Los ciudadanos se han convertido en testigos involuntarios de la muerte del Partido Revolucionario Institucional en Sonora.
El tiro de gracia hacia el tricolor salió de las manos asesinas que no fueron «revolucionarias» ni «institucionales» sino todo lo contrario se condujeron dóciles y serviles.
En un solo año pasó de tener el control en la gubernatura sonorense, el Legislativo local y el poder Judicial estatal a ser un instituto político sin rumbo y con liderazgos erráticos.
Es en resumen el legado de Claudia Artemiza Pavlovich Arellano, la arrogancia de José Eduardo Robinson Bours Castelo y las muchísimas manos que han mecido esa cuna.
La estocada final tiene la autoría material de Karina Zárate y Elly Sallard (exempleadas estatales a la orden de Pavlovich) quienes abandonaron el Grupo Parlamentario del PRI en el Congreso sonorense para elevar su petición de sumarse a la bancada de Morena.
Esa fusión partidista de «facto» entre el Revolucionario Institucional y el Movimiento de Regeneración Nacional que por cariñativo se le ha llamado «Primor».
El coqueteo político entre las dos instituciones en cuestión tuvo sus primeros devaneos allá por las pizcas electorales de 2018 cuando la entonces presidenta de Morena en funciones, Yeidckol Polevnsky, señaló que el supuesto desvío de 246 millones pesos del Gobierno de Chihuahua a las campañas priistas en 2016 fue autoría de Ricardo Anaya en “complicidad” con Javier Corral.
En una conferencia de prensa organizada en esta capital sonorense, Polevnsky acusó que el exdirigente nacional panista, Ricardo Anaya, a quien llamó “merolico”, es un experto creador de “cajas chinas” o distractores mediáticos.
“Anaya, cada vez que se quiere quitar un peso de encima de su corrupción y de lo que señala, se busca a donde señalar y poner el dedo, para mostrar que la situación está en otro lado”, enfatizó.
Y luego profundizó sobre la supuesta triangulación de recursos difundida por Reforma y The New York Times: “Es manufactura de (Ricardo) Anaya, así como hizo la caja china en lo del procurador (carnal), ahora está haciendo esto para que no lo volteen a ver a él y tiene, obviamente, como cómplice, perdón, como aliado al gobernador de Chihuahua (Javier Corral)”.
Las declaraciones de la otrora lideresa morenista se colocaron al centro del maremágnum de opiniones y emociones partidistas entre el PRI y el PAN luego de que el exgobernador sonorense, Manlio Fabio Beltrones, tramitó y se le concedió un recurso de amparo a fin de acceder al expediente de esta investigación porque él mismo había sido manchado con este escándalo, que la postre fue conocido como «Operación Safiro (sí, así con S)».
Polevnsky no sólo desestimó las acusaciones directas contra Beltrones sino que desvió la atención hacia Anaya y Javier Corral.
Una cuestionable diferencia que hoy ya sabemos los motivos.
Lo de Pavlovich fue más claro en las elecciones pasadas con el nulo apoyo mostrado hacia el candidato a la gubernatura de Sonora, Ernesto Gándara Camou.
La prueba más fehaciente de esto que les relato es la paliza electoral más grande que haya sufrido un abanderado tricolor en el presente siglo.
Sí. El segundo lugar de la contienda de 2021 fue el «Borrego» Gándara quien apenas alcanzó 339 mil 139 sufragios, un agónico 35.35% de la papeletas, que significó una abismal diferencia de 157 mil 512 votos con respecto al candidato ganador, Alfonso Durazo.
Durante la pasada jornada electoral, del domingo 6 de junio de 2021, salieron a votar 958 mil 526 sonorenses con credencial vigente, lo que estableció una participación ciudadana del 44.1%.
En las más recientes elecciones, las de 2003, 2009, 2015 e incluyendo esta de 2021, nunca se había dado una diferencia tan grande entre el primero y el segundo lugar de la contienda.
Si se analiza la elección a la gubernatura de 2015, la priista Claudia Pavlovich le sacó una diferencia de 71,199 votos al panista Javier Gándara.
La actual gobernadora fue superior en un 14.6% al obtener 486 mil 944 papeletas para su causa y Gándara un total de 415 mil 745.
En 2009, el panista Guillermo Padrés rebasó a su rival priista, Alfonso Elías, con 39 mil 697 boletas, una diferencia entre ellos de 8.5%.
Y en 2003, la elección más reñida del presente siglo, el candidato del PRI, Eduardo Bours, apenas logró 7 mil 923 votos de ventaja sobre Ramón Corral, un margen superior de 2.1%.
En aquella ocasión, Bours registró 372 mil 467 sufragios y Corral 364 mil 544. Un final de fotografía que será recordado por décadas.
Pongámoslo de la siguiente manera: El Ernesto Gándara de 2021 no le habría ganado ni al Ramón Corral de 2003.
Ernesto se convirtió en el más grande perdedor electoral de este siglo.
Ni hablar que la indiferencia electoral de Pavlovich para con Ernesto le valió un consulado en Barcelona y esta semana sus colaboradoras cercanas dejaron al PRI para sumarse a Morena.
Lo de Bours ya es historia. Su petulancia partidista lo obligó a crear su propio cluster electoral cuando creó el llamado PRI Sonora, con el que desatendió las directrices nacionales de este instituto político que lo llevó a la gubernatura.
Justamente en ese PRI Sonora anidaron esos «bebesaurios» (porque a los priistas anquilosados de aquella época se les llamaba «dinosaurios») que le dieron la estocada final al partido.
Ernesto de Luca Hopkins y Natalia Rivera, dejaron al PRI para sumarse a Movimiento Ciudadano en julio pasado, y ahora hicieron lo mismo Elly Sallard y Karina Zárate, que a su vez son hechura de Pavlovich, otra de las «bebesaurias» de Bours.
Nacieron y se alimentaron de aquella traición de Bours para con el PRI nacional. Hoy le pagaron con la misma moneda al partido que les dio todo, políticamente hablando.
¿Tendrá rumbo el PRI Sonora para las elecciones de 2024? Es La Siguiente Pregunta. Nos leemos y respondemos el próximo lunes.