Martín Alberto Mendoza Salazar

ANTE AUSENCIA DE INVESTIGACIONES REALES DE LA FISCALÍA ESTATAL CONTINÚAN SUMÁNDOSE CRÍMENES EN LA LOCALIDAD; NOCHE DEL MARTES OTRO INDIVIDUO FUE PRIVADO DE LA VIDA EN DOMICILIO DE LA NUEVA GALICIA; NO SE TRATA SOLO DE OMISIONES INSTITUCIONALES, SINO DE UNA INCAPACIDAD ESTRUCTURAL QUE SE REFLEJA EN CADA CASO SIN RESOLVER; SINO EN CADA CARPETA MAL INTEGRADA Y EN CADA FAMILIA QUE TERMINA SABIENDO MÁS DE LA MUERTE O DESAPARICIÓN DE SU SER QUERIDO QUE LOS PROPIOS AGENTES MINISTERIALES; PARA NADIE ES UN SECRETO QUE EN CAJEME YA NO HAY PERSECUCIÓN DE RESPONSABLES; HAY PAPELEO. YA NO HAY CRIMINALÍSTICA; HAY SIMULACIÓN; LO ÚNICO QUE SE VE TRABAJAR AHÍ SON IMPRESORAS, PORQUE LOS AGENTES, LOS PERITOS Y LOS MANDOS PARECEN HABER RENUNCIADO A LA MISIÓN MÁS BÁSICA QUE TIENEN: INVESTIGAR; NO EXISTE SEGUIMIENTO PUNTUAL, NO EXISTEN AVANCES PÚBLICOS, Y, LO MÁS GRAVE, NO EXISTE VOLUNTAD; MIENTRAS QUE CLAUDIO CRUZ HERNÁNDEZ ES EL ROSTRO Y LA MUESTRA MÁS EVIDENTE DE LA DESCONEXIÓN QUE EXISTE ENTRE MANDOS Y LA REALIDAD; SU NOMBRE APARECE EN ACTOS PÚBLICOS, REUNIONES, ENTREVISTAS, PERO NO EN OPERATIVOS; SU PRESENCIA SE NOTA EN FOTOS OFICIALES, NO EN COLONIAS AFECTADAS POR LA VIOLENCIA; EL MUNICIPIO NECESITA MANDOS QUE ENSUCIEN LAS BOTAS; NECESITA LÍDERES QUE ESTÉN EN LA ESCENA DEL CRIMEN ANTES QUE LOS REPORTEROS, NO QUE LLEGUEN DESPUÉS ÚNICAMENTE PARA SALIR EN LA FOTO; NECESITA ESTRATEGIA, NO DISCURSOS;  QUEDA CLARO: TANTO LA FISCALÍA COMO EL MANDO ESTATAL PREFIEREN REPLICAR UN GUION POLÍTICO ANTES QUE ENFRENTAR LA CALLE QUE ARDE BAJO SUS NARICES; ESA COMODIDAD DESDE LAS OFICINAS FRÍAS, ESA DISTANCIA DEL TERRITORIO, ES LO QUE TIENE HOY A CIUDAD OBREGÓN DE RODILLAS ANTE EL CRIMEN; CAJEME NECESITA DESPERTAR, PORQUE HOY FUERON ELLOS, PERO MAÑANA PUEDE SER CUALQUIERA; NADIE ESTÁ EXENTO, NI TIENE GARANTIZADO REGRESAR A SU HOGAR

A NOVENTA seis horas de que concluya noviembre los homicidios mantienen de manera irremediable una escalada. La noche del martes se cometió el número veintisiete. Fue ultimado Jesús Gabriel, por desconocidos que lo sorprendieron en la sala de la casa que habitaba, en la colonia Nueva Galicia. De esta forma, se destruyó otra vida, al margen de las circunstancias que hayan dado motivo a este nuevo crimen…MUCHO SE ha insistido en que la ausencia de investigaciones reales por parte de la Fiscalía es ya un escándalo público. No se trata solo de omisiones, sino de una incapacidad estructural que se refleja en cada caso sin resolver, en cada carpeta mal integrada y en cada familia que termina sabiendo más de la muerte o desaparición de su ser querido que los propios agentes ministeriales. La institución dirigida por Gustavo Salas Chávez se ha convertido en un memorial de excusas: investigaciones que no avanzan, peritajes tardíos, líneas de trabajo que se abren, pero nunca se siguen, entrevistas improvisadas y una carencia brutal de métodos. Es indignante ver cómo una institución completa puede permanecer paralizada mientras la violencia arrasa con jóvenes, mujeres y hasta policías sin que nadie en ese edificio blindado sea capaz de articular una investigación sólida. Para nadie es un secreto que en Cajeme ya no hay persecución de responsables; hay papeleo. Ya no hay criminalística; hay simulación. Lo único que se ve trabajar ahí son las impresoras, porque los agentes, los peritos y los mandos parecen haber renunciado a la misión más básica que tienen: