Martín Alberto Mendoza Salazar
TODAVIA NO DESPUNTABA EL ALBA DE LA MAÑANA Y CAJEME YA CARGABA NUEVA TRAGEDIA; ADOLESCENTE DE APENAS 17 AÑOS FUE ULTIMADA A TIROS POR UN SUJETO; LA ACOMPAÑABAN DOS MENORES MÁS; UNA DE 13 Y OTRA DE 15 AÑOS; PROVENÍAN DEL CUMPLEAÑOS DEL NOVIO DE UNA DE ELLAS; UNOS AMIGOS LAS HABÍAN LLEVADO HASTA LA AZORES Y AHÍ LLEGARON LOS CRIMINALES EN OTRO AUTOMÓVIL; LA VÍCTIMA QUEDÓ TENDIDA EN PLENA VIA PÚBLICA; VIVÍA EN LA ALAMEDA HACIA DONDE SE DIRIGÍAN AL ESCRIBIRSE SU TRÁGICO FIN; FUE LA EJECUTADA NÚMERO 29 DE NOVIEMBRE; LA 5TA MUJER DEL ACTUAL PERIODO Y LA 48 DE 2025; ESCENARIO REFLEJA LA CRUDEZA DE UNA VIOLENCIA QUE NO SE DETIENE NI RESPETA HORARIOS, CALLES O CIRCUNSTANCIAS; DOLOROSAMENTE LA CIUDAD DESPIERTA CON LA NOTICIA ANTES QUE, CON LA LUZ, Y ESE HECHO POR SÍ SOLO HABLA DEL ESTADO EN QUE SE ENCUENTRA EL MUNICIPIO; CADA AMANECER DEBERÍA TRAER ACTIVIDAD, ESPERANZA, MOVIMIENTO; SIN EMBARGO, EN CAJEME DÍAS INICIAN CON CINTAS AMARILLAS, PATRULLAS SILENCIOSAS Y FAMILIAS QUE SE ESTREMECEN ANTE OTRA VIDA ARREBATADA; LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES SE HA CONVERTIDO EN UN TERMÓMETRO DOLOROSO QUE MUESTRA EL NIVEL DE DESCOMPOSICIÓN QUE SE VIVE EN DIVERSAS COLONIAS; MIENTRAS LA CIUDADANÍA INTENTA MANTENER SU RUTINA, LA REALIDAD GOLPEA DESDE LAS PRIMERAS HORAS, RECORDANDO QUE LA SEGURIDAD SIGUE SIENDO UNA DEUDA PENDIENTE; NO ES SOLO UNA CIFRA MÁS; ES UNA MUJER MÁS QUE LASTIMOSAMENTE COMENZABA A VIVIR; UNA FAMILIA MÁS; UN HOGAR ROTO ANTES DE QUE EL DÍA COMIENCE; Y ES TAMBIÉN UNA ALERTA QUE SE REPITE, UNA LLAMADA A PONER ATENCIÓN EN UN MUNICIPIO QUE AMANECE CON SOMBRAS EN LUGAR DE CLARIDAD; OPACIDAD INFORMATIVA EN LA SSPM
AÚN NO despuntaba el alba de la mañana y Cajeme ya cargaba con una nueva tragedia. La quinta mujer ejecutada en lo que va del mes fue ultimada en las primeras horas de la mañana. Todavía no amanecía. Había oscuridad y en medio de la calle Azores y Marquesas, en Villa Bonita, ahí quedó el cuerpo abatido de una adolescente de 17 años, ante la perpleja mirada de sus amigas que la acompañaban; una de 13 años y la otra de 15. Las tres provenían de la fiesta del novio de una de ellas celebrada en ese sector. Lo que indica que no durmieron en sus hogares. La pregunta obligada: ¿Y, sus padres que no se dieron cuenta de ello? Ahora bien, el escenario refleja la crudeza de una violencia que no se detiene ni respeta horarios, calles o circunstancias. Dolorosamente la ciudad despierta con la noticia antes que con la luz, y ese hecho por sí solo habla del estado en que se encuentra el municipio. Cada amanecer debería traer actividad, esperanza, movimiento; sin embargo, en Cajeme los días inician con cintas amarillas, patrullas silenciosas y familias que se estremecen ante otra vida arrebatada. El caso se suma a una cadena de agresiones que ya no pueden considerarse aisladas. La violencia contra las mujeres se ha convertido en un termómetro doloroso que muestra el nivel de descomposición que se vive en diversas colonias. Mientras la ciudadanía intenta mantener su rutina, la realidad golpea desde las primeras horas, recordando que la seguridad sigue siendo una deuda pendiente. No es solo una cifra más. Es una mujer más que lastimosamente comenzaba a vivir. Una familia más. Un hogar roto antes de que el día comience. Y es también una alerta que se repite, una llamada a poner atención en un municipio que amanece con sombras en lugar de claridad. Nuestra ciudad merece mañanas distintas, mañanas donde la primera noticia no sea la confirmación de otra víctima. Pero para que eso suceda, la violencia tiene que dejar de ser la que marque el reloj de la comunidad. Hoy, deplorablemente, volvió a hacerlo antes de que el sol saliera. Aunado a que se dio en un sector donde la vigilancia preventiva a cargo de José Antonio Angulo Reyes, quien, quizás es la persona menos idónea para ocupar ese cargo. Nada que ver con el trabajo que en su momento realizó el extinto comandante Víctor Hugo Valdez Picos, quien nunca escatimó esfuerzos. De seguro que muchas familias de ese sector lo recuerdan con especial gratitud…APENAS en la edición de ayer jueves comentaba que ser padre en estos tiempos es una tarea que exige más firmeza, más presencia y más responsabilidad que nunca. La realidad que vive el terruño obliga a reflexionar profundamente sobre lo que permitimos, lo que ignoramos y lo que dejamos pasar. Muchos jóvenes están creciendo sin límites, sin guía y sin la supervisión que antes se consideraba básica. Hoy los vemos salir sin saber con quién se juntan, qué lugares frecuentan o qué decisiones están tomando a espaldas de su propia familia. Y en una ciudad tan lastimada, esa permisividad puede costar una vida. Como padres debemos entender que no se trata de controlar, sino de proteger. De estar, de preguntar, de hablar, de supervisar, de marcar límites. Porque lo que afuera es peligro, dentro del hogar debe ser un ancla. No podemos dejar a los jóvenes a la deriva en un entorno donde las malas decisiones y las