Martín Alberto Mendoza
SIGUEN AL ALZA LAS MUERTES VIOLENTAS; CIFRAS GRITAN A VOCES QUE ALGO ESTÁ FALLANDO EN MUNICIPIO; DEJAN A UNO DESMEMBRADO EN BOLSA DE PLÁSTICO CERCA DE LA BELLAVISTA; DÍA TRAS DÍA CALLES DE CIUDAD OBREGÓN NO OFRECEN PAZ SINO UN ESCENARIO DE ESPERA Y TEMOR; TANTO QUE SE DIJO EN UNA ENTREGA DE PATRULLAS A LA MUNICIPAL QUE YA NO HABÍA PRETEXTOS PARA QUE SE CUMPLIERA CON VIGILANCIA Y PREVENCIÓN DEL DELITO; SIN EMBARGO, CONTINUAMOS EN LAS MISMAS; UNA MUERTE POR DÍA UN SALDO QUE DEJA SIN EXCUSAS A LAS AUTORIDADES Y SIN CONSUELO A FAMILIAS; ¿DÓNDE ESTÁ LA PAZ QUE NECESITAMOS PARA SALIR A LA CALLE, ABRIR NEGOCIOS, CONVIVIR SIN TEMER POR LA ESPALDA?; ¿QUÉ HACER CUANDO EL DOLOR SE CONVIERTE EN COSTUMBRE Y EL MIEDO PASA DE SER EXCEPCIÓN A RUTINA?; YA NO ES POSIBLE DECIR “EL DÍA PASÓ SIN NOVEDAD” CUANDO CADA AMANECER AGREGA UN HUECO MÁS EN LA COMUNIDAD; EXIGIMOS QUE ESTE CICLO DE VIOLENCIA TERMINE Y QUE RECUPEREMOS EL DERECHO A CAMINAR SIN MIRAR SOBRE HOMBRO; SEGURIDAD NO SE PRESUME; SE DEMUESTRA CON LUZ QUE FUNCIONA, PATRULLAS QUE LLEGAN Y UNA CIUDAD QUE VUELVE A CAMINAR SIN SOBRESALTO; EL DÍA QUE VIALIDADES DE LA LOCALIDAD RECUPEREN SU IR Y VENIR SIN MIEDO, SABREMOS QUE CAJEME DEJÓ DE HABLAR EN VOZ BAJA; TODOS LOS DÍAS TENER QUE ESPERAR A VER QUIÉN SE CONVIERTE EN LA PRÓXIMA VÍCTIMA NO ES NADA HALAGADOR; EN LA MUNICIPAL EXISTEN TANTO HOMBRES Y MUJERES QUE QUISIERAN TENER LA OPORTUNIDAD DE PORTAR ESE UNIFORME CON ORGULLO; DE SERVIR CON HONOR, DE GANARSE EL RESPETO EN LA CALLE Y, SIN EMBARGO, AHÍ SIGUEN LOS MISMOS, LOS QUE NO NACIERON PARA ESO, LOS QUE OBEDECEN A CONVENIENCIAS Y CALLAR ANTE LO INJUSTO; ARMIDA ROMERO ARMENTA 5 MESES SIN JUSTICIA
ARRANCAMOS la semana con otro homicidio; ahora se trató de un hombre que dejaron desmembrado dentro de una bolsa de plástico, en el fraccionamiento Otancahui. Han transitado veintisiete días del mes de octubre y ya se cuentan 28 muertes violentas, una cifra que grita a voces que algo ha fallado. Día tras día, las calles de Ciudad Obregón, en el municipio de Cajeme, no ofrecen paz sino un escenario de espera y temor. Solo en este mes, una muerte por día, un saldo que deja sin excusas a las autoridades y sin consuelo a la sociedad y tanto que se dijo en una entrega de patrullas a la Secretaría de Seguridad Pública Municipal que ya no había pretextos y mucho menos excusas para que no se cumpliera con las tareas de vigilancia y prevención. Antes se aducía que faltaban unidades policíacas para cumplir con esa tarea, pero al solventar el municipio esa necesidad quedó en claro que ya no habría justificación para mejorar los recorridos y patrullajes. Por supuesto que el mensaje fue claro para el ahora contralmirante Claudio Cruz Hernández y el director operativo, Erick Gabriel Campos González, pero decepcionantemente seguimos igual. Los indicadores lo confirman: la urbe figura entre las más peligrosas del mundo, con tasas que superan los homicidios por cada cien mil habitantes. Y cuando los muertos se acumulan, ¿dónde están las estadísticas oficiales que aclaren si la tendencia se revierte o se agrava? ¿Dónde está la paz que necesitamos para salir a la calle, abrir negocios, convivir sin temer por la espalda? ¿Qué hacer cuando el dolor se convierte en costumbre y el miedo pasa de ser excepción a rutina? Se nos exige actuar, que la autoridad presente cifras reales y transparentes, que la sociedad participe activa y no resignadamente, y que no aceptemos como normal ver la muerte como parte del día a día. Porque las víctimas eran personas, sueños, proyectos interrumpidos. No solo números para informes que nadie lee. Ya no es posible decir “el día pasó sin novedad” cuando cada amanecer agrega un hueco más en la comunidad. Exigimos que este ciclo de violencia termine y que recuperemos el derecho a caminar sin mirar sobre el hombro. Que no esperemos más buenas noticias para comprender que basta. Que la paz no sea una promesa más, sino un hecho concreto…RESULTA ineludible de manera simple y urgente dejar constancia de ese cambio de pulso y exigir, sin estridencias, lo elemental que devolvería la normalidad. ¿Dónde están los patrullajes visibles con horarios y áreas verificables? ¿Qué tiempo real de respuesta ofrece el 911 en la franja urbana? ¿Qué acompañamiento efectivo tienen los comercios nocturnos para operar sin convertir la noche en riesgo? No se pide sublevación ni discursos encendidos. Se piden datos abiertos cada semana, responsables con nombre y apellido, acciones medibles en calle. La seguridad no se presume; se demuestra con luz que funciona, patrullas que llegan y una ciudad que vuelve a caminar sin sobresalto. El día que las calles de la ciudad recuperen su ir y venir sin miedo, sabremos que Cajeme dejó de hablar en voz baja. Ahí empezará a corregirse el reloj de la noche, principalmente. En tanto continuaremos navegando en un incierto panorama que día con