Hará cosa de 12 años, cuando menos, en una capacitación sobre Marketing Político en la Ciudad de México, un instructor, colombiano, nos lanzó una pregunta; ¿qué pasaría si, en las elecciones mexicanas, participara el narco? Luego nos explicó como en su país, Pablo Escobar Gaviria, el primer narcotraficante de renombre mundial, había participado en la contienda electoral, postulándose a un puesto de elección popular. He aquí, el resumen de la historia: “Pablo Escobar Gaviria, el narcotraficante colombiano más poderoso y conocido en el mundo quería llegar al Senado y lo logró. Aunque quiso ser presidente de su país, sus planes se vieron frustrados. Cuando Escobar era considerado un empresario adinerado, y no un narcotraficante, inició su plan por incursionar en la política nacional. Lo hizo, paradójicamente, en el partido de quienes descubrieron y denunciaron el verdadero origen de su fortuna”.
¿Porqué un hombre con tanto poder, con tanto dinero producto del narco, quería ser presidente?, nos preguntó el maestro.
La respuesta final fue sencilla; por dos cosas, una, el poder político es un plato apetecible para quien se siente todopoderoso y dos, desde el poder, se pueden obviar muchas cosas y actuar en la impunidad para sus propios intereses.
En ese tiempo, se hablaba sí, de que los grupos poderosos del narco apoyaban a candidatos del PRI y del PAN, desde alcaldías hasta la presidencia de la republica, a cambio de que, al llegar al poder, tendrían protección.
Yo no lo sé de cierto, porque en el cine, como en la televisión y ahora en las series vía streaming, la verdad se cruza con la imaginación del guionista y luego, no sabemos si acaso lo que estamos viendo actuado en la pantalla, es la verdad, o solamente se cruzan con rumores para darle mayor credibilidad a la historia y ganar audiencia.
Entre la realidad y la ficción, la historia marca que, Abelardo L. Rodriguez, siendo gobernador del entonces territorio de la Baja California (aún no era estado), impulsó en Sinaloa, el cultivo de amapola para producción de opio, y por ello, contrataron a inmigrantes chinos, expertos en tal planta desde tiempos ancestrales, y todo, para suplir la demana de heroína en Estados Unidos.
Luego, con el tiempo, se supo que, los vínculos del narco con el poder se remontan a finales de la década de los 70 del siglo pasado, cuando fue abatido el legendario Pedro Avilés Pérez, “El León de la Sierra”, un personaje que desde los años cuarenta del siglo XX, en los tiempos de Rodriguez tendió los primeros puentes con la mafia italo-estadounidense para el tráfico de heroína y marihuana. (Ver la película Bugsy Siegel, el poderoso narco que inventó Las Vegas).
El caso es que, a la muerte de este, otro narcotraficante, Miguel Ángel Félix Gallardo, quien había sido guardaespaldas del Gobernador sinaloense Leopoldo Sánchez Celis, ya como ex judicial, protegido por su ex jefe, siguió con sus contactos dentro del poder y se convirtió en el jefe de la mafia y fundó el cártel de Guadalajara, por cierto, donde fueron acusados políticos y narcos de haber asesinado a Enrique Camarena. Per eso, ya es historia.
En las elecciones pasadas, las del 2021, se dijo, afirmó, y según las circunstancias parece que resultó cierto, grupos de narcotraficantes de varios cárteles de esos que abundan en México, apoyaron a diversos candidatos, no solamente con dinero, ese ingrediente tan importante en las campañas electorales, sino también, desapareciendo candidatos, intimidando a líderes de ciertos partidos y hasta, apoyando en el acarreo de votantes.
En áquel tiempo, el instructor de marketing político que nos hizo la pregunta, respondió que, el poder se puede comprar, y va de un lado para otro, de acuerdo a las necesidades de cada quien: un candidato quiere ganar, un “apoyador” quiere prebendas que le permitan, más dinero, más poder o, lo grave, más impunidad.
Y nos decía el instructor, no solamente la delincuencia se aprovecha de estas circunstancias, sino también, hay mafias del poder, que apoyan a tal o cual candidato y, al llegar estos, hacen un entramado de corrupción, entre lo que es más común, te doy presupuesto, me das mochada, y ese es el otigen de los moches.
Analizo entonces y para concluir, el caso más cercano que ocurrió en Guaymas, hace apenas unos días, donde un grupo de personas irrumpieron en la casa de un ex candidato y ex diputado, Rodolfo Lizárraga, para buscar supuestos 7 millones de pesos que, según esto, serían utilizados para su campaña y nunca aparecieron. Uno de los implicados en esto, fue Daniel Palafox, miembro del PT y suplente de Lizárraga, apareció muerto, con las manos cortadas, tal y como la maña hace para con aquellos que les roban dinero.
Y vamos más, luego circuló en redes, un vídeo donde, a Palafox, lo interrogan al mero estilo de los cárteles, y donde implica, a varios políticos que supuestamente trabajaban para otro grupo delincuencial
¿Así o más explicito? Porque, señores políticos, si ustedes hacen o hicieron tratos con esos grupos, tenga por seguro que, tarde o temprano, si no les cumplen, tendrán consecuencias. Los grupos delincuenciales, no son hermanistas de la caridad.
Que pena hasta donde parece hemos llegado.
Gracias-.