Becker García
En la 4T, la muerte tiene permiso
Cuando Claudia Sheinbaum era delegada de Tlalpan, el 19 de septiembre de 2017, durante un terremoto, el edificio que albergaba la escuela Enrique Rebsamen colapsó. Por esa razón, murieron 26 personas, 19 de ellos menores de edad.
Se acusó entonces que la delegada sabía de las irregularidades, pero, hicieron caso omiso.
En mayo de 2021, un vagón de la Línea 12 del metro de Ciudad de México se desplomó después de que colapsara un tramo del paso elevado entre las estaciones Olivos y Tezonco. Veintiséis personas perdieron la vida y al menos ochenta fueron hospitalizadas. La jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, prometió una investigación independiente a cargo de la empresa noruega Det Norske Veritas (DNV) para conocer las causas del incidente. Cuando dicha empresa dijo que la causa había sido por falta de mantenimiento, la ahora precandidata de MORENA, los corrió.
Hugo López Gatell, subsecretario de Salud y cabeza para enfrentar la pandemia de Covid declaró que, solamente morirían, si acaso, 6 mil mexicanos, si esa cifra llegara a los 65 mil, sería una catástrofe. Y resulta que cuando la cruda realidad nos alcanzó, según datos del Inegi, murieron más de 800 mil mexicanos, colocando a nuestro país en el cuarto lugar de más defunciones. Usted, lectora, lector, ¿Acaso perdió a alguien cercano?
Y pasa que, fue porque el Doctor Muerte, como se le conoce ahora a López Gatell, se rehusó a utilizar los protocolos mundiales, solamente por seguirle el rollo a su jefe, Andrés Manuel López Obrador, quien minimizó la pandemia, invitó a los mexicanos a salir de sus casas y abrazarse, además de que, ambos aseguraron que el cubrebocas no era necesario. López Gatell dijo, que su jefe López Obrador, era inmune por su calidad moral, aunque luego, se infectó hasta 3 veces, pero pues para el habitante de palacio y su familia, sí hubo medicamentos de primer mundo.
Pues resulta que el tiempo todo alcanza, y, ante el inminente cambio de gobierno, ahora resulta que el doctor López Gatell quiere convertirse en candidato a la jefatura de la Ciudad de México, avalado, a qué no adivinan por quién, sí, por AMLO. Claro, luego de sus tropelías, al Doctor muerte le alcanzaría con una plurinominal, para tener fuero y no tener que enfrentar a la justicia, si es que Morena no gana.
Hay muchos otros casos donde se nota que, para la 4T, las muertes no significan nada. Otro ejemplo es el caso de los 40 migrantes muertos en Ciudad Juárez, donde el responsable directo es el actual director del Instituto Nacional de Migración, Francisco Garduño, sigue en el gobierno, y lo que es peor, en su puesto, sin que nadie de la 4T lo responsabilice por lo que fue su culpa.
Y es que la 4T tiene dos varas distintas para medir los infaustos casos. Hace 9 años, desaparecieron 42 normalistas de Ayotzinapa, y, en ese tiempo, López Obrador puso el grito en el cielo, contrario a lo que ocurre ahora. Si nos vamos a promesas, AMLO, cuando era candidato, prometió que entrando al poder solucionaría ese caso, y, a 5 años de estar al frente del gobierno federal, el caso sigue entrampado, cubriendo, a militares que participaron en la desaparición de los jóvenes.
Y si a eso le sumamos que los más de 120 mil muertos de manera violenta en el transcurso del sexenio, sin que se cambie la política de abrazos no balazos, agregando también los miles de desaparecidos, resulta que, a la indolente 4T lopezobradorista, la muerte es una cuestión secundaria, pues está, la muerte, tiene permiso.
Qué triste, ¿no?
¿Y AGUA DE DÓNDE?
Hace un año, en estas mismas fechas, el almacenamiento en las presas que conforman el Río Yaqui estaba en un 67.2%, es decir, con 4 mil 706 millones de metros cúbicos. Hoy, cuando las lluvias no han aparecido en los meses supuestamente más llovedores del año, apenas se alcanzan 2 mil 797 millones de metros cúbicos, lo que significa que existe un déficit de casi 2 mil millones de metros cúbicos con respecto al 2022.
Resulta que, a pesar de la falta de agua, Conagua se ufana de que en este mismo año será terminado el Distrito de Riego 18, integrado para los 8 pueblos yaquis, y donde, se asegura que “mediante la conservación y rehabilitación de la infraestructura hidroagrícola de la zona de riego, se alcanzará una capacidad máxima de 673 millones de metros cúbicos de agua, para regar más de 61 mil hectáreas de cultivos, que serán incorporados de manera progresiva”
Si le quitamos esos 673 millones de metros cúbicos al Distrito de Riego 41, pues resulta que, en teoría, las presas tendrán apenas un poco más de 2 mil millones de metros cúbicos, y digo en teoría, porque aparte hay que descontar el agua muerta que no alcanza a conducirse por estar en las partes bajas de las presas.
Entonces, ¿qué va a pasar? Creo que la respuesta será que, quienes cuentan con equipo e infraestructura suficiente, podrían rentar parte de esas 61 mil hectáreas, mientras que, en el Valle del Yaqui, la gente del sector social, seguramente y ante la escasez de agua, dejarán de sembrar. Así las cosas, le quitan a unos pobres, para darla a otros supuestamente también pobres. Qué contrasentido.
Gracias por leerme.