del día. Si bien es cierto que se han cometido diecinueve homicidios en 17 días de noviembre, pero también hay que tomar en cuenta que en hospitales convalecen dieciséis personas lesionadas a balazos, muchas de ellas, como ya lo dijimos: están debatiéndose entre la vida y la muerte, como consecuencia de las heridas que sufrieron. Es momento de marcar un basta a mortales hostilidades en Ciudad Obregón…RESULTA hondamente preocupante como Cajeme se está quedando sin espacios seguros incluso en lo que debería ser el terreno natural de la juventud. Para muchos padres este tipo de hechos representan una alarma directa porque, mientras sus hijos intentan convivir o divertirse, la violencia los alcanza sin distinguir edades ni momentos. La autoridad investiga, pero la comunidad vive el golpe inmediato. Otro ataque, otra noche interrumpida, otra reflexión que se impone por sí sola: en el municipio la vida nocturna dejó de ser un riesgo menor y se volvió parte del mismo problema mayor que seguimos sin resolver. La violencia se desborda y mensajes de la delincuencia buscan confundir a la ciudadanía mientras la semana cierra con cifras alarmantes como sucedió del lunes 10 al domingo 16 de noviembre con trece asesinatos. Se reitera que Obregón vive una realidad que ya no se puede maquillar. Las cifras no mienten; los hechos tampoco. La violencia avanza y los discursos criminales se disfrazan de verdad para generar ruido. Pero la única referencia válida debe ser la que provenga de las instituciones que están en la calle, enfrentando lo que muchos solo observan desde lejos…Luego seguimos, Dios mediante.