investigar. No existe seguimiento puntual, no existen avances públicos, y, lo más grave, no existe voluntad. La Fiscalía ha perfeccionado el arte de poner pretextos, mientras perfecciona también su indiferencia ante cada asesinato y desaparición…AHÍ TENEMOS el caso del contralmirante Claudio Cruz Hernández que es el rostro y la muestra más evidente de la desconexión que existe entre los mandos y la realidad. Su nombre aparece en actos públicos, reuniones, entrevistas, pero no en operativos. Su presencia se nota en fotos institucionales, no en colonias afectadas por la violencia. Es más, ni en el lugar de los hechos donde fue privado de la libertad uno de sus subalternos. Fue a verlo cuando estaba ante el Ministerio Público. Tal parece estar más interesado en política, en mantenerse vigente en eventos y en posar frente a cámaras que en liderar verdaderamente una corporación que agoniza. Porque quien dirige la seguridad de Cajeme no puede darse el lujo de tener el uniforme impecable todos los días, sin una mancha de polvo, sin una gota de sudor, sin una huella de calle. Ese tipo de pulcritud solo la tiene quien no opera, quien no entra a campo, quien no camina, quien no persigue, quien no está donde la gente muere. El municipio necesita mandos que ensucien las botas. Necesita líderes que estén en la escena del crimen antes que los reporteros, no que lleguen después únicamente para salir en la foto. Necesita estrategia, no discursos. Necesita acción, no poses espurias como decía don Jesús Estrada Medina (QEPD) y quien lo recuerda con claridad es ahora el ex Amic, abogado y catedrático, Alejandro Valle Jaramillo, quien por mucho tiempo fue segundo de a bordo del incorruptible excomandante. Pero hoy queda claro: tanto la Fiscalía como el mando estatal prefieren replicar un guión político antes que enfrentar la calle que arde bajo sus narices. Y esa simulación, esa comodidad desde las oficinas frías, esa distancia del territorio, es lo que tiene hoy a Ciudad Obregón de rodillas ante el crimen. Cajeme necesita despertar, porque hoy fueron ellos, pero mañana puede ser cualquiera. Nadie está exento, nadie tiene garantizado regresar a casa, nadie puede decir con certeza que la violencia no tocará su puerta. Hoy los nombres son Angélica Lourdes y Raymundo, así como, José Gilberto el policía que intentó ayudarlo; mañana puede ser un vecino, un amigo, un hermano, un hijo. La violencia no distingue profesiones, edades ni colonias. La única línea que separa a un ciudadano de convertirse en víctima es que no le haya tocado todavía. Es urgente entender que lo que ocurre no es una cifra aislada ni un caso más para el archivo; es una advertencia. Cuando la autoridad deja de investigar, cuando los mandos prefieren salir limpios en las fotos antes que ensuciar las botas en el terreno, cuando la Fiscalía convierte cada tragedia en trámite y cada carpeta en un estorbo, la vida de todos queda expuesta. Nadie puede sentirse seguro en una ciudad donde los responsables caminan libres y las víctimas terminan olvidadas en un expediente incompleto…PARA MUCHOS la indiferencia institucional no es solo un problema administrativo, es una sentencia silenciosa que cae sobre toda la comunidad y esto debe quedarle muy claro al delegado regional de la FGJE, Ricardo Revilla Celaya, porque si la Fiscalía no actúa hoy por ellos, tampoco actuará mañana por usted, por mí, por cualquiera de nuestros hijos. La