Y vaya que se siguen dando cosas asombrosas en esta viña del Señor, en donde lo público trasciende a lo privado y lo privado a lo público.
Hablar de una boda de dos servidores públicos en el extranjero, en un país pobre, en un hotel caro, con viandas de primera e invitados de élite -tanto del empresariado como de la clase política-, no es un gran tema, si no fuera por el conjunto de circunstancias que se entrecruzaron.
El hablar de Santiago Nieto Castillo, no es cualquier cosa. Este personaje sin haber tenido el nivel de un Secretario de Estado, desde hace dos sexenios ha jalado más reflectores que cualquiera de aquellos, por el simple y sencillo hecho de que el gobierno federal le ha dado tareas preponderantes, en donde últimamente estuvo convertido en todo un Eliot Ness a la mexicana.
De tiempo atrás trabajó en varias posiciones en el Poder Judicial de la Federación, en donde destacó su época como Magistrado en el Tribunal Electoral. Pero su fama vino a partir de 2015, cuando durante el período peñanietista fungió como Fiscal especializado en delitos electorales (Fepade), en virtud de designación del Senado de la República.
El “problema” es que Nieto Castillo le entró de lleno al trabajo y a las primeras de cambio ya traía en la lupa al entonces subsecretario de Gobernación Arturo Escobar ( del partido Verde), motivo que provocó que Pablo Escudero ( yerno de Beltrones) lo denunciara ante la PGR por supuesta vulneración al debido proceso.
Aún a pesar de lo anterior, el doctor Nieto siguió su camino, para así en 2017 conseguir orden de captura contra el ex gobernador Cesar Duarte por financiar al PRI en Chihuahua en las elecciones de 2015. Igual le tocó el asunto de la morenista Eva Cadena en Veracruz, por recibir fuerte cantidad de dinero –no autorizado- en época electoral.
Y cuando la tetera ya se puso en punto de ebullición, fue cuando en el entramado internacional de Odebrecht, sale a flote el nombre de México, situación que obliga al fiscal electoral a investigar sobre el aparente financiamiento ilegal hacia la campaña de EPN para obtener la empresa ventajas en los contratos con PEMEX, lo que puso por primera vez en la mira del cazador al hoy defenestrado Emilio Lozoya.
La hebra delgada tronó como fiel tradición a la era de la hegemonía, pues al estar Lozoya Austin contra las cuerdas presionando su deslinde, fue así que la ya Fiscalía General intervino para destituir a Nieto Castillo, pues tal situación le provocaba un desgaste al presidente en turno. El pretexto fue sencillo: señalar que Santiago Nieto había hecho filtraciones y que eso afectaba –otra vez- el debido proceso. Así el funcionario que quiso hacer bien las cosas se tuvo que ir a su casa.
Ya entrado el 2018, quizá pocos traían en la brújula a Nieto Castillo, sin embargo el doctor empezó a tejer fino durante la campaña del entonces candidato Andrés Manuel López Obrador, que provocó que al ganar y llegar, lo designara como titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), dependiente de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
A partir del 1 de diciembre de 2018, se convirtió en el acicate de la cleptocracia y de algunos políticos sospechosos, a tal grado que metió a la congeladora miles de millones de pesos, no solo de aquellos, sino de incluso de los Cárteles, lo que lo puso aún más en el ojo del huracán.
Hasta el día de su enlace con Carla Humprhey -Consejera del Instituto Nacional Electoral-, el doctor Nieto era uno de los consentidos del Presidente de la República, pero vinieron de esas cosas extrañas del destino que de un día para otro detonan un viraje, muy similar a lo sucedido con el entonces delfín Cesar Yáñez.
