Óscar Félix / MO
En el corazón de Ciudad Obregón, donde el ajetreo diario no se detiene, una tragedia ha desgarrado a una familia.
La señora Celina, quien salía en busca de paz en una iglesia, nunca llegó a su destino. Fue atropellada, y con su partida, dejó un vacío imposible de llenar.
Lourdes Mendívil, una de las personas más cercanas a Celina, ha alzado la voz en un mensaje que destila dolor y desesperación. “A ti, que le arrebataste la vida, te hago unas preguntas”, comienza Lourdes, su voz quebrada por la impotencia. “¿Pudiste dormir tranquilo esa noche? Porque nosotros, ¡no!”. Cada palabra, una daga que revela la agonía de una familia destrozada.
La vida ya no es la misma. “¿Pudiste comer a gusto? ¡Nosotros no! ¿Pudiste ver la noticia y no sentir cargo de conciencia?” Las preguntas de Lourdes no buscan respuestas; son un grito desesperado que resuena en el silencio que dejó Celina. ¿El responsable pensó siquiera en las consecuencias? ¿Se detuvo a imaginar el dolor que causaría? ¿O simplemente siguió con su vida, ajeno al abismo en el que sumió a una familia?
El llamado de Lourdes no es solo un lamento; es un clamor por justicia. “No es justo que alguien pueda arrebatar una vida y seguir impune”, exclama, dirigiéndose no solo al culpable, sino a todos aquellos que puedan tener alguna pista, suplicándoles que hablen, que denuncien. “Te llevaste una pieza clave para muchas personas”, concluye, revelando que Celina no era solo una madre o abuela; era el centro de un universo que ahora se ha colapsado.
Y aunque Lourdes cierra su mensaje con un anhelo de justicia, también deja entrever la esperanza de que, algún día, la vida y Dios le den paz a su familia y perdón a quien causó tanto dolor.
El comandante del Departamento de Tránsito Municipal, Manuel Gutiérrez Arreando, comentó: “De nuestra parte, solo queda la puesta a disposición. Ahora es el Ministerio Público, apoyado por la AMIC, quien lleva la investigación”.