Becker García

¿Por qué los jóvenes no votan?

Se han preguntado, lectora, lector querido, ¿por qué los jóvenes no votan en su segunda y tercera oportunidad de hacerlo?

Vamos por partes. Yo recuerdo la primera vez que voté, fui con mucho entusiasmo porque pues, de alguna manera, eso me hacía un adulto ya con credencial.

Bueno, las credenciales es un decir, porque en esos años, era algo así como una tarjeta del Oxxo sin foto ni nada, y solamente decía tu nombre.

Ibas a la casilla, tenían unas listas donde buscaban tu nombre y, apuntaban que habías votado y tan tan.

Eran otros tiempos donde el gobierno, del PRI obvio, hacía lo que quería en las elecciones y por lo mismo, para que ganara un candidato de oposición, era un poco más que un milagro. 

Bueno, pues la primera vez que voté, ocurrió un milagro, Adalberto Rosas, por el PAN, salió triunfador en la contienda y fue alcalde.

Supongo yo, que fue tan abrumadora su votación, que al gobierno no le quedó más remedio que aceptarlo, o, caso contrario, enfrentar una revolución en Cajeme.

Adalberto se enfrentó a don Francisco Obregón (así, con todo el don), pero, desafortunadamente sus mejores días habían pasado y recuerdo que, hasta hizo campaña en muletas, mientras que el Pelón, se saltaba todas las trancas que en ese entonces le permitía su relativa juventud.

Se vino la toma de protesta de Adalberto como nuevo alcalde, y, recuerdo que alguien me invitó a estar atento al evento, porque aseguraban que, desde el gobierno del estado, probablemente tronarían el evento y las elecciones tendrían que repetirse. Digo, absurdo, pero, pues, a los 19 años uno se cree cualquier cosa y hasta, internamente, me hubiera gustado estar en el movimiento del 68, pero pues, era apenas un chamaquito caguengue.

Se vino el nombramiento de los funcionarios que acompañarían a Adalberto, ya sea por una cosa o por otra, no todos me gustaron, había algunos, que les faltaba, según yo, no se rían, seriedad.

Adalberto fue, en cierta medida, un alcalde populista. Digo, nada que ver con AMLO, Maduro y esos, pero si, trataba de quedar bien con la mayor cantidad de gente posibles, pues, ya desde entonces, se rumoraba que podría ser el candidato del PAN al gobierno del estado. Y lo fue, nada más que, ahí sí, el gobierno no lo dejó llegar.

No estoy seguro de qué presidente anterior a Adalberto, le pidió a mi papá que le echara la mano con el estadio de fútbol (honorífico, claro), y que, de alguna manera cuidara de su mantenimiento, que ya, ya pesar de ser relativamente nuevo, ya se notaba cierto declive.

Entiendo que, mi padre, le dijo al alcalde que, con mucho gusto, pero, bajo una regla, el césped del estadio, no aguantaba más allá de 3 a 4 juegos por semana, y no como era hasta entonces, diarios. El césped, no existía.

El caso es que, se respetó la decisión, sobre todo porque era muy cómodo para el alcalde en turno, tener quien se hiciera cargo del mismo (junto con el famoso wero), consiguiera equipo, mangueras, y hasta un tractorcito que mantenía el zacate a raya.

Pero bueno, mientras esto pasaba, los futbolistas, sobre todo los veteranos, reclamaban que se jugasen hasta 3 juegos diarios, mientras él decía que no, que los fines de semana estaba bien.

Pues ahí tienen que, llegando Adalberto a la presidencia, pues los futbolistas pidieron la cabeza de mi padre y, se las entregó.

Un día, el director del deporte municipal, creo de apellido Yépiz, llegó al estadio, le pidió las llaves y hasta ahí.

Obvio no quiero decir, pero, a los 6 meses, el césped ya no existía.

Pero bueno, mi padre se lo tomó bien, creo buscó otra cosa que hacer y cerró la puerta.

Pero yo, chamaco al fin, no se la perdoné tan fácil a Adalberto (a de ver estado muy preocupado, jajaja), y en la siguiente elección, salí a votar, pero ahora por el PRI.

Y voté también en su momento por el PRD en el 97, y lo he hecho sin dejar de votar ni una sola ocasión, porque creo, estoy convencido, que mi voto cuenta.

Hace unos días, platicaba con el hijo de un buen amigo y le pregunté si iba a votar, y me dijo que no, que lo había hecho la primera vez, pero, con tanta desilusión, que ya no ha vuelto a votar.

Pues será el sereno, pero no lo hagas por ti, hazlo por los que vienen detrás de ti, y se merecen un México mejor.

Es neta… 

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