Creemos que la boda en sí no tiene nada de rara, ni tampoco su nivel, porque los contrayentes son personas de buen nivel socioeconómico y la austeridad republicana es una cuestión aplicable a la cosa pública. Lo que se dice que no fue del agrado del Presidente es que un grupo de personas de la élite empresarial, en conjunto con políticos de diversos partidos, como los panistas Josefina Vázquez Mota, el gobernador y ex gobernador de Querétaro Mauricio Kuri y Francisco Domínguez, así como la priista Carolina Viggiano, entre otros, hayan sido convocados al evento.
Pero lo que provocó la molestia total, fue que en el mismo avión privado en que viajaba José Francisco Ealy Ortiz a la boda, también fuera como invitada-tripulante Paola Félix, titular de la Secretaría de Turismo capitalina. El aterrizaje al aeropuerto de La Aurora, puso al descubierto siete sobres dentro de una bolsa que contenía 35 mil dólares en efectivo, al parecer propiedad de Ealy Ortiz, dueño de El Universal, a quien López Obrador no ve de la mejor manera.
El aseguramiento de esa cantidad, provocó un escándalo de entrada en perjuicio de la funcionaria de la Ciudad de México, a quien le endilgaron de inicio ese dinero, para caer en cuenta que solo su “pecado” había sido ir a la boda en ese avión privado con “malas compañías”, motivo por el cual la Sheinbaum, ni tarda ni perezosa, le pidió la renuncia a Félix. Nada que la descarrile.
Santiago Nieto ha pagado los platos rotos de algo que él no mandó a cocinar. El nombramiento del economista Pablo Gómez –brillante hombre de izquierda y reconocido parlamentario con experiencia en juicios de procedencia-, se cree que no llenará el hueco que deja un hombre que le entró a la cacería sin temor alguno y aun a pesar de que en una ocasión ya había sido truncado, no claudicó en buscar una segunda oportunidad en un gobierno alterno de izquierda, que consideró que le iba a dar buen cobijo. Sin duda, la salida de Nieto –en donde no aparece en escena el Secretario de Hacienda- viene a quebrarle los dientes a una Unidad de Inteligencia Financiera muy respetada y temida, al estilo de los países de avanzada.
El argumento de la boda como “asunto escandaloso” y el discurso de la “justa medianía”, solo indican que la 4T es una alfombra roja donde muchos pueden ir en pasarela, pero que al menor descuido pueden caer sin previo aviso, como si una cascara de plátano se les hubiera atravesado fortuitamente. El cazador que se ha casado, a la vez ha sido cazado por estas lides de la política.
Giuseppe Tomasi di Lampedusa escribió –en forma paradójica- en su obra El Gatopardo, que si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie. El affaire de la boda en Guatemala, en donde cayó la negra noche a dos distinguidos miembros del gobierno federal y local de izquierda, es toda una exageración para demostrar en apariencia que todo se tiene que cambiar, cuando en realidad las relaciones sociales son las mismas desde hace siglos y no van necesariamente en consonancia con la política.
Así pues –enfatiza Lampedusa-, solo cambiando las estructuras pudieran darse los cambios esenciales; lo que difícilmente pudiera suceder en este país, por algunas razones muy sencillas: una idiosincrasia mexicana proclive al asistencialismo, el cual es incentivado; un reclutamiento permanente de ex funcionarios y líderes priistas, los cuales podrán cambiar de color, pero no cambiarán de modo de pensar; una visión monolítica en donde no cuadra bien la división de poderes; y, así también, el desdén al árbitro electoral (INE), que solo tambalea la incipiente democracia nacional.
El presidente AMLO y la Jefa de Gobierno de CDMX –asintiendo línea-, tomaron sus decisiones sin tratarse de hechos realmente trascendentes o relevantes, de ahí que en nada se cambiará el estado de las cosas. ¿Se trataba acaso de solo mandar mensajes disciplinarios en el sentido de que no se mueven las hojas del árbol de la política, sin la sacrosanta voluntad del mandatario?.
Quizá, en tiempos de gestación de un nuevo presidencialismo mexicano, ni nos beneficie ni nos perjudique, sino todo lo contrario…