En enero del 2020, con bombo y platillo, la entonces alcaldesa de Hermosillo, Célida López, anunció la cancelación de la concesión que tenía el Ayuntamiento con la empresa LUZHMO (encargada de instalar luminarias y mantenerlas en la capital), y, se vanaglorió que se ahorrarían los 3 mil 240 millones que aún tendrían que pagarle hasta cumplir los 15 años a la citada empresa.

Célida, pretendió también cancelar la concesión del relleno sanitario que tienen con Tecmed, y la de las tratadoras de aguas residuales.

Supe, de una muy buena fuente que prefiere el anonimato, que a los tres meses de iniciado su mandato, y al ver que los recursos no le alcanzaban, les dejó de pagar a las tres empresas, para utilizar el dinero, por ejemplo, en la adquisición de carros recolectores de basura y patrullas, cuyas compras despertaron comentarios adversos en la prensa debido al alto costo de los mismos.

Es decir, les dejó de pagar, pero la deuda siguió creciendo puesto que existen contratos firmados.

Regresando a la única cancelación que pudo concluir, la del alumbrado público, donde para hacerlo, le otorgó un pago de mil 441 millones de pesos, mismos que la empresa se embolsa sin mover un solo dedo, es decir, ya no están a cargo de las luminarias, pero les seguirán pagando. Bueno el negocito, ¿no?

Entonces y según las cuentas de la alcaldesa de ese entonces, declaró que se evitaría el pago de 2 mil 361 millones, pero no contó la historia completa, puesto que, ahora sería, a partir de esa fecha, el Ayuntamiento quien se encargaría del alumbrado, y eso no es gratis, también tiene un costo mensual, aunque pues bueno, de pronto la señora Célida, al cancelar y dejar de pagarle a las otras dos empresas, tuvo una ficticia liquidez, que cuesta muy cara.

¿Qué el contrato con LuzHmo estaba medio raro? Sí, porque para firmarlo, el entonces alcalde en el 2017, Maloro Acosta, hipotecó las recaudaciones públicas del Ayuntamiento, y eso provocó que, primero se le pagara a la empresa y el resto, si quedaba, se invertiría en infraestructura.

En Cajeme, el ex alcalde Sergio Pablo Mariscal pretendió cancelar el contrato que tiene el Ayuntamiento con la Empresa Óptima Energía, y, se dice, que para ello, de la mano de un empresario gasolinero, lo intentaron y ya, hasta tenían una empresa alternativa.

Pero, ¿qué pasó? Pues resulta que, la concesión con la empresa Óptima Energía, que por cierto concluye en un año, no es igual a la que tenía Célida, pues acá en Cajeme, no se afectan las participaciones del Ayuntamiento.

El esquema fue firmado y aprobado por el Cabildo en tiempos de Rogelio Díaz Brown, pero, es contra la recuperación del DAP, es decir, el pago que cada uno de los usuarios hacemos a la CFE, por el alumbrado público y que viene en todos los recibos.

Entonces y, luego de sacar las cuentas entre lo que se paga y lo que se consume de energía la CFE por el alumbrado, siempre queda un remanente a favor del Ayuntamiento. De ahí sale el dinero para pagar el contrato.

¿Qué en el contrato se dice que, el Ayuntamiento se hará cargo del mantenimiento de las luminarias? Sí, y para ello, luego de pagar la concesión, el dinero remanente se va a un fideicomiso, que sirve, o debió servir, para pagar por eso, por mantenerlas.

Sin embargo y siguiendo el librito aquel de Salinas de Gortari, sobre dejar que los servicios colapsen para luego concesionarlos, Mariscal dejó que las luminarias quedaran sin mantenimiento, provocando un descontento y, no me consta, pero tal vez el dinero ese del fideicomiso, se utilizó para otros fines, y conste, espero que hayan sido en beneficio de la comunidad.

Hace dos meses, el alcalde Javier Lamarque, hablando del tema, declaró que en el fideicomiso había, en ese momento, varios millones de pesos, esos mismos que, debieron usarse en el mantenimiento de las luminarias.

Entiendo que la intención del alcalde es buena, pero, lo que me extraña es que tanto la empresa como el Ayuntamiento, deberían de sentarse a dialogar y llegar a un acuerdo, más, cuando la concesión está a punto de concluir y luego entonces, crear un esquema en que todos los cajemenses ganemos.

Insisto: No es lo mismo el contrato que tuvieron en Hermosillo (como much@s dicen mal informando), al contrato de Cajeme y, cancelarlo, puede costarnos, como está ocurriendo allá, una buena lana luego de varios años de juicio, y, en la cual, solamente la empresa concesionaria ganaría.

Gracias.

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