Pablo Beltrán
Lord 22: crónica de otra infamia
Y vaya que en esta Viña del Señor, se siguen cocinando habas, pues solo basta con observar y analizar un hecho, que para estos tiempos no sabemos si se pudiera calificar como comedia o tragedia, pero sin lugar a duda si huele a infamia.
Se trata ni más ni menos de un evento suscitado a inicios de la semana, teniendo como escenario la Cámara Alta, en donde el presidente de la mesa directiva del Senado, Gerardo Fernández Noroña, convoca a una diligencia en donde un ciudadano mexicano- ante personal, periodistas, cámaras y micrófonos- le ofrece una disculpa pública al congresista, lo que fue transmitido por los canales oficiales, quizá tratando de mandar un mensaje muy claridoso del talante autoritario de algunos, que montados en el poder pueden hacer uso del aparato estatal para achicar a cualquier persona que disienta con su ‘estilo personal de gobernar’. Ojalá viviera Cossío Villegas.
Es cierto que la llamada ‘disculpa pública’ forma parte de un catálogo de hipótesis de reparación del daño, contenidas en el artículo 30, del Código Penal Federal, la cual muy posiblemente fue utilizada dentro del procedimiento penal, para finiquitar un asunto como solución alterna, dentro de algún acuerdo reparatorio ventilado en el caso en FGR; sin embargo, el punto no estriba ni siquiera en la posible inconstitucionalidad de la figura, sino más bien, la forma en que la misma fue empleada, poniendo al ciudadano -el abogado Velázquez de León- en un banquillo de un recinto público recitando una letanía aderezada de súplica de frente a un barbado legislador que solo miraba con soberbia al que parlaba, con aires de perdonavidas, que finalmente reflejaba un halo de soberbia, muy similar a algunos personajes del período posrevolucionario.
El asunto por supuesto ha sido muy criticado por propios y extraños, a tal grado de que la presidenta Claudia Sheinbaum, ante pregunta mañanera, respondió que Noroña debía una explicación sobre lo suscitado.
Así pasaron los días y la respuesta del senador fue de que la disculpa pública la solicitó el particular y que era parte de un arreglo en materia penal; pero no explicó el por qué se eligió un edificio público, que alberga unos de los poderes del Estado, para dar amplia difusión y resonancia a un perdón, que provenga de donde provenga, bajo esas circunstancias resulta ser una mera infamia, vulnerando así el artículo 22 de la Constitución Nacional, que prohíbe las penas de muerte, de mutilación, de infamia, la marca, los azotes, los palos, el tormento de cualquier especie, la multa excesiva, la confiscación de bienes y cualesquiera otras penas inusitadas y trascendentales.
Quizá el abogado Velázquez de León, nunca se imaginó que aquél 20 septiembre de 2024, lo iba a marcar de por vida, por el ‘atrevimiento’ de increpar por el tema de la reforma judicial -entonces en ciernes-, al senador Fernández Noroña, en la sala de American Express, en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México; en donde dando la cara de ofendido, el legislador de inmediato puso su denuncia ante el Ministerio Público Federal, aún y cuando en ese momento no se encontraba realizando acciones propiamente de funcionario de ese orden de gobierno.
Pues bien, ahora el senador se lava la cara, aduciendo que no hubo abuso de poder, cuando los hechos son más que claros.
Pudiera ser que algunos críticos no le den la suficiente importancia a lo suscitado y lo ven como gajes del oficio del poder público, pero lo que no hay que perder de vista, es que la acción no fue realizada por cualquier persona en el servicio público, sino se llevó a cabo por un personaje muy polémico, que lejos de abonarle a la transformación deseada, ha ido generando fisuras, que poco a poco se han ido expandiendo, a tal grado que otros han tenido que aguantar estoicamente sus actitudes, hasta en tanto no se le acabe su período, ya no solo como presidente de la cámara, sino también termine su plazo como senador. Veamos además cómo está actualmente el Partido del Trabajo.
Pues así las cosas con este triste episodio, en donde el mensaje hacia el ciudadano común no es nada halagador, ya que este episodio deberá de quedar grabado en los anales de la historia, en donde un hombre a fin de preservar su libertad fue víctima de una verdadera ignominia, por parte de alguien que se autoerige como ‘libertador’ del pueblo. Vaya paradoja.
Aquí pudiera aplicar, aquella expresión de la francesa Madame Roland cuando estaba a punto de ser decapitada por la guillotina:
¡Oh libertad, cuántos crímenes se han cometido en tu nombre!…
¿DEMOCRACIA CRIOLLA? Y donde ya se supo Conasupo, es que por los rumbos de la elección judicial, ya salieron más prietitos en el arroz bastantes controvertidos.
Ahora resulta y resalta, que circulan entre la población sendos y coloridos volantes, en donde a alguien se le ocurrió -al parecer del oficialismo- estampar una especie de ‘acordeón’ con los nombres de ciertos elegibles -candidatos-, su número y su color de boleta.
Si a esto no se le llama inducción, pues no sabemos cómo se le pueda llamar.
Ahora queda en manos del INE hacer lo propio y reivindicarse como el garante de la democracia en este país…