día se torna más nebuloso ante la carencia de verdaderas acciones preventivas que permitan sacar de la vía pública a esos generadores de violencia que por mucho tiempo han dejado crecer a sus anchas, porque si fuera lo contrario la muerte habría cesado su presencia en todos los rincones del entorno urbano. Siempre se ha dicho que hablar de un crimen por día no es sinónimo de mejoría, sino es una situación que debe atenderse con prioridad al margen de tratar de desdibujar un panorama que no encaja con la realidad. Todos los días tener que esperar a ver quién se convierte en la próxima víctima no es nada halagador. Por el contrario, se torna obsesivo y enfermizo ante el fracaso de aquellos que deben asumir el compromiso de atender y cumplir las demandas de paz y orden…ESE SECTOR está a cargo de elementos de la Delegación Náinari de la Policía Preventiva, cuyo encargado es Ernesto Luzanilla Herrera, pero tal parece que su figura es honoraria y para nadie es un secreto de qué lado está, porque servir y proteger nunca ha sido lo suyo. De sobra, la tropa que lo conoce lo sabe. Lo suyo es mandar por soberbia no por vocación; cuidar sus intereses, no la seguridad de la gente. Algo muy similar a lo que hace Adán Valenzuela Cruz, otra “joyita” solo pintada de azul, por ello es que la población está cansada de los mismos de siempre. De esos que se escudan en el uniforme para encubrir sus errores y su ominoso quehacer donde los beneficiarios siempre son ellos y no la sociedad para que se suponen que sirven, porque en realidad nunca han estado del lado del ciudadano sencillamente porque servir y proteger nunca fue lo suyo. Lamentablemente quien debería de saberlo no lo entiende y mucho menos lo comprende al colocarlos en los lugares menos indicados. Ya ven lo que está sucediendo en Urbi Villa del Real desde la llegada de Valenzuela Cruz; se han cometido cuatro asesinatos en dos semanas lo que no ocurría hace bastante tiempo, pero es tanto su afán y empecinamiento de darles “jugada” conociendo sus trazas. Mientras existen tantos hombres y mujeres que quisieran tener la oportunidad de portar ese uniforme con orgullo, de servir con honor, de ganarse el respeto en la calle y, sin embargo, ahí siguen los mismos, los que no nacieron para eso, los que sólo saben obedecer a conveniencias y callar ante lo injusto. En días pasados alguien me comentó “no crees que ya estuvo bueno”. Cajeme no necesita jefes de escritorio ni farsantes con placa, necesita valor, necesita autoridad de verdad. Porque mientras los que no sirven siguen al mando, el miedo se queda en las calles y la justicia, como siempre, sigue esperando turno…DE FORMA continua hemos puntualizado la enorme diferencia que existe entre contar como mando superior a un policía de carrera y un militar. Para empezar, no hay una gran mejoría que hay quienes presuponen existe al contar con una persona egresada de la milicia, porque al menos en el municipio no se terminaron los crímenes; están presentes todos los días y a cualquier hora como para presumir que logró un cambio radical. Seguimos figurando como una de las diez ciudades más inseguras en el plano nacional y mundial, y tristemente así vamos a continuar mientras todos los días se cometa uno o dos asesinatos por día. Al menos en Cajeme fue una decisión errática el haber colocado al frente de la seguridad a un mando de la Secretaria de Marina. Es necesario que al menos aquí el titular de la SSPM escuche a la tropa para que se de cuenta que no es dueño de toda la verdad. Es momento de cambios y dar la oportunidad a mujeres como Carolina Valenzuela Borbón y Alejandra Lema Coronado de ocupar una delegación de policía. Lo mismo que a Esteban Valenzuela Ortega, Namán Ramírez Chón, por citar a estos excelentes elementos, pero son muchos más lo que deben ser aprovechados, pero habrá que esperar a ver hasta cuándo le cae el “veinte” a don Claudio…DE PLANO, no hay peor sordo que el que no quiere oír. Han pasado ya cinco meses desde aquella tragedia que arrebató la vida de Armida Guadalupe Romero Armenta, y pese a los llamados constantes de su madre, la señora Dora Armenta Buitimea, nada ha cambiado. Las autoridades de la UTMC, encabezadas por la licenciada Brenda Verónica Martínez Rodríguez, y el propio delegado regional, siguen indiferentes, como si el dolor ajeno no mereciera audiencia. Aun después de que se alzara la voz en medios, de que la ofendida hablara con el corazón en la mano, el silencio institucional pesa más que la justicia. El ego de algunos funcionarios parece más fuerte que su compromiso, y por orgullo, por simple terquedad, terminan convirtiendo una omisión en una forma más de injusticia. Se pensaba que con la llegada del licenciado Ricardo Revilla habría un cambio de rumbo, pero no, es el mismo pan con lo mismo, y mientras tanto, dos niñas siguen llorando la ausencia de su madre…Luego seguimos, Dios mediante.


