La visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a la mina El Pintabete, en Coahuila —donde el pasado 3 de agosto 10 mineros fueron atrapados por la inundación de un pozo— ha añadido más desolación a los familiares de las víctimas.
Desde hace cuatro días, varios parientes de los mineros se han reunido en la escena del incidente con la esperanza de tener información sobre los trabajadores. El desasosiego espiritual y la falta de respuestas de las autoridades han ido agrietando la relación entre éstas y los allegados.
Este domingo, el Presidente dijo que permanece con esperanza de poder rescatar con vida a los trabajadores. El arribo de AMLO en el sitio, lejos de mitigar las asperezas, se trató de un momento de tensión. “Es mi familia, es el esposo, es el abuelo. ¿Por qué, porque vienen y juegan con nuestros sentimientos?, ¿por qué no habló con las personas que realmente estamos siendo afectadas?”, reclamó Lucía Ramírez, madre de Ramiro Torres, trabajador atrapado aún en el socavón. La mujer agradeció al Presidente haber ido a tomarse la foto con su dolor y el de las otras familias.
El mandatario llegó alrededor de las 15:30 horas de este domingo, y se reunió brevemente con los equipos de rescate para acelerar las labores.
En la zona cero, López Obrador recorrió los tres pozos artesanales que conforman este predio y le fue explicado las labores y complicaciones que hasta este momento han tenido en el rescate. López Obrador pidió celeridad en las labores de rescate.
La visita duró aproximadamente 30 minutos, los familiares buscaban acercarse al Presidente para externarle inquietudes no sólo del rescate, sino también de la región y las condiciones laborales y de seguridad que prevalecen, pero quedaron detrás de una valla metálica que causó molestia a algunos familiares.