Bécker García / El Tiempo
CALLES Y ELECCIONES
Los días lluviosos, suelen contar sus historias.
Hace 50 años, nuestra ciudad contaba con muchas calles no pavimentadas, y, cuando llovía en el verano, para los niños, eran una excelente oportunidad bañarse bajo la lluvia, revolcarse en el lodazal y también, obvio, para ver desarrollar los sibolis y de ahí, convertirse luego en renacuajos, ver crecer sus ancas y convertirse en sapitos.
Imagino, porque en ese tiempo no me importaba mucho, que traficar por las calles lodosas era un martirio, pero pues uno, niño, descalzo, caminábamos entre el zoquete y bastaba con, al llegar a casa y antes de entrar, abrir la llave del patio y lavarnos los píes.
La realidad es que, ahora como antes, vivir en una ciudad plana y casi sin pendiente, los estancamientos que causan las lluvias suelen convertirse en un verdadero sufrimiento para quienes usamos el carro para movernos entre charcos que, la mayoría de las veces, ocultan baches profundos, con aristas filosas las cuales son una trampa para las llantas y suspensiones.
En 1997, el ahora actual alcalde de Cajeme, ganó la elección municipal. Lo hizo mediante la utilización de un grupo de personas que se llamó, las brigadas del sol, integrada por cientos de miembros, la mayoría voluntarios, quienes recorrían las colonias, casa por casa, haciendo una especie de censo, pero también, concientizaban a las personas sobre el desastre que en esos tiempos provocaron quienes gobernaban la ciudad.
Momento, también hay que decirlo, durante el segundo trienio federal de Ernesto Zedillo, no había lana que alcanzara pues, la inflación provocada por aquel error de diciembre de 1994, la disparó hasta niveles nunca antes vistos, entonces, pues, neoliberal y economista rígido, apretó el cinturón y pues las consecuencias fueron que, solo había dinero para lo indispensable.
Casi siempre sucede, en septiembre, cuando se da el relevo municipal, y que apenas han pasado las lluvias de verano, los alcaldes entrantes reciben una ciudad que pareciera bombardeada.
Dadas las zedillistas circunstancia, a Javier en el 97, le entregaron una ciudad deshecha. Y como no es lo mismo ser borracho que cantinero, y con un gobierno del PRI en el Estado, es decir, sin apoyos, pues muy poco se pudo hacer para rescatar las calles.
Hoy la historia se repite como calcada de una imagen de terror, pero, aumentada, las calles de Cajeme están para llorar y, poco, muy poco se puede hacer con recursos propios, y, además, el gasto corriente se come lo poco que hay.
Aunque ni economista ni nada, pero el sentido común nos dice que, si la ayuda prometida por AMLO para reparar las calles no llega (como pasó con aquellos 500 millones prometidos a Mariscal y que nunca llegaron), entonces Lamarque tendrá que echarse un clavado dentro de las ideas creativas.
Sin grilla ni peliagudas comparaciones, el alcalde de Hermosillo, Antonio Astiazarán no para de recarpetear y bachear calles de la capital, mismas que me consta, se las dejaron para llorar.
¿Cómo le hace? Pues la verdad habría que preguntarle porque, no para.
Además, el Toño y su equipo, suben a sus redes sociales, todos los días, un mapita con los puntos donde ese día están reparando calles, y, en letrero aparte, las enumeran, lo cual, es un excelente ejercicio para comunicar.
Dirán algunos, ¿y qué culpa tiene Lamarque, si así se lo dejó Mariscal?, y la respuesta es sencilla, sí, pero ahora, con la ciudadanía y su flaca memoria, al caer en un bache, nadie se acuerda de Mariscal, sino de Lamarque.
Y bueno, si en el 97 en el triunfo del PRD fue importante la percepción que tenía el pueblo sobre las calles y los malos servicios, pues con la pena, pero déjenme recordarles que, el 2024, está aquí a la vuelta, y, si no le meten turbo, el destino y la huida de votos los va alcanzar.
Liliana Castell
No sé detalles, pero entiendo que la Notaria Pública Liliana Castell, fue agredida verbalmente por el también notario (con minúsculas), Luis Alatorre, en un restaurante donde cada martes se reúne el gremio.
Conociendo la férrea (y vaya que sí) actuación de la Notaria Castell como profesionista y como ser humano de convicciones, y, también conociendo a Alatorre y su patanería de siempre, me queda muy claro que, en este misógino acto, Liliana fue la agredida.
Que se haga lo que se tenga que hacer, porque la licenciada Castell no está sola, como lo está, el loquito Alatorre que a todo le busca el lado negativo y, se crea un panorama esquizoide y ataca, no le importa si es mujer, o quizá, con más ganas.
Ni una agresión más Liliana, muchos estamos contigo.
Gracias