ESTE JUEVES, se van a cumplir dos semanas en que comenzaron a repuntar los ataques armados y las impactantes ejecuciones, luego de que se vivieron algunos días de aparente tranquilidad y parecía que había llegado la paz para quedarse, generando halagadoras expectativas de que por fin se avizoraba un mejor panorama, y, con ello le cambiaría el rostro de dolor a Cajeme por el de una anhelada esperanza, después de aciagos y tormentosos días, noches y madrugadas de muerte y devastación. Prevalecía el ánimo, que el cielo de esta porción sonorense ahora si iba a irradiar serenidad, pero, lamentable, mortíferas balas nos hicieron despertar de lo que resultó ser solo un vano espejismo, al tener que regresar a la lacerante realidad de que solo se había vivido un horizonte ilusorio y falso, porque hay que reconocer que todo fue ficticio, ya que a partir de la noche de ese jueves 10 de marzo despertamos a la autenticidad en que tristemente vivimos. No se puede negar que todo fue una ficción, cuando emisarios de la muerte acabaron con la vida de cinco personas en dos ataques armados que se perpetraron en un abrir y cerrar de ojos, en las colonias Beltrones y El Campanario. Cinco horas más tarde, la cifra aumentó a seis, al morir el único sobreviviente de la masacre ocurrida en un cuarto que resultó ser el del sacrificio. Nadie podía creer lo que había sucedido. Hay que decir que más que asombro había un desfiguro y con justa razón, pero hay algo que no han asimilado y mucho comprendido los encargados de la seguridad pública en Cajeme, de que, para avanzar en ese proceso de construcción de paz, era y sigue siendo fundamental que se erradique la corrupción en el seno de la institución. El asunto no puede tomarse con tibieza y calma, porque contrario a ello, la delincuencia gana terreno con sus letales acciones, como ha venido sucediendo a partir de ese “jueves negro”. La depuración policíaca no puede realizarse con parsimonia, sino con sorpresivas y enérgicas medidas, donde no haya consideraciones de ningún tipo hacia aquellos que pudieran estar involucrados con el enemigo. Cuando se trata de acabar con un mal hay que hacerlo sin vacilaciones, con denuedo y el sigilo necesario… VOY A PLANTEAR, un ejemplo, en días pasados la Policía Municipal ubicó en el centro de la ciudad, a un buscado presunto delincuente que operaba en las afueras de diferentes sucursales bancarias, acechando a cuentahabientes que hacían jugosos retiros de dinero y después de seguirlos los despojaban de esas sumas de efectivo. Al momento de que el individuo fue arrestado, el director operativo, Jesús Navarro Velarde, apocado y timorato como ha sido siempre, le temblaron las corvas, más cuando recibió supuesta amenaza telefónica, por lo que tuvo que intervenir el comandante local de la Agencia Ministerial de Investigación Criminal (AMIC), Ramsés Arce Fierro, quien se encargó de manejar la situación. Incluso a través de Grupo Medios Obson se invitó a todos los afectados por este sujeto para que acudieran a hacer sus denuncias a las instalaciones de la fiscalía estatal, en calles Jalisco y Yaqui. Tal parece que hubo ciudadanos perjudicados que si lo hicieron. El asunto fue manejado cuidadosamente y antes de que llegara la mitad de la semana siguiente, el sujeto ya estaba encarcelado y vinculado a proceso penal por dos de los robos que cometió contra un agricultor y otra persona. El tipo fue debidamente “empapelado” por decirlo en términos coloquiales, todo gracias a que los policías ministeriales apoyaron el trabajo del Ministerio Público. De no haber sido así, de seguro que por los miedos y fobias que arroparon a Navarro Velarde, quizás el tipo estuviera libre y saben ustedes por qué, sencillamente por la ignorancia y temor del jefe operativo que, ha resultado genuina calamidad en la corporación. Hay que dejar en claro, que así como actuó Arce