malas compañías están al alcance de cualquiera. Se necesita diálogo, confianza y, sobre todo, guía firme, presencia constante y decisiones que los mantengan lejos del peligro. Porque el día de mañana, cuando veamos una noticia trágica, no queremos que aparezca el nombre de uno de nuestros hijos en esa nota. La prevención empieza en casa, con los padres, con la forma en que acompañan y moldean el rumbo de quienes más quieren. Estemos alertas, con la prudencia que estos tiempos demandan y con el sentido de responsabilidad que cada familia merece. No se trata de caer en excesos ni en acciones que comprometan la ley, sino de mantener los ojos abiertos, escuchar lo que pasa en nuestras calles, conocer los movimientos de nuestros hijos y estar atentos a cualquier señal que no encaje con la tranquilidad del hogar. La seguridad empieza en la capacidad de anticiparnos, de observar, de no minimizar lo que puede convertirse en un riesgo. Estar alertas es un acto de cuidado, no de confrontación. Es proteger sin provocar, es prevenir sin exponerse, es caminar con cautela en una ciudad que nos exige sabiduría y serenidad. La violencia no debe paralizarnos, pero sí recordarnos que la atención es una herramienta de vida. Mantenernos informados, comunicados y unidos como comunidad es parte de nuestra responsabilidad. Cada paso prudente que demos hoy puede evitar una tragedia mañana. Actuemos con firmeza, con cabeza fría y con el corazón dispuesto a cuidar lo más valioso: nuestras familias…DESPUÉS del triste suceso observamos como oficiales de la Agencia Ministerial de Investigación Criminal (AMIC) iban y venían por vías aledañas ante la premisa de dar con los asesinos y no justamente porque se los haya ordenado el comisario de AMIC, Carlos Alberto Flores o mucho menos el comandante de la unidad operativa local, Marco Antonio Almada Coronado, porque seguro estoy que no les interesa lo que sucede en este municipio. Mucho menos a los vicefiscales Ramón Tadeo Gradias Enríquez y Jesús Francisco Moreno Cruz, de control de procesos e investigaciones, quienes hasta donde se sabe nunca han pisado el Centro Integral de Procuración de Justicia, menos ahora que Ciudad Obregón está en llamas. Volviendo al paisaje mañanero, igualmente observamos a un grupo de policía estatales a cargo del comandante Huberto González Mexía, quien está a cargo de la vigilancia del conurbano sector del norte de la localidad. Antes de dejar el tema es necesario decir que con la muerte de la menor Yaepsi P. S., suman cuarenta y ocho mujeres asesinadas en 2025 en Ciudad Obregón…CIUDADANOS muy preocupados por lo que estamos viviendo comentan que existen arterias viales donde la seguridad pareciera dejar de existir, principalmente en la noche, aunque Claudio Cruz Hernández lo refute y diga lo contrario. Incluso hay colonias donde la autoridad se desvanece al caer la noche describen un fenómeno profundo. La inseguridad no aparece de golpe, se construye lentamente cuando la vigilancia deja espacios vacíos y cuando el habitante siente que su entorno quedó sin resguardo. En sectores como la colonia Cajeme, Benito Juárez, Las Haciendas, Libertad, México y Russo Voguel, la ausencia de patrullaje se ha convertido en un recordatorio silencioso de que la seguridad es frágil y que la delincuencia avanza cuando la presencia institucional se reduce. Por supuesto que esto es algo preocupante, ya que el riesgo más grave es que esta situación termine normalizándose. Que las ejecuciones, los robos y los hechos violentos sean vistos como parte de la vida diaria y no como una advertencia de que algo debe corregirse. En Cajeme existe una realidad que pocas autoridades mencionan con claridad. Hay colonias y sectores donde, al caer la noche, el patrullaje simplemente se desvanece. No es una percepción aislada, es un patrón que se repite en calles específicas y en barrios ya bien conocidos por la ciudadanía y donde la vigilancia se diluye y la presencia policial se vuelve excepcional en lugar de constante. Son zonas donde la delincuencia opera con familiaridad, donde las motos sin placas circulan con libertad y donde los vecinos aprenden a vivir bajo la prudencia que impone la ausencia de presencia policial…ANTES DE concluir también es necesario hablar de la opacidad informativa que existe en la Jefatura de Policía y Tránsito. Desde hace cuatro años, tras la llegada del Contralmirante Claudio Cruz Hernández, inexplicablemente se decidió operar sin un área formal de Comunicación Social. Esto convirtió al municipio en el único en Sonora que no cuenta con una estructura oficial para informar a la ciudadanía, lo que ha generado un ambiente donde prácticamente no se comunican avances, estrategias o decisiones relevantes. Incluso en administraciones anteriores, como la encabezada por Cándido Tarango Velázquez, existía mayor apertura informativa. Con sus limitaciones, se mantenían espacios para comunicar acciones y explicar lo que sucedía. Hoy ese puente prácticamente desapareció…Luego seguimos, Dios mediante.


