Desde esta humilde tribuna editorial rendimos homenaje a esas madres de familia que arriesgan la vida por salvar a sus hijos.

Voy a presentar tres casos insignes que ejemplifican a la perfección la valía de estas mujeres: La respetable señora que ayudó en todo para acabar con dos “tiraderos” de drogas; o de la heroica madre que obtuvo un permiso temporal para cruzar a Estados Unidos para rescatar a su hija en Arizona.

Y la tercera historia será la de Ceci Patricia Flores, líder del colectivo Madres Buscadoras de Sonora, a quien le llevaron dos de sus hijos y en su anhelo de encontrarlos ha rescatado más de 500 personas ocultas bajo de toneladas de tierra sonorense, desde el valle a la montaña; desde donde revientan las olas del mar o en la lejanía de la sierra estatal.

Nada las detiene. Nada. ¿Y las autoridades qué pretexto tienen? Nin- gu- no.

Apenas el martes 7 de diciembre, La Fiscalía General de Justicia del Estado nos informó que una valiente madre de familia siguió a su hijo adolescente por varias colonias del norte de Hermosillo hasta topar con dos domicilios donde se vendía droga al menudeo.

Sí. La jefa de aquel hogar tomó nota de donde le surtían el narcótico a su hijo menor de edad y fue hasta donde la fiscalía para iniciar la denuncia contra las personas que allí mercaban con la droga que consumía su hijo.

Y eso no es todo. Con la valiente denuncia de esta preocupada madre se puso fuera de combate a cinco presuntos narcomenudistas.

Así como lo están leyendo: Cuatro individuos fueron detenidos en posesión de una báscula gramera y una bolsa de plástico en la que se encontraron 31 envoltorios de la droga conocida como cristal.

Uno de los contrabandistas fue muerto a tiros por los ministeriales que practicaron el cateo debido a que el empistolado sujeto abrió fuego contra los oficiales que pretendían arrestarlo.

En mi muuuy humilde punto de vista: La madre de familia hizo todo el trabajo de investigación para cumplimentar el cateo. “Se aventó el jale completo”, dirían en el argot policial y ministerial.

¡Qué valor de mujer!

También está el caso de la señora Judith, quien prácticamente movió cielo, mar y tierra para poder viajar a Tucson, Arizona, en los Estados Unidos, y rescatar su hija de 35 años que vivía debajo de un puente por sus problemas de adicción a las drogas.

Judith clamó a los cuatros vientos y frente a los representantes de los medios de comunicación su anhelo de ir por su hija que se había perdido en las drogas.

La señora relató a diferentes espacios de comunicación, que muchas personas le habían asegurado desde hacía tres meses (mayo, junio de 2021) que su hija vagaba por las calles de Tucson.

Fue entonces que reunió todo su valor y pertenencias para viajar, primero, a la frontera. Ya sobre la línea divisoria admitió que no poseía su visa para cruzar a territorio norteamericano.

Las palabras de una madre calan hondo: Un oficial de la Aduana y Protección Fronteriza (CBP, por sus siglas en inglés) escuchó el lamento de aquella madre y gestionó un permiso temporal de una semana para que la mujer fuera en pos de su hija.

Como el estruendo sucede al rayo, así ocurrió. Judith recorrió las calles de Tucson. Muchas personas la vieron y se unieron a su causa.

La semana que le dieron de permiso fue suficiente. Encontró a su hija Jessica. La rescató debajo de un puente y la comunidad de Tucson le abrió la puerta de una clínica de rehabilitación.

Así actúan las fuerzas universales cuando una madre clama por su hijo ¿Y las autoridades?, me pregunto. Así mismo me respondo: No se sabe.

El último de los ejemplos, pero no por ello es menos importante. Ceci Patricia, al frente de las Madres Buscadoras de Sonora, busca a dos de sus hijos desaparecidos.

 A Alejandro, quien fue privado de la libertad el 30 de octubre del 2015, en Los Mochis, Sinaloa. Desde entonces cambió su residencia a la comunidad de Bahía de Kino, en Hermosillo, Sonora, donde la madrugada del 4 de mayo del 2019, hombres armados se llevaron a otros dos de sus hijos, Marco Antonio de 31 años y Jesús Adrián de 15 años de edad.

El 10 de mayo siguiente, seis días después de la desaparición, le devolvieron a su hijo Jesús Adrián, “como regalo de Día de las Madres”, como siempre le gusta decirlo a ella. Y hasta el día de hoy mantiene su incansable búsqueda de Marco y Alex.

En ese largo camino, que en mayo próximo cumplirá tres años de haber fundado el colectivo de Madres Buscadoras de Sonora, ha recibido innumerables amenazas de muerte.

Como aquella del 23 de octubre de 2019, cuando al punto de ser ultimada a balazos le dijo a su victimario: “Si me matas, verás mi cara en el rostro de tu madre”.

El pistolero bajó su arma, se retiró y le permitió a Ceci Patricia continuar su búsqueda de sus dos hijos desaparecidos. Desde mayo de 2019 a la fecha ha encontrado más de 500 cuerpos sin vida enterrados en fosas clandestinas y 490 personas con vida, regresadas a sus hogares.

¿Y las autoridades cuándo seguirán estos ejemplos? Esperemos que pronto.

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