Rafael Rentería / MO
La escasez de lluvias en Sonora ha obligado a los apicultores a modificar sus métodos de trabajo para garantizar la supervivencia de sus colmenas.
El apicultor, Alfonso Yescas, reconoció que sin floración natural, las abejas carecen del alimento necesario para producir miel y mantenerse sanas.
“La sequía ha disminuido drásticamente la actividad apícola en la región, al grado de afectar hasta en un 80% la producción de miel. El problema inicia con la falta de lluvia: sin lluvia no hay flores, y sin flores no hay néctar”, afirmó.
Como respuesta, resaltó, muchos productores están optando por alimentar artificialmente a sus abejas con soluciones de azúcar y vitaminas, o trasladar las colmenas a lugares donde aún existe vegetación con acceso a agua, en una práctica conocida como trasumancia.