seguridad dejó de ser un derecho y se convirtió en una lotería cruel donde gana únicamente quien tiene suerte. Cajeme no puede continuar aceptando esto como destino. Transformar esta realidad no es un acto de valentía: es un acto de supervivencia. Aquí, hoy más que nunca, la tragedia de unos debe ser la alarma de todos. Porque mañana, Dios no lo quiera, podría ser nuestra familia a la que le toque suplicar por justicia. Ser padre en estos tiempos es una tarea que exige más firmeza, más presencia y más responsabilidad que nunca. La realidad que vive Cajeme obliga a reflexionar profundamente sobre lo que permitimos, lo que ignoramos y lo que dejamos pasar. Muchos jóvenes están creciendo sin límites, sin guía y sin la supervisión que antes se consideraba básica. Hoy los vemos salir sin saber con quién se juntan, qué lugares frecuentan o qué decisiones están tomando a espaldas de su propia familia. Y en una ciudad tan lastimada, esa permisividad puede costar una vida. Los padres deben entender que no se trata de controlar, sino de proteger. De estar, de preguntar, de hablar, de supervisar, de marcar límites. Porque lo que afuera es peligro, dentro del hogar debe ser un ancla. No podemos dejar a los jóvenes a la deriva en un entorno donde las malas decisiones y las malas compañías están al alcance de cualquiera. Se necesita diálogo, confianza y, sobre todo, autoridad. Sí, autoridad. La que corrige, la que guía, la que incomoda cuando hace falta…LA CIUDADANÍA sabe que el dolor de muchas familias no empezó el día en que perdieron a un hijo; empezó mucho antes, cuando dejaron de ver señales, cuando normalizaron actitudes, cuando creyeron que “eran cosas de jóvenes”, cuando pensaron que nunca les pasaría. Hoy esa idea se derrumba frente a una realidad cruel: nadie está blindado contra el riesgo. Los jóvenes necesitan padres presentes, no amigos complacientes. Necesitan límites claros, horarios, reglas, estructuras. Necesitan que les digan “no”, aunque no les guste; que les expliquen por qué ciertas conductas pueden destruirlos; que les muestren con hechos que su seguridad está por encima de cualquier capricho. No se trata de dureza, se trata de amor. Un amor que cuida, que previene, que establece fronteras para que ellos no crucen las que nadie debe cruzar. En una ciudad donde la violencia no da tregua, criar con manos suaves puede ser un arma de doble filo. La juventud necesita guía firme, presencia constante y decisiones que los mantengan lejos del peligro…MIENTRAS algunos sectores reaccionan con inquietud ante el simple rumor de cambios en la FGJE, conviene recordar que el debate público merece equilibrio, memoria y honestidad. No todo lo que se dice en redes refleja el verdadero pulso institucional ni la trayectoria de quienes, durante años, han sostenido al sistema de procuración de justicia desde el trabajo real, no desde la especulación mediática. En ese sentido, la figura de la maestra Ana Luisa Chávez Haro merece ser analizada con serenidad y con apego a los hechos. Se trata de una profesional con décadas de servicio en el estado de Sonora, con experiencia sólida como agente del Ministerio Público, con formación jurídica completa y con un historial que la vincula directamente al trabajo técnico y operativo, algo que no se improvisa ni se hereda por nombramiento. De esto les hablaré después…Luego seguimos, Dios mediante.

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