Para algunos, la relación entre el recién fallecido expresidente de México, Luis Echeverría Álvarez, y el actual presidente Andrés Manuel López Obrador, nunca existió.
El día de hoy lunes (ayer) en la mañanera, el propio AMLO declaró que, en los tiempos de ese gobierno, (1970-1976), él estaba estudiando, lo cual no es impedimento para participar en política.
Además, y a pesar de que el sucesor de LEA, José López Portillo, lo mandó de embajador itinerante, su influencia en el PRI siguió durante muchos años, donde varios presidentes como Salinas de Gortari, recurrieron a sus consejos, lo mismo que hasta la fecha hacía AMLO.
Y no lo digo de oídas, uno de los jóvenes funcionarios del período Echeverrista, me lo confirmó en una comida en su casa, a donde fui invitado de rebote, y, cuando le comenté mi procedencia, entablamos una larga charla que incluyó a muchos políticos de Sonora y Baja California a quien él conocía en persona y yo, por referencias y lecturas.
Este señor, hoy en su séptima década de vida, fue vecino en San Jerónimo de los Echeverría y de ahí viene la relación. El caso es que, me mostró fotografías recientes de varias reuniones en la casa de LEA, donde compartían varias personas (no más de cinco), y en el centro de las mismas, Andrés Manuel.
Las diferencias entre ambos, LEA y AMLO, pueden ser algunas, como la de que, el recién fallecido, fincó su llegada al poder en la sumisión, la intriga, la cortesanía a su jefe Díaz Ordaz, mientras el tabasqueño, salvo algunos períodos, durante 12 años no estuvo atado a ningún gobierno y fue, rebelde y crítico de los gobiernos, desde Fox hasta Peña Nieto pasando, obvio, por su odiado Felipe Calderón.
Echeverría, una vez montado en el poder, afloró con su carácter autoritario del cual ya había dado visos, cuando ordenó, desde la SEGOB, el ataque de estudiantes en 1968, y que, ya en el poder, repitió aquél jueves de Corpus de 1971, cuando envió a reprimir e incluso asesinar, a estudiantes del IPN que marchaban en una protesta pacífica. En el espejo, AMLO no ha llegado a tanto, pero sí tiene ataques intolerantes contra sus “enemigos”, como la prensa, la iglesia y la clase media aspiracionista y esto provoca también violencia. En el espejo, AMLO no ha utilizado métodos violentos de fuerza, pero si de palabra atacando también a intelectuales, instituciones como la UNAM, el INE y también, hizo una limpia de funcionarios menores y mayores que no se alinearon a su visión de conducir al país.
Para Echeverría, el petróleo era la base para el desarrollo de México y su obsesión. Para AMLO también.
Echeverría se enemistó con los empresarios más poderosos del país (sobre todo con el grupo Monterrey y Jalisco), mientras que AMLO, está enfrentado con muchos de ellos (no con todos, porque hay casos como el de Slim, que por conveniencia mutua son allegados), a los que llama conservadores.
El expresidente LEA soñó con trascender en el ámbito internacional, y recurrió a todos los gobiernos de izquierda que tuvo a su alcance, desde Cuba de Fidel Castro, el del chileno Salvador Allende, Mao Tse-Tunhg de China y varios más. Desde ahí, escudado en la Carta de los Derechos Humanos, escrita por él, se autopostuló para ser líder de los partidos del tercer mundo; luego quiso ser Premio Nobel de la Paz y al final, intentó ser secretario General de la ONU.
AMLO, tiene cercanía con Cuba, Bolivia, Venezuela, Nicaragua y varios gobiernos de izquierda, desde donde, se proclama como un líder que, por cierto, intentó y lo logró, que varios de esos mandatarios, incluido él, no acudieran a la cumbre de las Américas.
Echeverría, con un disparatado gasto excesivo, endeudó al país 3 veces más, terminando con el período de estabilidad financiera que cumplía 24 años de permanente crecimiento, logró una inflación sin precedente y la devaluación del peso. Salvo la tercera, a Andrés Manuel y su país, le está ocurriendo lo mismo.
Luís Echeverría recorrió el país y, repartió dinero a manos llenas entre los que menos tenían, logrando el efecto contrario, es decir, aumentaron los pobres. En la visión del tabasqueño, repartir dinero es su obsesión y ha logrado también, un aumento de mexicanos en la pobreza de 4 millones más, en sus primeros 4 años y contando.
Para Echeverría, la tenencia de la tierra en manos de productores privados era otro de sus empeños, por lo mismo, expropió tierras (sobre todo en Sonora y Sinaloa) para repartirlas en ejidos colectivos de 5 hectáreas por familia, lo cual fue un fracaso. Andrés Manuel, tiene la misma obsesión y, solamente hay que recordar que “compró” (palabra clave para no decir expropiar), tierras para dárselas a la tribu Yaqui.
En fin, podríamos seguir enumerando detalles en los cuales, el tabasqueño y el nacido en el DF en 1922, se miran al espejo, por cierto, cada uno vestido con su guayabera y comiendo, cómo no, antojitos mexicanos y bebiendo limonada de chía o de Jamaica, hasta en eso.
Gracias