Óscar Félix / MO

Para quienes transitan por el primer cuadro de Cajeme, la imagen de Lucía Madrid es una escena familiar y conmovedora.

A sus 66 años, se le ve a diario, con escoba en mano, luchando incansablemente contra la suciedad de las calles y banquetas.

Desde las 7 de la mañana, su jornada de limpieza se extiende por varias cuadras, llegando incluso hasta el Palacio Municipal.

Pero detrás de su inagotable labor hay una historia de amor incondicional.

Viuda, Lucía no está sola; su hogar en la colonia Valle Verde es compartido con seis perros y seis gatos, a quienes cuida con dedicación.

La compañía de sus mascotas es un consuelo en su vida, marcada por una profunda tragedia: la trágica muerte de su hijo, Miguel Ángel, en un accidente de motocicleta.

Cada día, Lucía Madrid no solo barre las calles, sino que también carga en su corazón el dolor de una pérdida que la acompaña.

Su trabajo, más que una tarea, parece ser una forma de honrar la vida y de seguir adelante, mostrando un espíritu admirable que se ha convertido en parte esencial del paisaje urbano.

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