Jesús Palomares /MO
En Yávaros, el panorama para los pescadores vuelve a tensarse. Con la llegada del frío, también se arriman a la orilla distintas especies de tiburón —incluso blancos— y las faenas se vuelven más peligrosas, señaló Ramón Valenzuela Ruelas.
“No sabemos si vienen por falta de alimento o si llegan a desovar; son muchos factores”, agregó el representante de la cooperativa Loma Parda.
El dirigente recordó que apenas la semana pasada un barco sardinero observó un tiburón en la misma zona donde los buzos trabajan, “solo un poco más a lo hondo”, lo que confirma el riesgo latente. Sin embargo, la necesidad pesa más que el miedo.

“Con riesgo o sin riesgo tenemos que ir, porque hay mucha necesidad. El camarón no dio, la jaiba tampoco, y las deudas siguen: permisos, equipamiento y, sobre todo, la comida de la familia”, enfatizó.
A esta situación se suma el cierre de las jaulas de protección por parte del IMIPAS, argumentando —según Conapesca— que los tiburones podrían morir al chocar con los barrotes. Pero para los pescadores, la prioridad es otra.
“Por seguridad del ser humano debería haber una mesa de trabajo, que vengan a hablar con los buzos y pescadores para buscar alternativas. La jaula sirve de protección”, recalcó.
El próximo primero de diciembre, más de 120 buzos saldrán en busca de callo de hacha, muchas veces por apenas dos o tres kilos que dejan entre 800 y mil pesos.
“Se está arriesgando bastante al ser humano, y no es justo que vuelva a pasar otro accidente cuando se puede prevenir”, consideró.
La urgencia es clara: los pescadores seguirán saliendo, porque no tienen otra opción. Pero piden ser escuchados antes de que una nueva tragedia vuelva a sacudir las costas de Yávaros.


