Becker García

El cadenero de Palacio Virreinal

Cuando era joven (sí, hace muchos años), en Obregón había tres discos, esos lugares donde con música grabada que ponía un DJ, bailábamos gran parte de la noche.

El más antiguo de los tres, era uno llamado Fierro Viejo, ubicado por la calle Miguel Alemán casi con No Reelección, el segundo era el Disco Music, en el entonces hotel Costa de Oro, y el tercero el Disco Bar en lo que era el Hotel Valle Grande.

Teóricamente entrar era solo cuestión de pagar tu boleto, y listo, solo que, en un momento dado, no sé a quien se le ocurrió poner “cadeneros” en la entrada, y eran quienes decidían quién tenía acceso y quién no, sobre todo cuando, en los fines de semana, existía mucho interés para divertirse un rato, y eran muchos los que así lo deseaban. Cuando la afluencia era poca, casi te jalaban para entrar.

Luego entonces, estos “cadeneros”, tenían un cierto poder y decidían, de acuerdo sobre todo a la facha, quién entraba y quién no.

Bueno, habría que decir que también, en el Club Campestre, era Don Panchito López quien verificaba que fueras socio del mismo, o cuando menos, invitado por un socio, como era mi caso.

El caso que me lleva a esto, es que, en las fiestas patrias, el grito celebrado en el palacio virreinal ahora habitado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, y, el desfile del 16 de septiembre, el señor decidió que no invitaría a los otros poderes de México, entendido esto como que el Ejecutivo, o sea él, es quien decide el acceso, sobre todo, a que es la primera vez que esto ocurre en la historia de México, desde que se celebran esas dos fechas.

El 13 de septiembre, se refirió a que no invitaría al Poder Judicial, y argumentó: “No tenemos buenas relaciones con el Poder Judicial, es notorio y de dominio público. Se han dedicado a actuar en contra de la transformación y nosotros consideramos que están en contra del pueblo, son representantes de la oligarquía, de una minoría corrupta y rapaz”, así, sin más, con juicios tan sin sentido, tan falsos, como los cadeneros de quienes hablo líneas arriba. 

Y el presidente, en su misoginia, no invitó a las dos legisladoras mujeres que presiden la Cámara de diputados, ni la de Senadores, a pesar que, en esta última, es una MORENISTA la presidenta.

AMLO, se pinta de cuerpo entero al creerse el poder superior a los otros poderes, y, en el caso del Judicial, es también en contra de una mujer, Norma Piña, la cual y aduciendo sus facultades y obligaciones, ha estado en desacuerdo con algunas de las leyes que el de Macuspana impulsa para tener la constitución a modo, y eso le provoca, al presidente, un odio muy marcado, llegando incluso al insulto.

Y sí alguna vez Andrés Manuel López Obrador dijo que, “al diablo las instituciones”, pues con estos hechos lo está demostrando.

Y eso viene a ser un precedente muy peligroso, sobre todo, porque estamos ya entrados en un proceso electoral de sucesión, en el cual, las cosas no le han salido como hubiese querido, sobre todo, por las acusaciones de uno de sus consentidos, Marcelo Ebrard, quien a querer y no, le hizo un boquete a la credibilidad que pregonaba AMLO, de no meterse, cuando, todos sabíamos que su preferida fue siempre Claudia Sheinbaum, a la que le dio todo el apoyo del aparato oficial, no por ser la más preparada, sino porque ha demostrado la señora, ser la más fiel. Vamos, en un dado momento, ella, hasta hablaba con el mismo tono del tabasqueño.

Sí, claro que a Ebrard le agarraron los dedos contra la puerta, porque no se inconformó desde el principio, y, a toro pasado, hizo una denuncia tardía, misma que, aunque pegó en la línea de flotación del buque lopezobradorista, no fue suficiente para hundirlo, y menos lo será, ahora que, en los próximos días, Ebrard se sume a la campaña de Claudia, a cambio seguramente de una plurinominal para cualquiera de las cámaras.

En fin, el precedente es muy malo, porque, pinta al presidente como un autoritario que desdeña al resto de los poderes, tal y como sucede en Cuba, Venezuela, Nicaragua y Rusia, mismos que, por cierto, si tuvieron el privilegio de ser invitados por el cadenero mayor, y hasta les permitieron desfilar.

Así las preocupantes cosas.

¿Uno se va, otro se queda? 

En el informe del alcalde Lamarque, surgieron, “espontáneamente”, los gritos que lo invitaban a la reelección. Se quiere quedar, pues, otros 3 años y, seguramente ya lo habrá evaluado mediante encuestas, consultado con la almohada y pues, mientras no exista nadie enfrente, creo va como en caballo de Hacienda.

Mientras tanto, en Hermosillo, cada vez se escucha más la posibilidad de que el gobernador Durazo sea el nuevo presidente de MORENA, ahora que Mario Delgado ha declarado que quiere ser candidato a presidir la Ciudad de México. 

¿Será?

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