Fierro con inteligencia y astucia, así se tiene que proceder contra los integrantes del llamado “crimen uniformado” que sigue vigente en la corporación, aunque usted no lo crea… ES NECESARIO, repetir nuevamente aquellas palabras del actual mandatario sonorense, Alfonso Durazo Montaño, en el sentido de que no hay crimen organizado sin “crimen uniformado”, debido a que policías, funcionarios y políticos son sus principales aliados y seguro estoy que no es una ocurrencia del de Bavispe, lo dijo llanamente por qué sabe cómo se las gastan algunos políticos. De ahí, que el jefe de la comuna, Carlos Javier Lamarque Cano junto con el capitán de navío, Claudio Cruz Ceballos, con apoyo de la secretaria de Seguridad Pública del Estado, María Dolores del Río Sánchez, deben definir una estrategia para extirpar de las filas policiales, a esos traidores que, por supuesto que siguen sirviendo a ruines intereses. Para nadie es un secreto que muchos de los ataques armados se han cometido casualmente en el cambio de turno del personal de la Policía Estatal de Seguridad Pública (PESP) y de la misma Preventiva Municipal. ¿Cómo se enteran los delincuentes? Es obvio que alguien los mantiene bien informados y a eso se refiere Durazo Montaño, cuando alude que el crimen organizado complicadamente va a operar, sino cuenta con el apoyo de dos o tres “halcones” con uniforme, charola y pistola de cargo, y eso es precisamente lo que se tiene que atacar para acabar con la corrupción. Por supuesto que entre esa fauna hay policías con antecedentes penales por delitos de asociación delictuosa y párele de contar. Todo es cuestión de investigar, aun cuando haya transcurrido diez o quince años en que delinquieron, pero bajo ninguna circunstancia deben formar parte de la corporación o a menos que el alcalde y el secretario de Seguridad Pública tengan otra percepción al respecto. No hay que olvidar la expresión que reza: “perro que come huevo, aunque le quemen el hocico”, se corrige jamás, dicho con todo respeto para las mascotas, por lo que el asunto no debe dejarse al garete y más ahora cuando existe un grave retroceso de violencia y criminalidad… SIN AFÁN DE jorobar, pero ayer al mediodía habían transcurrido cinco o seis minutos en que dos jóvenes habían sido masacrados en calles California y Flavio Bórquez, cuando sobre la Jalisco al norte observé al jefe operativo que iba a ese lugar, pero, sin deseos de llegar. Solo llevaba encendidas las torretas de la patrulla 295, pero jamás con todos los dispositivos de seguridad para arribar luego al lugar de la doble ejecución. Ahí está una muestra más que este señor, nada tiene que hacer como titular operativo de la SSPM… PRECISAMENTE ayer alguien me comentaba que cada vez se oye con más insistencia el regreso del capitán retirado del Ejército Mexicano y actual comandante de la AMIC, René Barranco Zárate, quien a decir de aquellos que conocen a la perfección los menesteres policíacos haría una mancuerna ideal empezando con el jefe de Policía y Tránsito, Claudio Cruz Hernández y ni que decir con los titulares del AMIC, Ramsés Arce Fierro y Eduardo Osmar Cossío Noriega, comandante de la PESP, en Cajeme. Ojalá que se concretizara ese movimiento. Indudablemente que quien saldría ganando sería la población tomando en cuenta la experiencia y capacidad del oaxaqueño para trabajar en las lides operativas. Seguro estoy que no le temblarían ni siquiera las manos como al catrín de Navarro Velarde que solo piensan cuánto dinero le va a dejar la vigilancia de granjas avícolas y porcinas, en el Valle del Yaqui y el resguardo de valores que hacen policías a su mando de distintas empresas a instituciones bancarias. Un policía de apellido Montiel es quien se encarga de recoger las “contribuciones”, ¡hágame el recarajo favor!, pero mejor, luego seguimos.   

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