La ciudad fronteriza estadounidense de El Paso ha abierto un albergue municipal y está poniendo a punto otros dos para dar cobijo a hasta 4,500 personas migrantes en previsión de que los refugiados centroamericanos y suramericanos desborden la frontera tras el vencimiento de la norma que permite las expulsiones en caliente por motivos de salud pública.

Doscientos setenta y cinco catres de la Cruz Roja esperan en hileras en la cancha de baloncesto cubierta de la escuela secundaria Basset, que lleva tres años cerrada y que ya está lista para albergar hasta a quinientos recién llegados que tengan los papeles en regla, es decir, que se hayan entregado a la Patrulla Fronteriza y superado su cribado.

“Nos estamos preparamos para lo desconocido”, aseguró el alcalde de El Paso, Oscar Leeser, que quiso llamar la atención sobre el hecho de que esta semana entró “mucha menos gente que la semana pasada”.

A grandes rasgos, la Alcaldía calcula que tras el vencimiento del Título 42, que permitía la expulsión exprés de los migrantes, tengan que atender a entre 5 mil y 10 mil refugiados.

Aunque Leeser insistió: “Hemos visto que las cifras bajan, pero no sabemos qué pasará el próximo día. No sabemos qué pasará en los próximos 10 días. Lo que sabemos es que seguirán viniendo y seguiremos asegurándonos de que ayudamos”.

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