Lorenza Sigala / MO
El mes de agosto quedó marcado como uno de los meses más violentos del año en la capital sonorense. A lo largo de 30 días, al menos 23 personas perdieron la vida en hechos de sangre registrados en distintos puntos de la ciudad, desde colonias populares hasta zonas rurales, con escenas que exhiben no sólo el alto nivel de criminalidad, sino la saña con que operan los grupos armados.
Los reportes oficiales, sumados a hallazgos realizados por colectivos de búsqueda y a incidentes documentados por cuerpos de emergencia, reflejan un patrón de ejecuciones a balazos, cuerpos abandonados en terrenos baldíos, asesinatos dentro de viviendas y hasta restos cárnicos enviados como mensajes intimidatorios.
Ejecuciones en carretera y construcciones abandonadas
El mes abrió con dos crímenes de alto impacto. La mañana del 1 de agosto, un joven de entre 25 y 30 años fue hallado asesinado a balazos en la carretera Hermosillo–La Colorada; junto a su cuerpo quedaron casquillos de arma corta y huellas de rodado de vehículo. Ese mismo día por la tarde, el colectivo Buscadoras por la Paz localizó el cadáver de otro joven dentro de una construcción abandonada en la colonia Sierra Bonita, con lesiones en el rostro y un arma blanca tirada a un costado.
Balaceras en colonias populares
El 5 de agosto, en la colonia Nueva Castilla, un ataque armado dejó dos jóvenes muertos: uno falleció en el sitio y otro en el hospital. Tres días después, el 8 de agosto, la violencia recrudeció con dos casos: en la colonia Villas del Sur apareció un hombre con cinta alrededor del cuello, mientras que en República de Belice y Salazar, otro joven fue ejecutado con fusil AK-47; en el lugar quedaron once casquillos calibre 7.62.
Asimismo durante los primeros minutos del 8 de agosto un ciclista fue acribillado a balazos en república de Belice y Salazar se trataba de un joven de aproximadamente 30 o 35 años de complexión delgada tez morena clara estatura media cabello largo barba y bigote que vestía camiseta color anaranjada short color negro y calzado deportivo color azul marino.
Trascendió de acuerdo a lo oficial que el cuerpo de la víctima quedó junto a una bicicleta y así mismo 11 casquillos percutidos para arma larga.
Víctimas en arroyos, expendios y predios baldíos
El 6 de agosto, en un arroyo de la Cerrada Villa Hidalgo, fue encontrado el cuerpo desnudo y en descomposición de un hombre identificado como Julio César. Horas después, otro hombre murió al interior de un expendio en Hacienda de la Flor, donde se desplomó tras pedir agua; aunque se habló de consumo de drogas, el deceso se sumó a la lista de muertes violentas bajo investigación.
El 10 de agosto fue particularmente sangriento. En Banús se halló un cuerpo ejecutado con heridas de bala en tórax y cabeza, mientras que en Nueva Ilusión un hombre de 55 años fue asesinado en su humilde cuarto de madera. Además, esa misma fecha, en la colonia Jorge Valdés Muñoz se localizaron manchas de sangre en un salón de eventos, donde se confirmó que un menor de edad estuvo involucrado en los hechos.
Un día después, el 11 de agosto, se reportó el hallazgo de un cadáver en pleno monte, lo que elevó aún más la tensión en una ciudad que para entonces ya contabilizaba más de diez homicidios en apenas diez días.
Mientras tanto un colectivo de búsqueda fichó como localizada sin vida a una joven desaparecida en el mes de abril qué respondía al nombre de Edith Claraelisa Aguilar Aguamea en Hermosillo.
Cadáveres en lagunas y restos humanos en paquetes
El 13 de agosto, vecinos de Urbi Villas del Prado reportaron un cuerpo flotando en una laguna, en avanzado estado de descomposición. Ese mismo día, en la colonia San Benito, un repartidor de plataforma entregó un paquete con carne De cerdo y un narcomensaje, un hecho que estremeció a la ciudad por la brutalidad y el método usado para enviar amenazas.
Una segunda mitad del mes igual de sangrienta
La violencia no cedió en la segunda parte del mes. El 18 de agosto se registraron dos asesinatos: en la colonia Real del Carmen, un hombre con antecedentes delictivos murió baleado tras ser atacado por sujetos en un sedán negro; y en Palo Fierro, otro fue ejecutado dentro de un domicilio donde quedaron casquillos de arma corta y un vehículo abandonado.
El 24 de agosto, en la colonia 5 de Mayo, un hombre fue asesinado dentro de su vivienda con al menos siete disparos. Un día después, en Tierra Nueva, otro fue encontrado brutalmente golpeado hasta la muerte en el interior de una casa.
El 27 de agosto, En la esquina de las calles cerro centinela y sin nombre de la Colonia Solidaridad, el de nombre Iván Alberto, de 40 años, fue ultimado al interior de su vivienda quedando su cuerpo recostado sobre un sillón mostrando heridas producidas por proyectil de arma de fuego así mismo quedó tirado a un costado de bolsas conteniendo marihuana y cristal.
El 28 de agosto, A menos de 24 horas de ocurrido el primer ataque, en el Cerro Centinela de la colonia Manlio Fabio Beltrones, fue asesinado un hombre con heridas de bala y lesiones de arma blanca en clavícula. Al día siguiente, en El Ranchito, otro fue ejecutado a tiros en un callejón, donde vecinos aseguraron haber escuchado detonaciones durante la madrugada.
Finalmente, el 30 de agosto, en el Coloso Alto, el cadáver de un hombre de 60 años fue hallado en estado de putrefacción dentro de una vivienda; presentaba heridas de bala en la cabeza y lesiones punzocortantes.
Colonias más golpeadas
Entre las colonias más mencionadas en los reportes de homicidios durante agosto destacan Banús, Nueva Castilla, Nueva Ilusión, Villas del Sur, Real del Carmen, Palo Fierro, 5 de Mayo, Tierra Nueva, Ranchito, Solidaridad y Manlio Fabio Beltrones. Todas ellas comparten un común denominador: zonas con fuerte presencia de grupos delictivos, precariedad social y un patrón de violencia cada vez más normalizado.
Un mes que refleja la crisis de seguridad
En total, agosto cerró con más de 20 homicidios dolosos en Hermosillo, un promedio de un asesinato casi cada 36 horas, sin contar los cuerpos en estado de descomposición que aún se investigan.
Los métodos van desde ejecuciones con rifles de asalto hasta asfixia con cinta, tortura y abandono de restos humanos en lugares públicos. El mensaje es claro: Hermosillo vive una crisis de violencia que ya no distingue entre colonias populares y zonas residenciales, y que golpea a familias enteras que conviven con el eco de las balaceras y los hallazgos macabros.


