Pablo Beltrán
¿Paralelismos?
Y vaya que la semana que corrió, el país resintió la efervescencia de la marcha sabatina del 15 de noviembre, llevada a cabo en el mero centro neurálgico de la política en México.
Se tiene entendido de que el motivo de la marcha -replicada en varias ciudades- lo era esencialmente el reclamo por la situación de la inseguridad pública, a lo cual se sumaron otros reclamos como la falta de medicamentos y en forma muy importante, el reciente deceso del alcalde michoacano Carlos Manzo.
De los videos, comentarios y notas, se advierte mucha gente por las vialidades del centro de CDMX, que partiendo del Ángel de la Independencia llegaron en horas de mediodía hasta las inmediaciones del Zócalo, pasando al parecer por situaciones especiales, pues al conglomerado -sin tenerse números- se le complicó la llegada a la Plaza de la Constitución por la serie de obstáculos materiales y centenas de granaderos que brillaban por su presencia.
De forma por demás extraña, se provoca un ahorcamiento en la llegada, para así el primer contingente llegar a la plancha de mas de cuatro hectáreas y así encontrarse a unos hombres de negro en plena contienda con la policía, estos últimos detrás de unas vallas enormes, las cuales eran golpeadas, mientras que los jenízaros lanzaban gases y lanzaban objetos de vuelta. Dándose el momento en que en el retiro forzoso de una parte de las vallas provocó una especie de estampida de búfalos, ya que, al haberse generado un hueco, los policías se fueron con todo contra el bloque negro, pero además resintieron la embestida y la gaseada algunos jóvenes, niños, mujeres, adultos, que solo eran parte de un grupo pacífico de personas que iban acompañando a la manifestación.
La marcha finalmente no provocó el impacto mediático en cuanto al llenado del Zócalo y menos la existencia de discursos grandilocuentes, pues como hemos dicho, algo sucedió que distorsionó su efecto, dándose un efecto rebote, al detenerse a decenas de manifestantes -se dice que ajenos al grupo negro-, algunos llevados a la justicia de barandilla, pero otros al ámbito punitivo, que no es otra cosa que el Ministerio Público, el cual ni tardo ni perezoso, puso a casi veinte personas ante el juez penal, algunos libre bajo medidas cautelares de firma y otros tantos, pasarán su proceso bajo la prisión preventiva, al habérseles endilgado la clasificación de homicidio en grado de tentativa.
La situación al día de hoy, se torna aparentemente en calma -aun cuando hubo una especie de marcha el día 20-; sin embargo, lo importante es la lectura de estos sucesos, que adquirieron un matiz muy particular, por haberse agregado ingredientes violentos, sin saberse aun a ciencia cierta quiénes son y de dónde proviene ese llamado “bloque negro”, que vino a enturbiar el sagrado derecho constitucional a la manifestación, por cierto hartamente utilizado en el pasado reciente por quienes hoy ostentan el poder en este país.
Muchas preguntas están en el aire y ya algunos se plantean similitudes con acciones del pasado que dieron lugar a lo de Tlatelolco de 1968 y Jueves de Corpus (Halconazo) de 1971, lo que, guardando las debidas proporciones, hay quienes sí afirman elementos en común.
La convocatoria y presencia de estudiantes, la repelencia de las fuerzas policiales, personas encubiertas, los heridos, el discurso con fuerte carga ideológica contra los marchantes, la afirmación de algunos personajes del oficialismo (como Adán Augusto López) respecto a la intervención de la ultraderecha -antes se acusaba a la izquierda- y la supuesta injerencia desde el extranjero, las detenciones, la judicialización de los casos, la prisión preventiva; lo que ahora da lugar a que se mencione, después de muchos años, como el regreso de los “presos políticos”, cuyo calificativo dará muchas semanas de debate en el ambiente de la cosa pública, pues eso se entendía como desterrado.
Definitivamente, la secretaría del interior, en donde se busca la gobernabilidad y gobernanza, tiene grandes tareas por realizar, puesto que este país ocupa, aparte de la paz, es demostrar al mundo que México puede ser un buen socio para las cuestiones comerciales y otras cosas más, sin dejar a un lado que dentro de unos meses seremos sede del Mundial de Futbol 2026, con la misma intensidad de reflectores que tuvieron las Olimpiadas en 1968, lo que forma también parte de un paralelismo histórico, insisto, por dicho de algunos, guardando las debidas simetrías.
Ya estamos casi en el cierre de año y posiblemente la llegada de la temporada vacacional y las fechas navideñas, pongan una pausa y venga con ello el paso a una artificiosa tranquilidad, máxime con la llegada del tramo Guadalupe-Reyes; por lo que habrá que prepararnos para la cuesta de enero, en donde nuevas cosas saltarán a la palestra y resucitarán otras.
Se tiene buen lapso, para los que le entienden y manejan el statu quo, para “domesticar al felino”, lo que se puede lograr no solo a través de políticas públicas asistencialistas, sino además, entrando de fondo a nivel nacional a los problemas estructurales, como de salud y seguridad pública, entre otros.
No sonaba muy descabellado cuando Jimi Hendrix decía: “Cuando el poder del amor sobrepase el amor al poder, el mundo conocerá la paz” …


