En los tiempos en los cuales gobernaba Eduardo Bours, a Oomapasc de Cajeme le daban un apoyo para pagar las plantas tratadoras de agua.

Al llegar Guillermo Padrés, aquél gobernador que parecía odiar a Cajeme, a pesar que aquí obtuvo los votos para su triunfo, argumentando que, era un privilegio, canceló ese apoyo.

Y quizá tenía algo de razón, aunque, a decir verdad, desde el Gobierno del Estado siempre se ha apoyado a los municipios.

Luego, cuando y desde que inició operaciones el acueducto Independencia, la CEA, es decir, la Comisión Estatal del Agua, corre con los gastos de su funcionamiento, con lo cual es un contrasentido. Es decir, gran parte del agua que consumen los hermosillenses, en su parte “cruda”, es pagada con los impuestos de todos quienes habitamos este estado. ¿O, todos coludos, o todos rabones? Pues no, en este caso no aplica.

Durante el Gobierno de Claudia Pavlovich, ni se cancelaron estos privilegios para la capital, y, tampoco, llegaron apoyos para otras ciudades.

Bueno, en realidad y con un costo de 856 millones 144 mil 595 pesos, se estableció una planta desaladora en el Cochorit, para abastecer de agua a Empalme, Guaymas y San Carlos.

La cuestión es, se dijo, que quizá, algún día podría surtir agua también para Hermosillo, lo cual suena muy irreal, por la distancia, cuando si acaso en verdad quisieran agua para la capital, los pozos salobres o el agua de Bahía de Kino sería la desalación más posible.

Lo curioso es que, en los tiempos de Padrés, se argumentaba que la desalación es muy cara (lo cual no es verdad) pero, ahora, ¿No es cara para estas dos ciudades?

Aguah de Hermosillo, pretendió autorizar un aumento del 10% en el agua residencial, comercial y social, con lo cual, algunos medios de comunicación de allá, pusieron el grito en el cielo y la propuesta quedó en solamente la inflación.

Lo cierto es que, los hermosillenses, pagan una tarifa baja comparada con otros municipios. Tijuana, Baja California, es la más cara y Hermosillo, dentro de las capitales, es la décima dentro de las tarifas más bajas.

La capital sonorense tiene un crecimiento acelerado. Cada año, nuevas colonias aparecen por los cuatro puntos cardinales, y, para todas hay agua.

El agua que se llevan ilegalmente desde el Novillo, ha logrado que en 10 años de operación del acueducto, la ciudad crezca considerablemente y seguro, ya debe de andar pegándole al millón de habitantes.

Regresando con Guillermo Padrés, en su tiempo se decía que, los 70 millones de metros cúbicos que extraerían desde el acueducto, no afectarían en nada al Valle del Yaqui, pero no dicen nada de que, para que puedan funcionar las bombas, se tienen que dejar en la presa 600 millones de metros cúbicos, como mínimo para poder succionar el agua.

Es decir, si mañana o pasado se llegara a necesitar agua en el Oviachic, desde el Novillo solamente mandaran la que no traspase esa cantidad de millones de metros cúbicos.

Pero no nada más Hermosillo necesita agua, sino que, ciudades como Nogales, Cananea, Caborca e incluso San Luís, tienen problemas de escacez.

La razón diría entonces que, si Hermosillo quiere seguir creciendo sin afectar a nadie, tiene que distribuir mejor su propia agua, no como ahora que se la da prioridad a la agricultura y a la industria.

Un ejemplo de que no existe la intención de hacerlo, es que al construirse la planta tratadora de aguas residuales en la capital, con capacidad de 2 mil 500 litros por segundo, se pensaba que esas aguas grises, aptas para la agricultura, serían intercambiadas por agua salida de pozos agrícolas, la cuales bien podrían abaratar los costos de traerla desde el Río Yaqui, pero no, lejos de eso, se abrieron 10 mil nuevas hectáreas al cultivo en la capital, cuando se ha repetido hasta el cansancio, que el agua es principalmente para consumo humano.

La conclusión es que, mientras Conagua no meta la mano para buscar orden y nuevas fuentes de abastecimiento, la capital seguirá “chupando” el agua de los alrededores, obviamente menos de sus campos agrícolas, y esto provocará una guerra por el agua.

Digo, ¿qué no se le ocurrirá a nadie pensar que el agua del Novillo no es finita? ¿Qué nadie se dio cuenta que hace algunos meses, antes de que empezaran las lluvias, estuvieron a 15 días de no poder extraer agua?

Yo no sé que, pero me parece que eso de patear el bote con el problema del agua, es una bomba de tiempo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *