Becker García
México, ¿la dictadura perfecta 2?
En 1990, Mario Vargas Llosa, el escritor peruano-español, metido en ese entonces a la política del Perú, fue invitado a México, a un contertulio de intelectuales, encabezados por Octavio Paz, Dentro de su disertación, hablando del PRI, acuñó la frase donde describía a México, como una dictadura perfecta.
En Latinoamérica, las dictaduras impuestas a sangre y plomo, pululaban y, de alguna manera, nuestro país se salvaba, pero no de soportar a un entonces enclavado PRI en el poder durante 60 años. De tal suerte que, cada 6 años, de la mano de ese partido, existía un dictador, más allá del poder absoluto, quien establecía las reglas del sistema y dejaba hasta sucesor.
De ahí, abrevó Andrés Manuel López Obrador, cuyo paso por el partido tricolor duró 14 años, hasta que rompió con el mismo y se fue a la izquierda.
Entonces es claro que, AMLO tiene sus influencias bien arraigadas en ese PRI y, como librito, sigue las reglas.
Las condiciones en nuestro país, ya no son las mismas de aquel viejo sistema. Se decía que, uno de los factores que ingerían en el gobierno, era la influencia que narcos ejercían dentro del presidente en turno, y, la condición era, que no se moviera la violencia, sino que se mantuviera lejos de la sociedad, y, así pasaba.
A Gustavo Díaz Ordaz se le atribuye la frase de que, si México es el trampolín (declarado por su homólogo de USA Lyndon Jhonson), Estados Unidos es la piscina. Y es que, de facto y con complicidad de los gringos, la droga cruzaba más o menos libre por el país, pues, impedirlo, provocaría una debacle en el país del norte.
Sin embargo, las elecciones en México tienen otros actores, y entre estos, el crimen organizado juega un papel cada vez más influyente.
Las elecciones en México han sido históricamente marcadas por episodios de violencia, intimidación y fraudes electorales. La violencia política durante las elecciones se ha vuelto cada vez más común, con candidatos, activistas y funcionarios electorales siendo atacados e incluso asesinados en algunos casos.
La violencia durante las elecciones puede deberse a diversas razones, como la lucha por el poder político, la rivalidad entre diferentes grupos políticos, la presencia de grupos criminales que buscan influir en los resultados electorales, entre otros factores. Estos episodios de violencia no solo afectan la integridad y la legitimidad del proceso electoral, sino que también tienen un impacto negativo en la democracia y en la participación ciudadana.
Lo vimos claramente en las elecciones pasadas, y lo estamos viendo ahora, con múltiples ataques en derredor de las mismas. El día de las elecciones del 2021, cientos de candidatos, funcionarios de casilla y líderes, fueron secuestrados mientras pasaba la elección, sin contar los asesinatos de candidatos.
Es fundamental que las autoridades mexicanas tomen medidas efectivas para prevenir la violencia durante las elecciones, garantizar la seguridad de los candidatos y los votantes, y asegurar un proceso electoral libre y democrático. Además, es necesario que se investiguen y se sancionen a los responsables de los actos violentos, que sería lo ideal, pero pues no es así, a pesar de que desde la mañanera AMLO repita que no existe dicha violencia.
Aún cuando la violencia no es generalizada, y se da más en el sur del país o en estados del norte como Tamaulipas, el crimen ahí está, acechando.
Por lo pronto el INE acaba de decidir que no instalará 26 casillas, por causas generadas por la misma.
Si bien es cierto que, salvo la región de Caborca y Altar, donde el crimen goza de total impunidad, lo cierto es que hay que permanecer atentos.
Luego entonces, decir que México es actualmente una dictadura perfecta, no se puede catalogar con tal, salvo, sí, salvo que, desde el gobierno, lo permitan y lo toleren, el Crimen Organizado goza de algo de poder dictatorial.
¿O no?
Gracias por leerme.