Pablo Beltrán
La Péreztroika
Y vaya que en esta cuenta regresiva sexenal, ya en su parte final, tenemos cómo en los últimos días se abrieron más las válvulas de escape y mucha gente ha salido a las calles, esto en reacción a una última carcajada que puso a trabajar a la recién estrenada legislatura en un tema republicano -de amplio calado-, sin dimensionarse que la gran mayoría de la comunidad jurídica nacional cuestionaría una reforma atrabancada, poco sesuda, en donde al parecer se buscar politizar el último bastión de la justicia, para así cooptarlo a través de comicios, con resultados sumamente predecibles en virtud del método.
La Cámara de Diputados en sede alterna -como una aplanadora-, ya aprobó en la semana la llamada “reforma judicial”, lo que trajo movimiento en el contenido de los artículos 17, 20, 76, 94, 96, 97, 98, 99, 100, 101, 105, 107, 110, 111, 113, 122, 123, de la Constitución Nacional, que en esencia cambian la estructura orgánica del Poder Judicial de la Federación, entre varios puntos, pero lo más novedoso y cuestionable: la elección a través del voto directo de jueces, magistrados y ministros.
El asunto pasa a partir de mañana a la Cámara de Senadores, en donde al partido oficialista y aliados no les alcanzan los votos para conseguir la mayoría calificada y así lograr una reforma constitucional, ello a pesar de haber “incorporado” bajo condiciones que se desconoce, a dos senadores del PRD, que evidentemente traicionaron en el primer segundo de la nueva legislatura a la alianza que los propuso. Como cosa peliculesca, es solo un voto en el Senado el que le falta al oficialismo para lograr congraciarse con el titular del ejecutivo, a la sazón iniciador del proyecto, lo que pone al pueblo de México al filo de la butaca.
La oposición en la cámara alta ocupa 43 votos de los 128 integrantes, para que el partido en el poder no alcance los 86 votos necesarios que constituyen la mayoría calificada, de ahí que el nerviosismo y presión ha permeado en los últimos días, a tal grado que se ha logrado comprometer públicamente precisamente a 43 senadores, a fin de que estos expresaran con anticipación el sentido de su voto, coincidiendo todos en ir en contra de la reforma judicial.
No obstante, lo anterior, el oficialismo trabaja de momento a momento intensamente por ese solitario voto, de ahí que ante un posible escenario de “entreguismo”, hay quienes piensan que pudiera darse ya sea por “Alito”, Añorve, Riquelme o Moreira, e incluso Beltrones, o bien por algún personero de cualquiera de ellos, esto a pesar de que ya anunciaron su intención, pues no hay que olvidar que los mismos hoy en día son algo vulnerables por razones de sobra conocidas. De darse el “Beso de Judas”, ya solo faltaría la mitad más uno de los congresos locales, lo que resultaría un día de campo para el establishment, aunque sobre este último movimiento existen hasta ahora cuatro suspensiones derivadas de igual número de juicios de amparo.
La intención de politización del Poder Judicial de la Federación a través del método comicial, en donde hasta se incluye la tómbola, en el caso de cristalizarse, definitivamente le restaría seriedad al ejercicio de una ciencia, como es la jurídica, ya que en la misma jamás se ha visto que los juzgadores ganen un concurso de simpatía, pues su labor es llevar con un sello de independencia procedimientos y emitir resoluciones fundadas en derecho, en donde siempre alguien sale satisfecho y su contraparte no tanto. La capacitación permanente, la experiencia, la evaluación constante, el sistema de ascensos, que redundan en la llamada meritocracia, es lo que realmente se ocupa siga transitando y mejorando, no ocurrencias para ungir a simpáticos activistas -que aun siendo egresados de derecho- pudieran poner en riesgo la vida, libertad y patrimonio de las personas, sobre todo por los requisitos tan relajados y la forma de selección tan poco atinada. Es algo parecido en cierta medida, a cuando se destruyó la biblioteca de Alejandría, pues el recurso humano existente, con conocimiento vasto y experticia, sería prácticamente retirado en detrimento de la llamada carrera judicial y del servicio a la población.
Los jueces federales, en su agenda más importante, son aquellos de estudio de constitucionalidad, lo que evita que normas o actos se tornen autoritarios, protegiendo en todo momento los derechos humanos de los ciudadanos. Estos jueces en Estados Unidos ni por asomo se eligen, ya que los mismos -como el juez de control constitucional mexicano-, también pueden cambiar el derrotero de las decisiones incorrectas del propio presidente, gobernadores o del congreso de su país, de ahí que se ha evitado la inclusión del ingrediente político o comicial para la integración de las cortes constitucionales, que como su nombre lo indica: defienden la Constitución.
Es cierto que se habla de una “cuarta transformación”, teniendo a juicio de su diseñador como preámbulo el movimiento de independencia, el de reforma y la revolución mexicana; que si bien ha funcionado en determinados aspectos sociales, ello no puede llegar al grado de poner en contingencia a la república, pues sin una clara división de poderes y con carencia de un real sistema de frenos y contrapesos, el rumbo sería de nueva cuenta regresar a un presidencialismo omnipotente -diluido a partir de 1997-, que fue bautizado coloquialmente por Vargas Llosa como la dictadura perfecta a inicios de los noventas.
La Perestroika de Gorbachov en la entonces Unión Soviética de 1985, aun a pesar del socialismo persistente, como parte de la reestructura del poder -transformación- dio lugar a medidas en aras de sacar del estancamiento a los ciudadanos más allá de la ideología, buscando una economía de mercado basada en la oferta y la demanda, todo lo cual tuvo sus resultados, dándose una muestra de apertura en varios rubros, como de libertad de expresión, transparencia, elecciones en la asamblea, entre otros. En el mundo occidental fue visto con mucha admiración e incluso este movimiento fue el antecedente inmediato que repercutió en la caída del Muro de Berlín.
Una especie de Perestroika nacional eficaz, debe de ir encaminada al fortalecimiento de las instituciones, algunas creadas precisamente a partir de movimientos políticos y sociales de hace apenas pocas décadas, pero además, debe buscarse la conservación de la república – sobre la cual orbitan además los órganos constitucionales autónomos-, para que nunca más el poder transite de la mano de un solo hombre, como lo fue de la época de Plutarco Elías Calles a la de Ernesto Zedillo, que dieron la suma de siete décadas.
Por lo pronto, trabajadores, estudiantes, jueces y ciudadanos comunes tienen tomadas las calles pidiendo ser escuchados, considerando todo esto como un error histórico de lo cual nos tendríamos mucho que lamentar, pues se trata según opinión de muchos, de pavimentar dolosa o imprudentemente el camino a la regresión poco añorada, ya que apenas se tienen 24 años de la épica expulsión del hegemónico PRI de Los Pinos, eso a pesar de su regreso en 2012, en donde ante la existencia de instituciones fuertes, rápido fue retirado del poder; dándose además, la bienvenida a la alternancia a través de un movimiento entonces esperanzador, que ahora dibuja un rostro algo distinto a su oferta de campaña de 2018.
Y sí, el Poder Judicial pudiera ocupar una buena reforma, porque puede haber fallas y es perfectible…pero invariablemente para mejorar el diseño republicano.
Para los declarados o agazapados enemigos de la república, deben de saber que, si pretenden su destrucción, no se ocupan medias tintas y menos gatopardismo, pues basta que se promueva una reforma al 40 constitucional para que abandonemos este sistema de nuestra forma de gobierno.
Que alguien lance la primera piedra…