Moldava. Una serie de explosiones en la región Moldava de Transnistria elevaron la tensión en medio de la guerra en Ucrania y el temor a una intervención rusa.

Las autoridades de Transnistria, una región separatista moldava prorrusa ubicada entre el río Dniéster y la frontera entre Moldavia y Ucrania, denunciaron un ataque contra un edificio gubernamental en la capital del territorio, Tiraspol.

Según informó el Centro de Prensa del Ministerio del Interior de Transnistria, en torno a las 17:00 horas (hora local) se detectaron varias explosiones en la intersección de las céntricas calles de Karl Marx y Manoilov.

Rustam Minnekayev, subcomandante del distrito militar central de Rusia, dijo el viernes a agencias de noticias locales que Moscú tiene como objetivo apoderarse de toda la zona oriental de Donbás, conectar con la Península de Crimea y capturar el sur de Ucrania hasta conseguir el control de Transnistria.

El servicio de comunicación del Ministerio del Interior de Transnistria publicó en su canal de Telegram detalles del incidente y señala que las primeras investigaciones apuntan a que los disparos se realizaron desde un lanzacohetes RPG. Además, confirmó que no hay heridos ni fallecidos.

Por su parte, la inteligencia militar ucraniana afirmó que interceptó un documento que muestra la preparación de esas explosiones en Tiraspol y aseguró que Moscú busca justificar un ataque.

Sin embargo, Rusia se desmarcó de lo ocurrido. El Kremlin afirmó que lo sucedido en Transnistria “causa preocupación”, un hecho que llevó a la presidenta de Moldavia, Maia Sandu, a convocar una reunión del Consejo Supremo de Seguridad.

La invasión rusa a Ucrania ha dejado casi dos mil 800 civiles muertos y más de tres mil 100 heridos, de acuerdo con un balance presentado ayer por el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

ONU PIDE DIÁLOGO EFECTIVO

El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, reclamó ayer desde Rusia “acabar con la guerra lo antes posible” e impulsar “un diálogo efectivo” para lograr una “solución pacífica” al conflicto en Ucrania, desatado el 24 de febrero por la orden de invasión del presidente ruso, Vladimir Putin.

Guterres insistió en “minimizar el sufrimiento de la gente y hacer frente a los impactos sobre poblaciones vulnerables en otras partes del mundo”.

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