Blanca Arellano, mujer mexicana de 51 años llegó a Huacho, Perú, el pasado 27 de julio para encontrarse con quien fuera su novio, el estudiante de medicina Juan Pablo Villafuerte. Ambos se conocieron en internet y establecieron una relación virtual.

Arellano fue reportada como desaparecida ante la embajada de México en Perú el 11 de noviembre, luego de que dejara de tener comunicación con sus familiares. Diez días después se confirmó que los restos hallados en una playa de Huacho pertenecen a la mexicana.

La Policía Nacional de Perú detuvo a Villafuerte como principal sospechoso de la desaparición y feminicidio de la mexicana.

El hombre se había presentado anteriormente ante las autoridades, luego de la denuncia de desaparición, pero se negó a declarar. Asimismo, se contradijo en múltiples ocasiones, tanto en declaraciones públicas como privadas.

La policía peruana obtuvo una orden de cateo para investigar el hogar de Juan Pablo Villafuerte. Dentro de la casa, los elementos de seguridad encontraron cabellos presumiblemente de mujer, la ropa y maletas pertenecientes a Blanca, manchas de sangre en la recámara del joven estudiante, así como una bandera de México.

En la laptop de Villafuerte se encontró una carta de suicidio, misma en la que sostiene su inocencia a pesar de los indicios encontrados en su hogar.

“Pero aun así decidan encarcelarme, injustamente y dañar mi vida, he decidido, antes de que sigan dañando a mi familia y a mi madre, acabar con mi existencia como una persona de principios. Esta será una lucha que no podré vencer y tampoco soportaré la humillación de ser paseado preso como un animal, tal cual me están tildando”, escribió el estudiante.

Tras hallar la carta, la policía peruana fortaleció la seguridad en la celda del principal sospechoso.

Según la necropsia al cuerpo de Blanca Arellano, éste tenía cortes realizados “de manera profesional”. Además, la piel que cubría el tórax estaba separada. El cadáver también carecía de órganos y presentaba fracturas en las costillas de su lado izquierdo.

No solo eso, sus huellas digitales fueron “borradas”, además de que su rostro fue desollado con la intención de que no pudieran reconocerla.

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