México enfrenta desde hace varios años altos niveles de trabajo infantil, un hecho que en sí mismo deriva en violaciones graves a los derechos humanos de niñas, niños y adolescentes al representar su participación en labores prohibidas.
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Así lo dejó ver el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), que documentó en su Encuesta Nacional de Trabajo Infantil (ENTI) de finales de 2019 que en México hay un total de 3.3 millones de niños, niñas y adolescentes involucrados en distintas formas de trabajo prohibidas.
La encuesta detalló que de este umbral, hay 1.8 millones de menores que trabajan en ocupaciones no permitidas, esto significa que realizan trabajos peligrosos o prohibidos por debajo de la edad mínima.
Mientras que otros 262 mil menores trabajan en ocupaciones no permitidas, pero también realizaron quehaceres domésticos en condiciones no adecuadas, lo que eleva la cifra de niños, niñas y adolescentes en ocupaciones no permitidas a 2 millones.
Para la académica del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, Elisa Ortega Velázquez, los trabajos que realizan son peligrosos y perjudiciales y física, mental o moralmente interfieren en sus actividades escolares, ya sea impidiendo que cumplan con sus labores o, en el peor de los casos, haciendo que la abandonen.
“Hablamos de trabajos peligrosos y perjudiciales física, mental o moralmente y que interfieren con sus actividades escolares, ya que les priva de la posibilidad de asistir as la escuela o les obliga a abandonarla de forma prematura, o les exige combinar el estudio con un trabajo pesado, que les consume mucho tiempo”, indicó.
La investigadora afirmó que los índices de trabajo infantil en el mundo se agravaron como consecuencia de la pandemia de Covid-19, que impidió que muchos menores continuaran con sus estudios frente al confinamiento y la falta de servicios como la luz y el internet.
Mencionó que África ocupa el primer lugar con más menores laborando, al sumar aproximadamente 14 millones se encuentran en esta situación, pero advirtió que la situación en América Latina es también grave. En este caso, México se ubicó en el segundo lugar de la región con la mayor cantidad de menores en situación laboral, detrás de Brasil.
Elisa Ortega señaló que en México se emplean distintas prácticas que vulneran la dignidad, integridad y bienestar físico, emocional y psicológico de los menores, algunos de ellos la venta o el ‘enganche’ de menores para obtener un beneficio económico.
También mencionó la trata laboral, que incluye distintos ámbitos como el trabajo doméstico, en fábricas, maquiladoras, construcción. Pero también se registraron casos de mendicidad ajena, que es cuando se exige a los menores que pidan dinero en las calles.
Los menores mexicanos también son expuestos a la servidumbre para labores de limpieza en restaurantes, negocios o casas; matrimonio forzado, a través del cual se saldan deudas familiares; o el reclutamiento para fines de explotación sexual-comercial, e incluso para el crimen organizado.
En testimonios recogidos por la Red por los Derechos de la Infancia (Redim) en su informe La Infancia Cuenta en México, sobre trabajo infantil publicado en 2021, un menor de 16 años identificado como Diego, reconoció que es común que los menores sean enviados a trabajar por su familia por falta de dinero.
“Ya sea para pagar sus estudios o porque te dicen ‘nop, ya con lo que ganes, ya vas a ayudar aquí en la casa, ya no vas a estudiar’. Sí está muy… pues muy fuerte ese tema, ¿No?”, indicó.
De acuerdo con cifras del INEGI, la entidad con la mayor tasa de trabajo infantil con 21.5 por ciento, seguido de entidades como Puebla, Chiapas, Michoacán y San Luis Potosí. Mientras que la tasa nacional es de 11.5 por ciento.