NUEVA YORK. Doscientos cincuenta millones de personas sufrieron el año pasado inseguridad alimentaria, “la cifra más alta de los últimos años”, expuso este jueves ante el Consejo de Seguridad la coordinadora para la prevención y respuesta a hambrunas de la ONU, Reena Ghelani.
Ghelani, que ocupa desde el pasado noviembre este puesto de nueva creación, dedicó su intervención a advertir que la hambruna y la inseguridad alimentaria van inextricablemente ligadas a la existencia de conflictos armados: “El hambre y el conflicto se retroalimentan”, dijo.
Concretamente, dijo que todos y cada uno de los siete países donde el año pasado se registraron situaciones que pueden ser calificadas de hambruna sufrían en ese momento un conflicto armado o “niveles extremos de violencia” y de ellos cinco -Afganistán, Haití, Somalia, Sur de Sudán y Yemen- están en la agenda regular de los trabajos del Consejo de Seguridad.
Ghelani también apuntó a las condiciones climáticas como un acelerador de conflictos y de hambre, un “multiplicador de amenazas”, según sus palabras, ya que la falta de agua y los desastres naturales se traducen siempre en una competencia extrema por los recursos y el desplazamiento humano.
Y así, de los diez países más expuestos al estrés climático, siete sufren un conflicto y, de hecho, seis de esos siete tienen en su suelo una misión de paz de la ONU o una misión política especial; cuatro de los cuales tienen a un millón de personas a punto de caer en la hambruna, relató.