De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, la palabra quimera, en una de sus acepciones, alude a un “monstruo imaginario que, según la fábula, vomitaba llamas y tenía cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón”.
Hace unos días más de 40 científicos del Instituto de Biomedicina y Salud de Guangzhou en China, publicaron en la prestigiada revista Cell que, por primera vez, se ha logrado crear en un laboratorio la quimera de un mono.
Para lograr esto, inyectaron a un embrión de mono células madre de un embrión donante genéticamente distinto. Además, esta es la primera vez que el animal que resultó de este procedimiento es un primate nacido vivo al que finalmente le practicaron la eutanasia a tan solo diez días de su alumbramiento, debido a que presentó hipotermia y dificultades respiratorias.
Por otro lado, antes de que este mono lograse nacer, primero que nada, los científicos implantaron embriones en 40 monas hembras sustitutas. De estas 40 madres sustitutas solamente 12 quedaron embarazadas y únicamente una dio a luz, al macho que posteriormente fue sacrificado.
Además, el equipo descubrió que, en promedio, el 67% de las células de los 26 tejidos analizados de este mono, incluidos el cerebro, los pulmones, y el corazón, eran descendientes de las células madre del donante. De hecho, el nivel más alto en el cual se produjo el efecto quimera fue en las glándulas suprarrenales donde la progenie de las células madre del donante constituía un 92% del total de las células del mono quimera.
Otra cuestión sorprendente de esta investigación, y como lo reseña el periódico El País en un artículo firmado por Manuel Ansede, “los investigadores extirparon células de embriones de tan solo siete días y obtuvieron líneas celulares capaces de multiplicarse indefinidamente en el laboratorio. A continuación, marcaron estas células madre con proteína verde fluorescente de una medusa y los científicos finalmente inyectaron esas células en embriones de mono de apenas cuatro días”.
El resultado de esto fue que el mono que finalmente nació (todos los demás murieron) tenía células con proteína verde fluorescente, principalmente en las puntas de los dedos de las manos.
Por otro lado, los avances que se obtengan del estudio de las células madre -como las que se utilizaron en esta investigación- servirán, entre otras cosas, para el desarrollo de terapias que ayuden a combatir enfermedades neurodegenerativas tales como el Alzheimer, la cual, según los últimos datos proporcionados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), está presente en alrededor de 55 millones de personas alrededor del mundo.