Este 16 de mayo reciente, nos despertamos con el mal recuerdo, de cuando, hace dos años, perdió la vida nuestro amigo Jorge Armenta.

Dos años pasan volando para quienes seguimos enfrascados en el trabajo diario, pero, seguro, lentamente para quienes esperan justicia y, cuando menos, una pequeña explicación de porque ocurrió ese atentado, contra el hombre, contra el periodista.

Hay muchas razones para extrañar a Jorge; desde las largas pláticas disertando sobre nota política, las comidas de sobre mesa abundante, hasta la siempre disposición a darnos un empujón cuando caímos en un bache de la vida.

Sin duda, Jorge fue un visionario en muchos aspectos, y, como ejemplo, un proyecto pensado durante muchos años como lo fue Medios Obson, le dio otra dimensión al periodismo y en menos de lo imaginado, colocó a la empresa como líder en la información.

Yo recuerdo la primera vez que me lo contó: un periódico, me dijo, es lo que quiero hacer. ¿De verdad, Jorge, un diario cuando los impresos ya van de salida?, le dije y de ahí empezamos a platicar sobre el futuro del periodismo.

Le prometí una investigación de cómo, los impresos, tenían fuertes problemas económicos, porque, cada vez el papel es más caro y las nuevas generaciones leen todo por internet. Periódicos de fama mundial, dejaron de tirar impresos, y mudaron a lo digital.

Pero como Jorge era un romántico, de esos que crecieron oliendo la tinta recién impregnada en el papel, tenía tomada su decisión.

Me contó, algo: en un momento de su tardía infancia, no sé por cuanto tiempo, le tocó vender diarios en una esquina de Cajeme y, creo, que de ahí le venía el gusto.

Acucioso como era, seguía empeñado en adquirir una rotativa, pero también, platicábamos mucho sobre un mundo en el cual, pese a mi edad, me encontraba yo inmerso por cuestiones de mi trabajo, es decir, la comunicación digital, la vía de la nueva era.

Ay, nanita, fácil de hacer que las personas se engancharan en lo que los apasiona, me preguntaba una y otra vez por las redes sociales, detalles de cómo moverlas, y no descansaba hasta que, le quedaba bien claro lo que tenía qué hacer en paralelo algo digital con su medio impreso. Digo, supongo que no era solamente a mí a quien preguntaba, por eso, cuando inició con Medios Obson impreso y digital, le tomó la medida y se adelantó a muchos otros medios que, con respeto, se quedaron rezagados y ahora, supongo, se arrepienten.

El trabajo de Jorge Armenta, fue novedoso en un Cajeme donde, los delitos de alto impacto se multiplicaron. Sus reporteros, eran los primeros en reportar los acontecimientos desde el lugar de los hechos y con ello, conseguía miles de seguidores.

No se usaba entonces, y, yo le decía que tuviera mucho cuidado, porque, cada vez que trasmitían desde Medios Obson vía redes, se ponía en riesgo. Lo recuerdo bien, en un restaurante de comida oriental (su preferida), al decirle lo anterior, con esa mirada y sonrisa muy típica de él, me preguntó: “Maestro, ¿qué es la vida, sino correr riesgos?”

Ese sábado de hace 2 años, recuerdo haber leído en uno de esos portales imitación de mi casa editorial, Medios Obson, la noticia de un atentado por la calle Chihuahua entre Allende e Hidalgo.

Por supuesto que, de inmediato, me fui a las redes sociales de nuestro medio y me di cuenta de que no había ni una sola mención, cuando, el 99% de las veces era donde primero aparecía la nota. Una premonición me atacó de pronto y pensé; que no sea, que no sea lo que estoy pensando. Pero, sí fue. A Jorge, y acompañantes, los atacaron a balazos.

Luego, vinieron las mentiras. Vamos a dar con los responsables, dijo la Fiscal en rueda de prensa. Y nada.

Lo único que sabemos hoy, que lo de Jorge, era, por el trabajo periodístico que realizaba. Las Organizaciones nacionales e internacionales que defienden los ataques a periodistas, lo confirmaron. Andrés Manuel López Obrador se refirió al caso como uno no resuelto sobre el ataque a un PERIODISTA.

Han pasado dos años, y no sabemos aún nada de nada. No hay avances.

Su expediente, está entrampado y pocos, o casi nadie, ha tenido acceso al mismo. Creo, le apuestan al olvido.

Podríamos hablar horas y horas de Jorge, empero, guardemos un minuto de silencio en su memoria, porque dos años, sin resultados, son demasiados.

Gracias.

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