Óscar Félix

EL TIEMPO

En el corazón del Valle del Yaqui, un panorama desolador se dibuja en las tierras que alguna vez prometieron abundantes cosechas.

La sequía implacable ha dejado a su paso campos desolados, especialmente en la zona delimitada por las carreteras 900 y Meridiano.

Estas tierras, que en tiempos recientes estaban destinadas a ser sembradas, ahora lucen áridas y vacías y es palpable los estragos que el clima extremo está causando en la agricultura local.

Los agricultores, con la esperanza marchita, observan cómo sus sueños de producción se desvanecen ante la dura realidad de la falta de agua.

“Este año, hemos tenido que reducir nuestras siembras”, comenta un agricultor de la región. “La inversión es nula. Es un golpe difícil de asumir”.

La crisis de la sequía no solo afecta a los productores, sino que también repercute en la economía local, agrega.

Con menos cultivos, la oferta de productos disminuye, lo que provoca un aumento en los precios y una escasez que afecta a los consumidores.

Además, la falta de agua está generando preocupación en comunidades sobre cómo enfrentar un futuro incierto.

La situación ha llevado a los agricultores a buscar alternativas y soluciones innovadoras, desde la implementación de técnicas de riego más eficientes hasta el cultivo de variedades de plantas más resistentes a la sequía. Sin embargo, estas medidas requieren recursos y apoyo que, al momento no existen.

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